THE WATERBOYS: Out of All this Blue

THE WATERBOYS: Out of All this Blue (BMG)

 

 

Mike Scott está enamorado. Y su nuevo disco es un reflejo exacto de sus sentimientos. De hecho, la última canción de la edición deluxe del disco se titula “So in Love with You” y en sus 4:36 minutos solo se repite una frase. ¿Adivinan cuál? “Estoy tan enamorado de ti”. Ni más ni menos.

 

No es la única canción dirigida a su nueva amada, la artista japonesa Megumi Igarashi, más conocida como Rokudenashiko: hay, según ha reconocido, 15 canciones dedicadas a ella, más temas de amor de los que nunca ha habido –y probablemente nunca habrá– en un disco del grupo. Mencionamos aquí a su particular Yoko Ono no para hacer crónica rosa, sino porque ella es el centro del álbum y sería  difícil explicarlo de no hacerlo así. Se escucha su voz, hay canciones grabadas en habitaciones de hotel con sus risas al fondo y hay tres temas con títulos en japonés: “Payo Payo Chin” (que parecer ser un saludo de “Buenos días” en el lenguaje japonés de los enamorados y que deviene en el single menos afortunado de su carrera), “Rokudenashiko” (el nombre artístico de ella, con una melodía no muy lejana al clásico irlandés “Dirty Old Town”) e incluso uno,“Yamaben”, dedicado al abogado japonés que consiguió que la absolvieran de cargos de obscenidad por sus obras centradas en los genitales femeninos.

 

 

Con estos antecedentes, podría haber salido un disco bien empalagoso de la pluma de Scott, y que no llegar a ser así del todo siempre que obviamos esos deslices comentados hasta ahora y que solo el enajenamiento temporal causa. Por suerte, la experiencia de más 35 años grabando y editando discos ha conseguido que no todo en este disco doble se deje llevar por los más edulcorados sentimientos.

 

 

 

Hay otro elemento más que condiciona este duodécimo disco de Scott y el grupo que comanda (él lo toca casi todo, con los arreglos de cuerda de Trey Pollar del estudio Spacembob, el emporio de Matthew E. White, aunque la banda sea un ente vivo por el que han pasado ya unos 90 músicos, probablemente el récord absoluto para una banda de rock, más incluso que The Fall): su reciente descubrimiento del hip-hop, aunque lo haya hecho casi cuatro décadas después de sus inicios. Ya venía avisando en los meses previos a la edición del disco de este hecho y, por lo tanto, no debería pillarnos desprevenidos que estas canciones sean lo más rítmico, bailable y positivo (aquí su enamoramiento también tiene que ver) que ha compuesto nunca.

 

 

Aun así, no deja de ser una sorpresa ver cómo algunos temas lo toman como base principal (especialmente los intrascendentes instrumentales “Hiphopstrumental 4” y “Girl in a Kayak”), mientras que en otros son sus ritmos los que sustentan la canción, aunque, es justo reconocerlo, hay también bases soul y rhythm & blues (de donde partió el hip-hop, por otro lado). Siendo mayoría en el disco, no son esas las canciones más afortunadas, aunque bien podrían salvarse el soul-góspel que abre el disco “Do We Chose Who We Love”, “Love Walks In” y “The Connemara Fox”, mezclando guitarras encendidas con los ritmos sincopados.

 

Fuera de esas coordenadas encontramos los mejores momentos, encabezados por “Morning Came Too Soon”, una canción-epopeya mayúscula de las que tan fácilmente semeja resultarle componerlas a Scott y que parece sustentada en poco más que un acorde. A su lado destacan miniaturas delicadas como “Mister Charisma” (en homenaje a Keith Richards), la balada “The Girl in the Window Chair”, el soul blues “Nashville, Tennessee”, la más eléctrica y urgente “The Hammerhead Bar”, el country-folk de “Man, What a Woman” o, si somos algo más condescendientes, lo más funk-soul que ha grabado nunca, “Monument”.

 

En la edición deluxe, que añade 11 canciones a las 23 del disco doble, superando en total las dos horas, sobresalen la pausada “Epiphany on Matt St.” y el instrumental bien cargado de guitarras y Hammond (a cargo del veterano ‘Brother Paul’ Brown en la compañía de David Hood) “The Memphis Fox”, además de otros dos instrumentales con voces de mujer “If I Was Your Boyfriend” y “Didn’t We Walk on Water”, aunque cuesta reconocer en ellas a The Waterboys y más bien parecen haber sido grabadas por otro grupo.

 

 

Desde luego, se le reconoce a Mike Scott su derecho a seguir sorprendiéndose con otros sonidos, a querer incorporarlos a sus canciones y a tomar riesgos a costa de un posible embarazoso fracaso que parece no preocuparle. Si en este primer intento a partir del hip-hop no parece que lo haya conseguido con canciones memorables, al menos la mezcla no resulta totalmente chirriante, lo que ya es un mérito. Por ahora, dejando a un lado que tanta declaración amorosa pueda ser excesiva para algunos, de aquí solo podría extraerse un disco sencillo digno. Parece como si su reciente relación sentimental (y, en menor medida, el descubrimiento tardío el hip-hop) le hayan nublado los ojos a la hora de controlar qué debería haber acabado en el álbum.

 

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