THE RIGHT ONS 2009
The Right Ons, de Malasaña a Boston
Son uno de los grupos que mejor han sabido interpretar la música negra en nuestro Estado, a medio camino entre el funk, el soul y el rock de garaje. Han actuado varias veces en los Estados Unidos y, además, han grabado allí su segundo disco (Look Inside, Now!, que sigue a 80.81, su debut del 2007). Esta semana lo presentan en Galicia: el viernes en la Sala Mondo de Vigo y el sábado en la Capitol de Compostela. Juan Rodo, alias Utah, bajista y uno de los gallegos del grupo, nos lo presenta.
¿Qué hecho, artista o disco os empujó a iniciar un grupo como The Right Ons?
– Para cada un de nosotros fue algo diferente, pero también tiene que ver las ganas de tocar juntos desde hace mucho tiempo, ya que nos conocemos hace unos 15 anos. Algunos de los discos de James Brown, Sly & the Family Stone o Jimi Hendrix Experience tienen la culpa de nuestra devoción por el ritmo.
¿Cómo, en tiempos como los que vivimos, hay alguien que confía en vosotros para enviaros a grabar a Boston con el productor de Eli ‘Paperboy’ Reed?
– Por suerte aún queda esperanza para grupos que, como nosotros, viven ‘con la música’. En nuestro caso, tener una agencia de contratación como Heart Of Gold y el apoyo incondicional de dos discográficas (2Fer Records y Lovemonk), en las que prima la calidad musical y no el dinero que hacen, es lo que hace posible que el grupo suba peldaños poco a poco.
¿Qué tal fue la experiencia de grabar allí?
– Increíble. Para nosotros fue un sueño hecho realidad. El año pasado aprovechamos que íbamos a tocar a un festival en Nueva York para quedarnos 15 días más en Boston y grabar en el mismo estudio donde se registró la banda sonora de Magnolia de Aimee Mann, el disco de Eli ‘Paperboy’ Reed, y otros de Fountains of Wayne, Gigolo Aunts, Pixies… Un privilegio poder trabajar en los Estados Unidos con el productor que tú quieres (Ed Valauskas), un ingeniero de la talla de Matt Beaudoin (Fountains Of Wayne) y con un equipo de primera calidad, amplificadores, baterías y guitarras de los 60, 70… Todo grabado en directo y en cinta analógica. Tal y como se hacían los discos de antes, los de los Stones, Beatles, es decir, todas las bandas de verdad.
¿Salió el disco como lo teníais en mente antes de entrar en el estudio?
– La verdad es que llevábamos todos los deberes hechos de casa. Pero no quedó igual. Básicamente porque cuando grabas en directo, a veces tienes fallos inesperados, que quedan registrados en la cinta, y por no sacrificar la frescura de una primera toma, quedan para la posterioridad. Supongo que ésa es la magia de grabar de esta forma. En cualquier caso, quedó mucho mejor que lo que llevábamos grabado como referencia.
¿La evolución en este disco respecto al primero está en canciones más elaboradas, menos crudas y cuidando más los detalles?
– El primer disco es más crudo; éste está mucho más elaborado. La incorporación de Martín a los teclados aporta otra riqueza de matices que no teníamos. Pensamos que cuando le das un par de escuchas, es cuando uno comienza a saborearlo de verdad. Es como ese pedazo de tortilla que comes el día siguiente: sabe mucho mejor.
¿Es un disco conceptual o con un hilo en común? ¿Podríais explicárnoslo?
– Somos un grupo de rock y no creo que tengamos nada de conceptuales. Sí que es cierto que las canciones tienen un nexo en común, que es el tema de la noche, que le da la unidad. La noche está presente a lo largo del disco: en las letras, en la oscuridad que transmiten algunas de las canciones… Pero tiene todo tipo de connotaciones, ya que es algo así como una noche de juerga. Desde la primera canción, que es el momento en el que estás en casa, preparándote para salir, y tienes un disco a todo volumen porque tienes ganas de bajar la calle, hasta que llegas a casa por la mañana y estás cansado, pero en compañía de una chica…
¿Cómo fue la experiencia de tocar dos años en el festival South By Southwest de Austin, Texas?
