THE LUMINEERS

The Lumineers, abriéndose a la oscuridad

 

 

III es el tercer álbum de The Lumineers. En él, sus compositores, Wesley Schultz y Jeremiah Fraites contaron de nuevo con Simone Felice y con el violinista Lauren Jacobson. Felice comandó el segundo álbum del grupo, Cleopatra (2016). Jacobson aparece en los tres discos de The Lumineers (hasta la fecha) y lleva tocando con ellos desde 2011.

 

También se unió a la banda como un miembro de la gira, junto al pianista Stelth Ulvang, el bajista/corista Byron Isaacs y el multiinstrumentista Brandon Miller. Por su parte y tras 8 años en el grupo, la chelista/vocalista Neyla Pekarek lo dejó en 2018 para comenzar una carrera en solitario).

 

Sus dos responsables quieren dejar claro desde el principio que los arreglos no tienen que ser densos para que las canciones resulten intensas. De ahí que el título del álbum sea III, no porque sea el tercer álbum, sino porque presenta nueve canciones distribuidas en tres capítulos, cada uno centrado en uno de los tres personajes principales -además de los nueve cortes, el disco cuenta con un tema instrumental y tres canciones extra que no tienen semejanza con el resto de la narrativa-. Los capítulos sirven también para separarlos visualmente, con una serie de videos que incluyen los nueve temas, cada uno dirigido por Kevin Phillips.

El trabajo vio la luz a raíz de una serie de acontecimientos aparentemente inconexos que por arte de magia parecen haber formado un todo coherente. Estos elementos los bocetaba de forma profética Schultz con detalle en un diario de hace más de una década (“describir la dolorosa experiencia de intentar ayudar a salvar a un familiar cercano por su adicción al alcohol”), y sus recuerdos de un retrato familiar absurdo en Sears cuando era niño.

 

Otro componente vital fue una canción encargada y posteriormente rechazada por un realizador, que tiene un pasaje de piano conmovedor adaptado por Fraites años atrás, cuando casi no tocaba el instrumento. “Esas cosas no se pueden prever, pero si usarse para realizar un manifiesto musical poderoso y psicológicamente complejo, desde un punto de vista artístico”. Para los componentes del grupo, este tercer lance era puro encanto en todos los sentidos.

“La idea de los capítulos comenzó a definirse en 2007”, explica Schultz. “Tengo notas en mi diario de esa época acerca de tres EPs unidos entre sí, pero cada uno con un tema concreto que daba forma a un álbum. Íbamos a llamarlo Love, Loss and Crimes. Nunca sucedió, pero no tenía las canciones. Al principio consideramos llamarlo así, porque sonaba bien, pero al final nos decidimos por el número romano III”.

La banda de Denver, afincada en Nueva Jersey, empezó a descifrar el código mientras componían el disco en Catskills, donde vive y trabaja Felice. El primer tema fue “Jimmy Sparks”, una canción con una imaginería muy vívida, que es un devastador retrato de un padre y su hijo alienados como una historia corta de Raymond Carver o David Foster Wallace.

“Jimmy Sparks” nos metió en un derrotero que no pretendíamos”, reconoce Schultz. “He compuesto muchos versos que no funcionaban. Era una historia interesante, pero queríamos que tuviese un gancho; queríamos buscar el modo de aliviar al oyente y no machacarles verso tras verso. Los hermanos Felice cuentan muy bien las historias de sus canciones, y cuando Simone escuchó “Jimmy Sparks”, dijo: “Esta canción entra de lleno en el disco y así es como lo vamos a hacer”. En ese momento se convirtió en un interesante puzle, donde estaban esos personajes claramente definidos. Al mirar atrás y darnos cuenta de que tenía esos personajes y esos temas, entendimos que podíamos crear un mundo donde cohabitasen juntos, con una historia más amplia del estudio de una familia”.

En colaboración con Fraites, cuya expresiva forma de tocar el piano juega un papel principal en el dramatismo y belleza de las canciones, Schultz pulió los personajes que habitaban en las canciones en las que habían trabajado y los conectó entre sí. Habría un árbol genealógico con tres generaciones: la abuela, Gloria Sparks; su hijo, Jimmy Sparks y su nieto, Junior Sparks. Tendrían un capítulo de tres canciones dedicado a cada uno, con los otros dos familiares presentes en la narración y un constante cambio de marco temporal.

“Cuando trabajas en un proyecto creativo donde los demás hacen propuestas”, dice Fraites, “tus buenas ideas son mejoradas cuando se unen a las del otro. Tras 14 años de colaborar con Wes parece que las buenas ideas fluyen con más fuerza y rapidez que nunca”.

 

Así va la historia: “El tema que da inicio a los capítulos y al disco, “Donna”, presenta a Gloria revelando distintos detalles, con un cambio constante de puntos de vista en cada verso. En el siguiente tema, “Life in the City”, su hija Donna se forra y tiene una relación de una noche en Manhattan en Fin de Año, mientras la música va intensificándose. El arreglo ascendente del primer single, “Gloria”, es una descripción velada y sombría de la madre de Donna, mientras se va hundiendo cada vez más en el alcoholismo.

