THE BLACK KEYS 2008
THE BLACK KEYS: Attack & Release (V2-Nuevos Medios)
Todo empezó por culpa de Ike Turner, quién lo iba a decir. De Ike Turner y de que a un tal Brian Burton le gustaban The Black Keys. El tal Brian Burton no es otro que el afamado productor Danger Mouse, y fue él quien se puso en contacto con el dúo de Akron para componer alguna canción para un disco que tenía intención de grabar con Ike Turner.
Ike murió en medio del proyecto y, de repente, The Black Keys se encontraron con que tenían varias canciones entre manos que no desentonaban con las que habían formado parte de sus cuatro discos anteriores. Así que, ya puestos, pensaron en contar con Danger Mouse como productor y dar un pequeño golpe de timón a su trayectoria.
Cuando un productor reputado se pone a trabajar con un grupo alternativo, hay una posibilidad bastante alta de que su sonido quede oscurecido en el resultado final, casi irreconocible. Pero no estamos hablando de un productor cualquiera, sino de alguien que ha trabajado con Gorillaz, Dangerdoom, The Rapture, Sparklehorse o Gnarls Barkley, artistas de un sonido bien distinto entre ellos y que se ha mantenido en los discos en los que ha participado, con lo cual queda demostrado que Dange Mouse no se impone sobre el producto final y que, por el contrario, lo que consigue es sacar lo mejor de cada uno de ellos.
La fórmula, hasta ahora en los cuatro discos de The Black Keys, había sido básicamente voces, guitarras y baterías en discos sin productor grabados en Akron, Ohio. Para Attack & Release, además de contar por primera vez con un productor, el dúo se fue a Cleveland a grabar y acabó incorporando distintos instrumentos como banjo, vibráfono, bajo, órgano, flauta, etc.
La base sigue estando ahí, en ese blues-rock con el sonido de los 70 como principal referencia, en algún lugar entre Led Zeppelin, unos Free más cercanos al punk y Creedence Clearwater Revival, no muy distante a lo que también hacen The White Stripes, que ahora mismo deben estarse muriendo de envidia viendo lo conseguido por sus colegas The Black Keys.
Sin embargo, la inclusión de nuevos instrumentos no aparta a Daniel Auerbach y Patrick Carney de sus referentes, sino que lo que consigue es reforzar y ampliar su paleta sonora y, también, la de las estructuras de las canciones, su dinámica, su tensión y sus texturas, adaptando su sonido a una nueva dimensión sin dejar de tener la marca habitual de sus canciones.
Además, da la impresión de que, con Ike Turner en la cabeza o no, también han evolucionado en su forma de componer, paseándose por el soul (“Lies”), ecos de los 50 (“Remember When A”, “So He Won’t Break”) el hip-hop con atmósferas de bluegrass (“Psychotic Girl”), el country (“All You Never Wanted”), el jazz-funk (“Same Old Thing”), el garage (“I Got Mine”, “Remember When Side B”), o la conseguida “Things Ain’t Like They Used To Be”, que condensa al final del disco en cuatro minutos casi todos los estilos que han tocado. Será difícil que este año encontremos un disco más completo de rock tradicional.