THE ANTLERS
The Antlers, en el ático del universo
“Pop de cámara para la era digital”. “La versión contemporánea de Deerhunter”. Son dos de las definiciones que se han utilizado con The Antlers, el grupo que tomó su nombre de una canción de The Microphones. Hasta que Hospice fue distribuido internacionalmente, ya había grabado varios discos como proyecto personal de su líder, Peter Silberman: Uprooted, en el 2006, The February Tape, registrado en una hora en una bañera, In the Attic of the Universe, integrado por una única pieza ambiental, y, finalmente, Cold War, un álbum registrado en una semana utilizando solamente guitarras acústicas y voces.
Grabaste varios discos antes de que Hospice os diera a conocer a un público más numeroso. De todas formas, aquel disco también fue editado de manera independiente antes de que un sello quisiera relanzarlo. ¿Os esperabais la respuesta que tuvo?
– No sabía muy bien qué esperar. Simplemente lo grabamos y se editó. Por suerte, empezó a tener atención de bastante gente y, también, de los medios, hasta que FrenchKiss lo relanzó. No teníamos una idea concreta y fue todo bastante inesperado.
¿Se podría hablar de Burst Apart como un disco de un grupo en contraposición a Hospice, que empezaste tú solo y que se componía de canciones mucho más autobiográficas o personales?
– En el caso del disco anterior, se trataba más bien de canciones mías a las que otros músicos fueron añadiendo su colaboración, montando también al mismo tiempo una banda para tocar en directo, en lo que al final fue una larga gira. En el caso de Burst Apart solo estamos los tres que hemos intervenido desde el principio: Darby Cicci, que toca varios instrumentos, el batería Michael Lerner y yo, en las ideas y la construcción de las canciones. Los tres formamos el grupo hoy y ellos son dos de los músicos que me ayudaron entonces.
Supongo que la grabación y, puede, la composición de las canciones estuvo condicionada por el hecho de haber estado de gira y de tener finalmente una banda.
– Sí, claro, porque cuando se editó Hospice no éramos una banda propiamente dicha, sino un grupo distinto que salió de gira y tuvo que encontrarse a sí mismo, un grupo que se tuvo que ir haciendo durante los dos años de la gira. Después, al volver, se había creado una dinámica que ahora ayudó a grabar el disco, sabiendo que tendríamos que tocarlo después en directo.
En esta ocasión, cuando componías, ¿buscaba evocar algunos sentimientos a través de las canciones? Creo que te interesaba logar una emoción con la electrónica.
– No queríamos hacer algo obvio con la electrónica, sino crear algo sin perder de vista la melodía y la estructura clásica de las canciones. También buscábamos hacer algo que fascinara al oyente y que sonase expansivo al mismo tiempo, trabajando con las texturas, que es algo que también estaba de alguna forma en Hospice. Creo que suena especialmente bien con unos auriculares.
En esta ocasión, a diferencia del disco anterior, no hay un concepto que aglutine todas las canciones, pero hablas de “intentar entender la felicidad” y “crecer”. ¿Serían esos dos los temas principales?
– Con Hospice se habló de que el disco giraba en torno a un paciente que muere de cáncer, en lo que había algo de cierto, pero también se podía entender como una metáfora de una relación sentimental abusiva que se termina. En este álbum sí se encuentran temas como la pérdida, las soledad, pero también el deseo de conectar con los demás, de encontrar un lugar al que llamar hogar, algo más positivo, de tratar de entender la felicidad.
“Putting the Dog to Sleep”, que está situada al final del disco, parece mostrar algún tipo de esperanza para una pareja que se desintegra. Supongo que lo has hecho a conciencia.
– Sí, se trata de una canción más optimista, un poco como reacción al disco anterior, al dramatismo que había en él, como reconociendo pero pensando también que se puede intentar avanzar. Quería hacer una canción así.
¿Puede que la música soul haya sido una influencia determinante a la hora de enfrentarte al nuevo álbum?
– Sí, en los últimos dos años hemos estado escuchando bastante aquella música, todo el soul clásico, que tiene una honestidad, una pureza y un desgarro increíbles. En mi caso me quedaría con The Temptations o Percy Sledge…
¿Cuándo te diste cuenta de que querías y podías hacer música?
– La verdad es que crecí rodeado de música y componiendo y, más tarde, grabando siempre, pero no participé en otros grupos. Bueno, eso sucedió cuando Hospice fue reeditado. Nunca antes había pensado que podría llegar más lejos, ni tan siquiera tenía un plan. Grabé aquel disco, y toda mi intención era ver qué sucedía con él. Por suerte, fue creciendo de forma gradual, interesando a más gente, hasta que se lanzó de nuevo y ya The Antlers despegó definitivamente.
Supongo que, como fan, habría un momento, un artista o un disco que te descubrió que querías dedicarte a esto.
– Lo cierto es que lo sabía desde que tenía 6 años, cuando empecé a tocar la guitarra. Mi intención siempre fue centrarme en esto. Quería ser músico, componer canciones, y lo iba a intentar por lo menos. Nunca se me pasó por la cabeza tener otra ocupación, así que no hubo un momento concreto. Jimi Hendrix y The Beatles fue lo primero que me enganchó. Después, Jeff Buckley, que me descubrió un amigo, para acabar apreciando la voluntad experimental de Radiohead, aunque ahora esté en una dirección diferente.
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