– Cuando vas por primera vez, ya no puedes dejar de volver nunca más. Si Dios lo quiere, este año que viene va a ser nuestra tercera visita al festival. Es el mejor festival que hay en el sector. Algo así como un zoco de ganado, pero para la música. Conciertos en las calles, en los bares, en las mueblerías, en las barberías… Y por la calle puedes encontrar a gente como M. Ward, Herman Düne, James Iha… Ellos son uno más, igual que nosotros. No hay diferencia, por lo menos a simple vista. El primer año coincidimos en el avión con Lou Reed…
¿Os encontráis más a gusto haciendo música sobre las tablas que en el estudio? De hecho, grabáis en directo en el estudio.
– ¡Siempre! Principalmente, somos un grupo de directo. Es donde mejor lo pasamos: en los conciertos, en las salas pequeñas, al lado de la gente… Ahí sudamos, bailamos en abundancia y tratamos de hacer que la gente disfrute tanto como nosotros.
¿Habéis sentido que por el tipo de música que hacéis se limita vuestra presencia en alguna sala o festival?
– La verdad es que pocos festivales nos quedan donde tocar aquí en España, pero, evidentemente, es imposible gustarle a todo el mundo. Aun así, poco a poco vamos ganando más adeptos a nuestra música.
¿Nos podéis contar alguno de esos conciertos vuestros que fueron especiales, que no salieron como debieran o en el que todo se conjuró en contra (o a favor)?
– Recuerdo especialmente la primera vez que tocamos en directo, más que nada porque después de 15 años comenzábamos una banda de cuatro amigos. Fue en la sala El Sol, de Madrid. Tocaban The Bellrays y no estaba anunciada nuestra aparición. La sala estaba llena a reventar. Cuando salimos al escenario, la gente se extrañó al ver a cuatro tipos que más bien poco o nada tenían que ver con The Bellrays. Tocamos cinco canciones y la gente pedía otra. Salió el promotor por detrás del escenario y nos decía que tocásemos otra más. Pero ya no teníamos más canciones; sólo llevábamos mes y medio ensayando.
Supongo que el objetivo primordial de vuestra música es que la gente baile, que se mueva. ¿Debería ser ése siempre el objetivo del rock'n'roll?
– Como la propia palabra indica, rock viene de la música, y roll, de dar la vuelta, es decir, de bailar. Estamos hartos de ver grupos que en los conciertos duermen al público. O también del público que va a las salas de conciertos a aguantar las paredes o los pilares… El espectáculo es el espectáculo, los conciertos son para sudar, para llevar a tu pareja y gastar la suela de los zapatos.
¿Se podría decir que en nuestro Estado estáis a medio camino entre Atom Rhumba y Tokyo Sex Destruction? ¿Algún otro grupo que os gustaría destacar?
– Grandes grupos los dos. Tokyo Sex Destruction son más punkies que nosotros; son nuestros primos, ellos nos apadrinaron en nuestros comienzos. Y Atom Rhumba son todo un ejemplo a seguir.
¿Cómo veis vosotros la recuperación en los últimos años de la música con raíces negras?
– El revival es una cosa que siempre estará ahí. Amy Winehouse es un claro ejemplo, pero como todas las modas, todo tiene su fin. Pienso que más que nunca lo que tenemos es un revival del folk y de la música estilo ‘americana’. Ahora lo que está de moda es la guitarra acústica, los banjos y los acordeones. A cualquier melómano le gusta el soul y casi toda la música negra, o al menos sabe lo que es. Pero eso no es una moda, eso es una realidad.
¿Habéis visto más interés en el grupo por ello?
– La verdad es que no nos enteramos mucho. Estamos más ocupados en seguir haciendo canciones y llegar a fin de mes.
Por último, ¿cuál ha sido la anécdota más curiosa de estos años en la música?
– Que se pueda contar… Que querían contar con nosotros como banda de acompañamiento para el grupo mexicano Maná para una gira. Venían el cantante y el guitarrista, pero nos negamos antes de sufrir daños irreparables…