TINDERSTICKS

 

Tindersticks, con el corazón en un puño

 

Tindersticks

         Seis discos en estudio, dos en directo, dos bandas sonoras y una recopilación. Todo en diez años. Éste es el bagaje de uno de los grupos de canciones más románticas y melancólicas de la historia del rock. Tindersticks se presentan con su pose afectada este viernes en el Playa Club de A Coruña.

 

 

 

¿Cómo lleva el grupo haber pasado ya de los diez años juntos?

– Sienta bien seguir haciendo algo que te gusta y que todavía significa algo. Sientes que no todo en este mundo se basa en el éxito comercial y que se puede sobrevivir al margen. Supongo que nunca nos imaginamos aún aquí después de una década. De todas formas, conociendo nuestras personalidades, no ha sido tampoco tan fácil. Ha ido por oleadas: a veces nos sentíamos bien, otras mal y otras muy mal.

 

¿Y en este momento?

– Pues nos sentimos bastante bien.

 

¿Cómo habéis conseguido manteneros al margen de las modas?

– Simplemente nos sale así, aunque a veces ha sido una decisión consciente lo de distanciarnos de los demás y hacer algo diferente. Se trata de darse cuenta que algo sucede cuando estamos juntos y dejar que eso tenga su propio espacio para respirar.

 

¿Os resulta difícil mantener la libertad y la independencia creativas?

         – A veces. Supongo que en el pasado hicimos que fuera muy difícil, pero en este momento parece bastante natural y fácil. Por lo menos lo es con la gente que nos rodea y con la gente con la que hacemos los discos. Es algo que satisface a todo el mundo.  Veremos lo que pasa dentro de un tiempo.

 

Cuándo empezasteis, ¿había alguna sensación de ir en contra de la música que se llevaba, la que estaba copando las listas de éxitos?

         – No era exactamente la idea de oponernos. Creo que siempre hemos estado aislados del resto, pero de una forma que no tiene nada de negativo, sobre todo ahora. Nos sentimos muy bien estando solos con nosotros mismos. No se trata de oponerse, sino que es más una reacción para conseguir hacer música a tu manera y de seguir ese camino.

 

¿De dónde viene la inspiración para las relaciones tan agridulces que hay en las canciones de Tindersticks?

– Desde el punto de vista de los textos, se trata de algo autobiográfico de alguna manera, pero también es algo más abstracto. Más o menos se trata de captar una imagen en una canción, que suele aparecer cuando hay un sentimiento muy fuerte que te hace componer.

 

Al tratar con audiencias de otros países, que no hablan inglés, ¿se pierde algo en la comunicación? 

– Una de las cosas que nos hemos dado cuenta con la música que hacemos es que pensamos en la esencia de la misma, sobre todo en el sentimiento que te golpea, además de otros muchos otros detalles como los textos. Hemos tocado en muchos países que no hablan inglés, pero lo principal que atrapa a la gente en la voz es ese sentimiento. No es imprescindible entender los textos, no.

 

¿Cómo te ves más, como un poeta o un músico?

         – Nunca he pensado en mí como un poeta. Los textos que escribo nunca los pongo en un papel. Así que se trata siempre de palabras que suenan y crecen dentro de la música en mi cabeza. Tampoco pienso en nuestra música como algo intelectual.

 

¿Eres un lector habitual de poesía?

         – No se trata de que me cierre en banda. Lo que me pasa es que tengo un problema con las palabras escritas, de verdad. Me siento mejor con aquellas que no están escritas. Surgen de alguna clase de ansia, de impulso, y vienen ya con las melodías.

 

Tu forma de cantar suena como si te hubieran influenciado los crooners.

         – Cuando era joven, sólo tenía la música de  mi madre, que era, sobre todo, los crooners de los 70, como Neil Diamond y gente así. Tal vez nunca pueda escapar de eso. Me hicieron escuchar a Neil Diamond antes incluso de que pudiera decir su nombre.

 

¿Se han convertido Tindersticks en algo más parecido a una fórmula con el paso del tiempo?

         – Al escuchar los discos que haces, te das cuenta que, al grabarlos, lo que había era una libertad total, una sensación de aventura. Así fue como empezamos: no había técnica alguna. Y, supongo que, cuando aprendes esa técnica, acabas atrapado por ella. Entonces es el momento de liberarse de ella.

Xavier Valiño

 

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