Sapo S.A. Memorias de un ladrón

Sapo S.A. Memorias de un ladrón

 Nacho Medina y Eduardo Mendoza

(Mediaset-Amazon Prime)

El mayor logro de esta serie de cuatro capítulos es haber sentado frente a la cámara a Jon Imanol Sapieha Candela, alias Sapo, sin duda el criminal más exitoso, frío y cínico de la historia reciente de España. Con un ego descomunal, un coeficiente de inteligencia muy superior al resto de los mortales -él mismo se encarga de restregárselo en la cara al espectador y a los realizadores- y sobrado da carisma, Sapo resulta ser un psicópata pragmático con un enorme poder de seducción.

Sus tres primeros capítulos se centran en el robo a un banco de Yecla en la Nochebuena de 1998 -17 millones de euros de entonces se llevaron-, el robo de los cuadros de la casa de Esther Koplowitz y la liberación de los presos del barco Alakrana. Él fue el artífice de todo eso y de muchas otras cosas que calla. Cuando al final le preguntan si volverá a robar, lo jura por Snoopy, con una carcajada que retumbará en tus oídos días después.

Es la única declaración salvable del capítulo 4, innecesario por cuanto resume los tres anteriores y solo incorpora declaraciones de uno de los directores que poco aportan. No obstante, los tres capítulos anteriores resultan uno de los ejercicios más fascinantes de la televisión reciente, todo gracias a una excelente realización pero, sobre todo, al personaje más hipnótico y manipulador que se haya plantado delante una cámara. La explosiva revelación final de la tercera entrega -donde debería haber acabado la serie- justifica todos los calificativos anteriores. Y nos quedamos cortos.

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