RICHARD HAWLEY

Richard Hawley, la calle es suya

 

En una época en la que incluso nuestras canciones favoritas se escuchan de forma aleatoria, necesitamos música que permanezca y se pegue durante un tiempo, álbumes que podamos seguir escuchando de una sentada hasta que se desgasten como habían hecho las generaciones anteriores con sus discos de Johnny Cash, Frank Sinatra, The Beatles y The Smiths. Algo real. Algo atemporal. Algo bueno.

Justo lo que ha conseguido hasta ahora con sus discos Richard Hawley, levantando el reto de la calidad con una economía de emociones baratas. Grabado entre enero y junio de este año, su nuevo álbum Lady’s Bridge está repleto de suficientes clásicos como para que te dure una buena temporada. La música buena no necesita de modas, consigue sus propios amigos. Y Lady’s Bridge encontrará muchos.

Cuando Coles Corner recibió una nominación para el premio Mercury Music Prize del 2006, Richard Hawley era un intruso, un antisocial, con un álbum cuyo éxito había sido lento pero que iba calando lentamente por el boca a oreja. Pero la misma noche de la ceremonia de los premios ya se había convertido en el favorito de mucha gente, incluyendo los ganadores Arctic Monkeys, quienes comentaron: “¡Que alguien llame al 091, acaban de robarle a Richard Hawley!”. Naturalmente, el propio Hawley ni se inmutó. ¿Qué se puede esperar de quien ha sido calificado como “el Elvis del Norte”, cuando él mismo se reconoce como “ese tonto gafotas de Sheffield”?

Hoy Coles Corner sigue sonando igual, pero la buena noticia es que con Lady’s Bridge Richard ha hecho un álbum igualmente digno. “No quería reinventar la rueda ni nada por el estilo”, explica. “Escribo canciones y toco la guitarra, eso es todo. No hay ningún misterio en eso. Sencillamente estoy en una búsqueda constante de algo hermoso, melodías que pegan. Eso es lo que hago; me resulta difícil de explicar porque en realidad es muy simple”.

Lady’s Bridge es más variado que Coles Corner. Según la ley de Hawley, todas las grandes canciones tienen que darte ganas de luchar, follar, llorar o beber. Lady’s Bridge satisface sin duda las dos últimas categorías y, una vez que sabes dónde buscar, también hay algo de las otras dos. La voz característica sigue presente y mejor que nunca, pero aquí Richard explora no sólo aquellas baladas sin esfuerzo que parecían detener el tiempo, sino también el rockabilly y el doo-wop.

 

Los temas de rockabilly (“Serious” y “Looking For Someone To Find Me”) llegaron tras su debut como actor en la película Flick en la que aparece como un pinchadiscos rockabilly de radio junto a la oscarizada Faye Dunaway. “Se suponía que yo iba a grabar la banda sonora, pero me despisté como hago siempre”, declara. “En vez de hacer lo que se suponía que tenía que hacer compuse “Serious”.

Al igual que con el mítico lugar de encuentro de los amantes en Sheffield, Coles Corner, el álbum toma el nombre de otro lugar característico de esa ciudad. “Lady’s Bridge es el puente más viejo de la ciudad”, explica Richard. “Históricamente conectaba la parte pobre de la ciudad, de donde vengo yo, con el lado rico. Pero significa también mucho para mí porque últimamente siento como que he cruzado un puente en mi vida”.

Lady’s Bridge es un disco intensamente personal por muchas razones, pero principalmente porque durante su grabación Richard perdió a su padre Dave Hawley en febrero de 2007, tras una batalla de tres años con el cáncer. Hawley padre era un hombre que no sólo inspiró a su hijo a coger una guitarra sino que le enseñó su ética del trabajo (formó parte de una generación de músicos que trabajaban todo el día en la industria del acero y luego, por la noche, daban conciertos) y su sentido del humor. Aquí, en palabras de Richard estaba “un teddy-boy de la primera ola que vivió la vida a tope y que podía hacer reír hasta a los gatos”.

