ROBIN HITHCOCK

Robyn Hitchcock y su manifiesto 

Es uno de los grandes secundarios de la historia del rock; pero lo de secundario, ya es hora de que se sepa, más por falta de respuesta comercial que por su música -siempre recomendable, cuando menos-. Ahora, de la mano de un nuevo sello Liliput, se edita en España su nuevo disco, Spooked. Él mismo nos lo presenta.

«En este mundo de dudas solo tengo una certeza: que escribiré canciones, día a día -eso espero, por medios divinos, o diabólicos- más allá del día que me muera. 

Ser un tipo moderno significa tener siempre prisas y no apreciar las cosas hasta que las perdemos y quedan lejos en el pasado. Escribir canciones es mi modo de embotellar trozos de mi vida y almacenarlos, para saborearlos en el futuro. Del mismo modo que una tarde húmeda de agosto siempre me transportará al día en que Elvis Presley murió en 1977 y un nublado septiembre me trae algo de 1969, del mismo modo las condiciones climatológicas, mis canciones, son para mí algo parecido a una máquina del tiempo. 

De esta manera “Insanely Jaleous” me convierte en el tipo delgado, compañero embrujado,  que era en 1979, y “Glass Hotel” me lleva a algún sitio entre la Isla de Wight y San Francisco una década después. Sintiendo de nuevo las canciones viajo a épocas de mi vida en las que yo estaba demasiado ocupado como para prestar atención. 

Todas las canciones de Spooked son recientes, así que de momento me recuerdan simplemente a cuando las grabé en Nashville junto a Gillian Welch y David Rawlings. 

Mi mujer Michele me dio a conocer sus discos Hell Among The Yearlings y Time (The Revelador), así que, emocionados, conseguimos entradas para su concierto en Londres el pasado septiembre. Fue una cosa brillante; William y David anduvieron por el escenario con sus guitarras y sin usar ningún tipo de acompañamiento. Tocaron música que no parecía ser de ninguna época en particular, pero que provenía de hace muchos siglos. La más profunda de sus raíces, la más larga de sus ramas. Uno de los muchos momentos brillantes fue para mí una nueva canción  titulada “Miss Ohio”. 

Tiempo después me encontré a David en un bar y me dijo que yo le había firmado su guitarra en una tienda de Boston en 1989. También me confesó que solía ir a vernos a los Egyptians y a mí, allá por los 80. Antes de separarnos llegamos a la conclusión de que sería maravilloso que tratáramos de tocar algún día algo juntos y me dio su número de teléfono. 

Un mes después, alguien le mandó una foto a David Greenberger, el encargado de mi página web. En ella se veía un concurso de belleza en el momento en el que la nueva Miss Ohio estaba siendo coronada: su nombre era Robyn Hitchcock. Michele me sugirió que llamara David y a Gillian para contárselo. Hablé con William, la cual  no tardó en presentar la canción “Miss Ohio” con esta historia en el escenario en una actuación en Nueva York. 

La idea de grabar algo juntos resurgió y yo tenía un montón de nuevas canciones apuntadas, deseando vivir, en mi libreta. Tenía un fin de semana libre tras grabar unas escenas de una película en Nueva York en enero (una pequeña participación como operario siniestro en el remake de Jonathan  Demme de la película The Machurian Candidate) y cogí un vuelo el día 10 desde  esta helada ciudad a Tennessee. 

Después de tomar sushi en Nashville y un largo debate sobre Bob Dylan entramos en los estudios “Woodland” a las 10 de esa noche para echar un vistazo y al final nos quedamos 5 horas. En algún sitio por allí hay una versión de “Miss Ohio” conmigo cantando y tres tomas de “Bang A Gong”. 

En seis días ya habíamos grabado casi todo Spooked, que sería finalmente acabado en abril. Mis canciones nacieron amparadas por las de Dylan, y esto se conserva en el resultado final. Nos sentábamos todos en la ventana del estudio, cantando y tocando en directo, sin usar auriculares ni nada pregrabado. Nadie controlaba las canciones dentro; siempre empezábamos a tocar a la vez y la cinta siempre tenía que estar rodando. Era como el dibujo de un niño de una sesión de grabación. 

Para mí fue un sueño extraordinariamente bueno: sentarme allí con gente que admiraba pero con la que apenas si había coincidido y sentirme tan a gusto tocando con ellos tan rápidamente fue algo realmente novedoso. Era como si tuviera dentro de mí uno de sus discos, pero conmigo cantando también. ¡Fue un sentimiento maravilloso! 

Spooked son las grabaciones de los rayos de luz de este lago de sonido. Puede que el mundo sea un lugar enfermizo, pero la música es el doctor, y no hay nadie  más cualificado para curar que Gillian y David.»

Xavier Valiño

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