RUFUS WAINWRIGHT 2005

ENTREVISTAS 2005


Rufus Wainwright, sangre, sudor y lágrimas

 


 

Rufus Wainwright no tiene miedo de decir lo que piensa. En una época de una creciente ola conservadora en su país, su último disco, Want Two, entra en varios asuntos controvertidos, incluyendo los derechos de los homosexuales. Pero no se trata de un álbum político. Su cuarto disco vuelve a recoger esa forma característica de cantar, melancólica y con melodías propias de la ópera, con la que retratar el mundo según lo entiende Wainwright.

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En su cuarto álbum hay fascinación por la música clásica (“Little Sister”) y la espiritualidad (“Agnus Dei”), al tiempo que refleja su lucha por entender esta sociedad en la que vivimos (“Waiting For A Dream”) e incluye una oda emocional al desaparecido Jeff Buckley (“Memphis Skyline”).

 

También ha contado con sus allegados en la grabación. Su amigo Antony, cabeza visible de The Johnsons, colabora en “Old Whore’s Diet”, mientras que su hermana, la cantante Martha Wainwright, y su madre, la cantante Kate McGarrigle, participan en “Hometown Waltz”, aunque su padre, el cantante Loudon Wainwright, no aparece esta vez.

 

¿Es Want Two la continuación, el contraste o el otro lado de Want One?

         – Lo cierto es que nunca se concibieron como dos discos separados. Yo lo veo como un yin del otro yang. Es como la sombra del lado oscuro. Es el lado femenino del masculino que era Want One. Ambos intentan ser algo grandioso, pero mientras el primer disco estaba centrado en mis luchas personales, en mi triunfo personal por encima de lo que está pasando, este segundo habla más del mundo ahí fuera y lo oscuro que está.

 

Parece que, más que nunca, tus composiciones intentan ser algo relevante en relación al estado actual del mundo.

         – Sí, son tiempos apocalípticos. Y tengo que decir que no hay muchos artistas por ahí que quieran ponerse a hablar del tema. Todas esas estrellas del pop se creen que aún estamos en 1999.

 

Me parece interesante que en “Agnus Dei” combines elementos de la liturgia católica con una atmósfera de Oriente Medio.

         – Eso sucedió sin planificarlo. Me gusta decir que no pertenezco a ninguna iglesia o religión, pero creo que soy una de las criaturas de Dios. Soy un ser humano espiritual y creo que algunos de los ideales y elementos de la religión están llenos de contenido. Son los elementos espirituales los que me parecen muy interesantes. Me inspira mucho la música de Oriente Medio. El cantante egipcio Oum Kalsoum es uno de mis cantantes favoritos de todos los tiempos y me pareció muy bueno incluir ese aroma. Supongo que, si tuviera que explicarlo, diría que me gusta la sensación naturalista de Oriente Medio mezclada con los textos explícitos de la música occidental.

 

Canciones como “Old Whore’s Diet” ponen la piel de gallina. Ahí participa Antony, con el que también cantas en “What Can I Do” de su último disco.

         – Gracias. Escribí “Old Whore’s Diet” como una oda a la decadencia. Antony es un buen amigo y, francamente, creo que es el mejor cantante de la historia. Él es parte de la escena artística underground de Nueva York y está totalmente dedicado a eso. Conoce a todos los artistas y músicos. Soy muy feliz de darle un trozo de la atención que merece.

 

¿Estás contento con el equilibrio que has conseguido entre los arreglos rock y anteriores al rock? “Little Sister” podría haber sido escrita por Mozart.

         Mi voz es algo voraz y parece requerir sangre para sobrevivir, así que me gusta cantar cosas que supongan un reto, pero también que la gente quiere escuchar.

 

Has tenido tus problemas en el pasado. ¿En el momento en que conociste la muerte de tu antiguo compañero de sello Elliott Smith, pensaste que te podía haber sucedido a ti?

         Me dejó traumatizado por completo. Me hizo darme cuenta de que los cantantes-compositores somos, digamos, un grupo de riesgo. Jeff Buckley, Elliott Smith, Kurt Cobain… Hay un montón de trampas en el camino. Es una profesión dura y tienes que cuidar de ti mismo.

 

¿Te sientes más o menos impulsado por el estado de la industria musical de lo que estabas cuando empezaste?

         La generación de mis padres tuvieron más oportunidades: todos sus amigos eran compositores con un contrato, pero de una forma extraña, con el resultado de que lo que hicieron se distorsionó porque nunca pudieron sobreponerse al hecho de que la fiesta había acabado. Así que siento algo extraño al saber que tengo suerte porque es muy difícil llegar a la cima si haces algo por ti mismo, con tus teorías y tu pasión, y no sentándote delante de un ordenador. Hay una pared contra la que estrellarse y creo que me gusta más así.

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