“Era muy difícil no dejar que los acontecimientos que estaban ocurriendo afectasen al disco”, explica “Yo intenté mantener un equilibrio y estar al tanto, no perder de vista la bola. Lo último que mi padre me decía todas las noches en la residencia para enfermos terminales era: “Ahora, hijo de puta, no pierdas de vista la bola”. Y luego, justo cuando yo me marchaba, decía: “Y no te olvides de mi cerveza y mis cigarrillos”.

En homenaje a su padre, la portada del álbum muestra a Richard en el equivalente en Sheffield a The Cavern, el legendario Club 60, en el escenario donde su padre, hace más de 30 años, tocó con las leyendas del blues John Lee Hooker y Muddy Waters. No hay duda de que su padre también aprobaría la serie de vídeos que ha hecho Richard con el director de Made In England, Shane Meadows, uno de los fans de la creciente legión de seguidores de Hawley, que muestran al cantante en varios estados de ridículo disfrutando de un romance con un maniquí, manejando una silla de ruedas por su parque local y vestido como John Travolta cantando a lo crooner ante un público desconcertado en un hogar de jubilados.

“Shane consiguió hacer lo que yo quería”, declara. “Me tomo mi música muy en serio, pero los vídeos son un poco como una broma. Aborrezco los vídeos en los que aparece alguien actuando, sólo interpretando la música o ahí de pie. No sólo te están vendiendo algo esas marionetas, sino que además tienes que lidiar además con su ego y toda esa tontería de los bailes y cantes. Cuando haces vídeos estás, en última instancia, tratando de vender cosas a la gente, por lo que lo mínimo que puedes hacer es hacerlo con un poco de gracia y echarle humor”.

El álbum se grabó en los estudios Yellow Arch en Neepsend, Sheffield, en el destartalado edificio que Hawley y sus amigos ayudaron a restaurar hace casi cuatro años. Al igual que había hecho con Jarvis Cocker (a quien Richard persuadió para regresar a Sheffield si quería su ayuda para su álbum de debut en solitario) no se planteó nunca la duda de grabar en el extranjero o en un gran estudio.

“Todos esos sitios son como estar en la cubierta de la nave espacial Enterprise”, comenta. “Si vas a ponerte con lo esencial de lo que sientes, no necesitas pan italiano ni una mesa de billar. Tienes que centrarte en lo que estás haciendo: todo lo que necesitas es un equipo barato y lápiz y papel”.

Además, Yellow Arch le da lo que él llama “ese factor de los míticos estudios Sun en el distrito rojo, del barrio chino y la presión de entrar en el estudio con el esqueleto de una idea y salir de allí con una obra maestra”. En enero pasado empezó la grabación con 40 canciones en distintos estados de desarrollo. Cuatro meses más tarde se fue del estudio con 11 para añadir al cañón Hawley.

Lo mismo que ocurría en Coles Corner, los fantasmas se aparecen en Lady’s Bridge: son las víctimas de la Gran Inundación de Sheffield recordados en “Roll River Roll”, los rescoldos de pasados romances en “Valentine” y el glorioso “The Sun Refused To Shine” o la triste y sola inquietud viajera de “The Sea Calls” y “Dark Road”. Hay ternura en la encantadora “Our Darkness”, que muestra a nuestro héroe regresando al santuario de su hogar, y también hay agallas en “Tonight The Streets Are Ours”, probablemente la canción más hermosa que hayas podido escuchar sobre la brutalidad de la política de los gobiernos británicos ante comportamientos antisociales. Por ahora no hay quien pare a este tonto gafotas.

 

¿Te sorprendió el éxito comercial de Coles Corner?

         – Sí, completamente. Me trastornó, ya sabes, porque yo nunca esperaba que nadie captase lo que hice, para nada. Fue una agradable sorpresa, pero fue un poco una carrera loca porque en un minuto estás como haciendo música en una especie de estudio secundario en Sheffield y luego, al minuto siguiente, estás en la tele y en los periódicos y todo eso. Me dejó desconcertado por un tiempo, pero luego piensas: “Esto está bastante bien”, porque yo no me dispuse a ser un artista de éxito; ocurrió porque tenía que hacerlo. Llegué a cierta edad en mi vida donde sencillamente pensé: “Si no hago esto y saco estas ideas que tengo, voy a llegar a los 60 y encontrarme mirando atrás a mi vida y realmente lamentarlo, arrepentirme”.

