SUEDE 1994
El descompuesto universo de Suede
Uno de los guitarristas más creativos de los últimos años decide dejar a su banda. Nada nuevo en el mundo del rock, salvo si tenemos en cuenta que se trata de un grupo con un único disco y que la ruptura se produce en medio de la grabación de su segundo disco, el que todos esperan con ansiedad para conocer el verdadero alcance del fenómeno Suede.
Tras escuchar Dog Man Star, resulta difícil pensar que desavenencias durante su grabación con el productor Ed Buller puedan dar al traste con uno de los tándems mejor complementados de los últimos años, al estilo de Lennon y McCartney o Morrissey y Marr. Bernard Buttler lo avisó desde un principio: las limitaciones que suponía trabajar en el seno de un grupo con un sonido tan evidente encauzaban sus composiciones en una única dirección.
Muy claro lo tiene que tener Buttler para pensar que, después de jugar un papel decisivo en asentar la reputación de Suede con este definitivo segundo disco, puede superar en solitario lo aquí conseguido. La experiencia nos dice que quien se queda con el nombre, en este caso el resto de la banda, tiene la fama mientras que quien los deja, inquieto por colaborar en otros proyectos, sólo obtiene el apoyo de la crítica.
Su sustituto Richard Oakes, de 17 años, puede poner el futuro de Suede en nuevas y jóvenes manos. Por ahora no deja de ser un interrogante. Viene a añadirse a un grupo formado por Brett Anderson y Matt Osman en Hayward’s Heath en el 89, al que se les añadió Bernard Buttler, tras contestar un anuncio en un periódico, y Simon Gilbert, al que encontraron en la taquilla de un club londinense.
Todo comenzó con la grabación de una maqueta -«Be My God/Art»- y los conciertos del año 1.991. Luego llegaron los excelentes singles «The Drowners», «Metal Mickey» y «Animal Nitrate», que dieron paso a un primer disco homónimo el año pasado, donde también estaba «So Young», y que les valió ganar el prestigioso premio Mercury Music.
Desde entonces, sólo un single nuevo, «Stay Together», permitió avanzar que Suede habían dejado atrás la estela del David Bowie de la época «Ziggy Stardust» para adentrarse en terrenos y planteamientos más arriesgados.
Todo ello se confirma desde el inicio de Dog Man Star con «Introducing The Band», un mantra recitado que suena como si los Beatles grabaran ahora su «Sgt. Peppers» y con líneas como: «Dog Man Star chupó una pastilla y apuñaló un cerebelo con una curiosa pluma. Europa, América, Winterland, presentando al grupo». «We Are The Pigs» es su primer single, avanzando sobre el pasado y centrado en los desórdenes de los suburbios de las grandes ciudades. Algo similar ocurre con el futuro single «New Generation», lo más cerca que los renovados Suede están de su disco de debut.
Según ha declarado el grupo, la idea original del álbum era centrarlo en las estrellas del mundo del espectáculo, como una metáfora sobre la belleza, el sexo y las obsesiones que hacen que las imágenes tomen el lugar del amor real. «Heroine», por ejemplo, se pasea por los ídolos adolescentes, con un tratamiento musical que recuerda a «So Young». «Daddy’s Spedding» es un sueño en el que Brett vuelve atrás en el tiempo para salvar a James Dean de su accidente y, en su lugar, acabar tomando drogas con él y animándolo a que lo haga. «This Hollywood Life», un catálogo de atrocidades cometidas en el nombre del entretenimiento, tenía originalmente el título «Trashy», debido a sus guitarras en la onda New York Dolls.
Lo que queda es lo más interesante, sobre todo «The Wild Ones», canción de amor que comienza haciendo referencia a la banda sonora que la radio pone a la última mañana de una pareja juntos, y que toma el nombre de una vieja película de Marlon Brando. Tal y como ellos dicen, la cima de Suede. «The Power», un himno atemporal de corte soul, es el primer capítulo sin la guitarra de Bernard Buttler, y «The Asphalt World», un largo tema que intenta capturar el estado de languidez que dejan ciertas sustancias prohibidas.
Hay más: en «Black & Blue» una pareja interracial se separa por la incomprensión de la sociedad. Y la historia de soledad de un ama de casa que ha perdido su amor se cuenta en «The 2 Of Us» y se retoma en «Still Life»; en esta última, una orquesta de 40 componentes pone un final épico bastante apropiado para el tono del álbum, como si fuera la única vía de escape posible.