En “It Wasn’t Easy To Be Happy for You”, que da inicio al segundo capítulo, la novia de Junior le rompe el corazón, dejándole por otro. En “Leader of the Landslide”, Junior ve como su padre se precipita al abismo al ser abandonado por su mujer, Bonnie, bebiendo aún más y enganchándose al juego. La madre de Junior se marcha al oeste y crea una nueva familia en “Left for Denver”; el niño se rebela y reacciona metiéndose en líos.

“My Cell”, primera canción del tercer capítulo, presenta a Jimmy solo con sus problemas en su caravana, con entornos primitivos dibujados a modo de ventanas. La dramática “Jimmy Sparks”, que abarca dos décadas, comienza con Jimmy como guardia de prisiones, fallando al febril niño que su mujer ha dejado atrás mientras conduce hacia un casino, y termina con un Junior joven, viendo como su padre da bandazos de un lado al otro de la calle, descalzo, sobre la nieve, al pasar conduciendo frente al despojo en el que se ha convertido, como metáfora de una familia destrozada.

Un tema instrumental de piano como “April” nos da un alivio momentáneo del peso emocional para llegar al tema final, “Salt and the Sea”, donde Schultz comienza rasgando su guitarra acústica, mientras canta sobre el arrepentimiento vital como si su vida dependiera de ello y con un profundo deseo de hallar una solución. Entra el piano cristalino de “Fraites”, en la mitad del tema, con una pincelada íntima sobre la belleza de una vida no vivida, mientras Schultz se mete de lleno en el corazón del asunto”.

 

“Esa línea de piano es lo primero que compuse”, recuerda Fraites. “Entonces no sabía tanto de piano y solo estaba enredando. Encontrarme de nuevo con esa idea ahora y encajarla al final del disco ha sido uno de esos momentos de subidón porque considero que es uno de los mejores temas que hayamos compuesto juntos, como si hubiera estado esperando más de una década para entrar en este disco”.

“Es curioso cómo funciona la vida”, dice Schultz sobre la convulsa creación de “Salt and the Sea”. “Éramos teloneros de U2 y M. Night Shyamalan estaba en los camerinos. Nos hicimos amigos y cuando estaba rodando Glass nos comentó: “Necesito un tema para los créditos finales”. Nos describió la película e intentamos ponernos en otros zapatos al componer lo que se acabó convirtiendo en “Salt and the Sea”. Tiene una progresión de acordes muy James Bond, una tensión sostenida. No teníamos intención de incluirla en el álbum porque la habíamos compuesto para él, pero le dije a Jer: ‘¡Espero que podamos meterla en nuestro disco, tío!’. Nos gustó mucho, y después, de pura chiripa, nos dijo que no funcionaba en el film, y nosotros encantados. Así que la dirección tomada es completamente accidental, pero creo que “Salt and the Sea” encaja con la energía de “My Cell” y “Jimmy Sparks”. Hay oscuridad en la parte final del disco”.

Lo fans no asocian a The Lumineers con la oscuridad. “Cuando la gente escucha [el éxito comercial del 2012] “Ho Hey”, esta sencilla canción tan solar…”, dice Fraites. “Pero está bien, era nuestra intención. Sonaba minimalista porque queríamos que fuera así, que tuviese esa vibra. De eso hace siete años y nuestras vidas han cambiado considerablemente desde entonces y en 2018 nos convertimos por primera vez en padres con dos meses de diferencia”.

“Estoy leyendo la serie de Harry Potter; los libros de Rowlings se van haciendo más oscuros y parece que los libros envejecen según lo hace la persona”, comenta. “Y curiosamente eso es parte de nuestra ambición. Venimos de un lugar aparentemente liviano, aunque si escuchas nuestros discos anteriores hay temas oscuros, solo que con un sonido más feliz. Nos hemos permitido una paleta más oscura y creo que funciona y sigue resultando creíble porque hay una línea muy fina que se puede rebasar con facilidad y no queremos que resulte forzado. Mis grupos preferidos -The Beatles, The Stones con Exile on Main St., Dylan con Blood on the Tracks– siempre me han llevado por diferentes derroteros sin ser consciente de ello. Podríamos haber puesto “Gloria” en cualquiera de nuestros discos anteriores y hubiese encajado, pero “Salt and the Sea” y “My Cell”, no, especialmente “Jimmy Sparks”.  En plan, ¿Qué diablos es esto? Intentar forjar un sitio para estos temas ha sido todo un reto”.

“Lo primordial y más relevante”, añade Fraites, “es que cuando Wes y yo componemos, solo nos importa hacer buenas canciones, la música es lo principal. Esta colección de canciones ha funcionado muy bien y pienso que con este disco hemos dado un gran paso”.

 

 

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