SALVADOR DE BAHÍA, BRASIL
Salvador de Bahía, el Brasil africano
Una explosión de razas y culturas. La mayor concentración de población de color del Brasil. La capital de la música. Así es Salvador, la capital del Estado de Bahía, rodeada de bellas playas e increíbles parques.
Cualquier visita a Salvador se inicia y acaba en el Pelourinho, la adecentada ciudad vieja de la capital del Estado de Bahía. En sus calles esperan algún que otro monumento y un buen montón de iglesias, tantas como días del año, según dice la tradición.
La Catedral ocupa un lugar preferente en la Plaza da Se, siendo lo más llamativo del edificio su techo interior, de madera tallada y dorada. Al lado, en el edificio contiguo, se encuentra el Museo Afro-Brasileiro, centrado en las raíces africanas de la población de color de la ciudad y con una buena colección de paneles de madera dedicados a los dioses oryxas.
De entre todas las iglesias destaca la de San Francisco, con su decoración en oro repartida por todo el interior y un claustro recubierto de azulejos portugueses dedicados a la boda de uno de sus príncipes. Llaman la atención las grotescas y deformadas figuras de su interior, que no son más que la venganza de los esclavos negros que tuvieron que esculpirlas, ya que no les permitieron representar sus dioses y sólo podían dedicarse a los cristianos.
Un poco más abajo, en el Largo do Pelourinho, vale la pena darse una vuelta por la Casa-Museo de Jorge Amado, el escritor de Bahía y el más grande autor brasileño, donde, entre sus tres plantas, se guardan reproducciones de las portadas de sus libros en varios idiomas.
Al caer la tarde, mientras la ciudad vieja es un bullicio de gente, la música empieza a asomar por todos los rincones. Blues. Gospel. Jazz. O reggae, tal vez el ritmo con más repercusión en Salvador y que más anima sus calles.
Por algo es la cuna de buena parte de los músicos más reconocidos del Brasil: Astrud Gilberto, Caetano Veloso, Gilberto Gil, Gal Costa, Maria Bethania, Dorival Caymmi, Joao Gilberto, Carlinhos Brown…
Pero lo que más llama la atención son las percusiones, atronando desde cualquier rincón. No en vano Salvador es el centro de Olodum, el grupo de percusión más famoso del mundo. Tienen numerosas escuelas donde los niños escapan de la vida en la calle aprendiendo a tocar toda clase de tambores, timbales, bombos, berimbaus…
Todos los días se puede presenciar algún concierto o actuación improvisada en la calle, pero es el martes el día más importante. Ya desde primera hora de la tarde en la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario la celebración religiosa se convierte en un espectáculo gospel totalmente participativo, con todos cantando, y en el que conviven la veneración a los dioses cristianos con la que se tiene por los africanos.
A la misma hora, y en un escenario que se levanta cada martes en la Plaza da Se, comienzan los conciertos, en los que lo más habitual es encontrarse varios grupos de percusión y un cantante rapeando por encima, mientras la ciudad se congrega alrededor de numerosos puestos callejeros para tomar algunos pinchos y beber bastante cerveza. La fiesta continúa hasta bien entrada la madrugada.
Antes de dejar Salvador, conviene conocer la capoeira y el candomblé. La capoeira era el sistema de lucha defensiva de los esclavos africanos que se llevaron con ellos cuando fueron embarcados hacia Salvador. Como fue prohibida por las autoridades, la reconvirtieron en una especie de danza artística para poder seguir practicándola. Muchos grupos hacen demostraciones en las calles o en el Mercado, pidiendo después unas monedas sólo a los turistas. De todas formas, lo más recomendable es pasarse por alguna de las numerosas escuelas de la ciudad.
Se puede dejar para el final la visita a un candomblé, el culto en el que se invoca a los santos africanos. Se celebran en terreiros -casas o espacios abiertos-, en los que una mae de santa -sacerdotisa- conduce una espeluznante ceremonia a base de percusión, cantos y danzas, intentando convencer a los espíritus para que posean a los fieles presentes en la celebración, hasta que todos entran en trance.
Si aún queda tiempo, se puede optar por tomar alguno de los buses y parar en cualquiera de los pueblos cercanos, con posibilidad de acceder a sus solitarias playas. Merece la pena Praia do Forte, con su centro de recuperación de tortugas. O, también, acercarse hasta el Parque Lençois, donde se puede pasar tranquilamente una semana caminando hasta tener una idea algo aproximada de todo lo que encierra. Desde Salvador son seis horas de trayecto, una distancia insignificante en este país-continente.
OFICINA DE TURISMO: Rua de Chile, 2
También se puede obtener buena información del emigrante Pascual Colmenero. Rua Joao de Deus, 22. Tfo: 321-5118. (B & B Casa das Esmeraldas).
DOCUMENTACIÓN: Pasaporte en vigor
DINERO: Real, más o menos equiparado al dólar, o sea que equivale a unas 140 pesetas. Hay que llevar dólares y cambiarlos.
COMO LLEGAR: Air Europa tiene el billete de avión más barato entre España y Brasil, más concretamente a Salvador. Además, ofrecen los típicos paquetes de viaje más hotel a unos precios impensables hace unos meses.
ALOJAMIENTO:
– Albergue de Juventude do Pelo. Rua Ribeiro Santos, 5. Excelente.
– Hotel Chile. Rua Chile, 7. Un tanto destartalado.
– Albergue das Laranjeiras. R. Inácio Acciolli, nº 13. (071) 321-1366. Juvenil.
RESTAURANTES:
– Restaurante da Dinha, en Largo do Pelourinho, 5. Se convierte por la tarde-noche en un local para bailar reggae.
– Casa do Benim. Largo do Pelourinho. Menús africanos.
– Restaurante do SENAC. Largo do Pelourinho. Gastronomía bahiana.
– Restaurante en el nº 7 de la calle Sao Francisco. Barato y con sabor local.
LIBROS:
– Brasil. Ed. Lonely Planet (la más completa, aunque está en inglés).
– Brasil. Guías vivas. Ed. Anaya (Traducción de Rough Guide. Bastante completa aunque no totalmente actualizada.)