 

¿Te reconocen ahora por las calles de Sheffield? ¿Cómo se siente eso?

– A veces te trastorna, especialmente si estás en medio del supermercado o algo así, pero siempre es agradable. Hasta ahora, nadie me partió la cara o quiso matarme todavía. Sí, es agradable, y además no creo que la gente de Sheffield esté tan impresionada. Siempre está ese: “¡Vamos, hombre!” o “Me gusta eso”, porque simplemente significa que tu cabeza no puede hacerse demasiado grande, y te mantiene en tu sitio, cosa que es… Ya sabes, sigo viviendo en una casa adosada en Sheffield, criando a mis tres hijos, que es lo que quiero hacer con mi vida,  principalmente. Simplemente ocurre que toco música.

 

¿Cuánto tiempo llevas escribiendo canciones?

         – Desde que era un crío, muy joven, sí. Recuerdo a mi padre subiendo las escaleras cuando yo tenía unos 10 años, y diciendo: “¿Para qué demonios tienes todavía la luz encendida? ¡Deja esa guitarra!” Yo simplemente estaba sentado allí tocando y dije: “No sé de quién es esta canción. ¿De quién es?” La toqué un poco y él dijo: “Es tuya. Ahora, ¡vete a la maldita cama!” Apagó la luz y yo me quedé allí pensando: “¿Qué quieres decir, es mía?” Era la primera vez que me di cuenta de que podía de hecho hacer mi propia música, por mí mismo. El arte de escribir canciones es algo que siempre me ha fascinado, cómo puedes crear algo de la nada. Es increíble.

 

¿Escribes porque tienes que trabajar o porque apuntas hacia un producto final?

         – No, nunca miro al final. Es donde estás. Si supieras qué es lo que va a pasar en tu vida, sería muy aburrido. Para mí es simplemente la música. El Fin. Ya sabes, punto final. Todo lo demás es adyacente y… Digo que vi como mi padre casi se mataba en la acería, y mis tíos, y siempre me decían: “No vayas a la acería”. Tocar la guitarra en cierto modo supongo que es una forma de evitar tener una carrera, pero es bastante extraño que al final acabó siendo como eso, pero no me importa. Me gusta estar ocupado y trabajando. Es simplemente la música. Eso es. El Fin, ya sabes.

 

El telón de fondo de tus canciones es a menudo tu propia ciudad, los sitios que conoces, la gente que te encuentras, particularmente en Sheffield. ¿Existe una razón para esto?

         – No me gusta la idea de escribir canciones sobre algo de lo que no sabes nada. Muchos compositores escriben cosas como situaciones que imaginan, y a mí no me gusta eso. Tiene que ser algo que esté basado en la realidad y me gusta el hecho de que las cosas mundanas puedan ser realmente románticas y hermosas cuando se ponen en el contexto de una canción o una obra o una película o lo que sea. El otro día estaba conduciendo con mi mujer en el Peak District (otra de las cosas buenas de vivir en Sheffield es que tienes un cinturón verde al 100%) y vi a mi alrededor algo como las grandes llanuras en América, como yo lo imaginaba, o la tundra rusa o algo así… Está como a 3 Km de mi puerta, y me gusta el hecho de que, como dije, puedes poner cosas muy simples y mundanas como telón de fondo para una canción y toman una gran importancia y resonancia, algo que no conseguirías simplemente hablando sobre ello, creo.

 

¿Sientes que Sheffield es a veces una ciudad que se pasa por alto?

         – Sí, históricamente creo que Sheffield está bastante olvidada. Es una ciudad enorme. Tiene un ambiente único, creo. No importa lo que le hagan arquitectónicamente: ha intentado reinventarse a sí misma en innumerables ocasiones. Pero hay algo en el espíritu de la gente que vive en Sheffield que los hace bastante fuertes y con un gran sentido de humor también, que es otra razón por la que me quedo, porque la cabeza nunca puede hacerse tan grande, ya sabes.

 

¿Qué música escuchas en casa?

– Escucho discos, la colección de discos de mi padre, de mi tío y de mi abuelo. Desde Caruso a Mario Lanza hasta los Everly Brothers, Howlin’ Wolf, Roy Orbison, Sanford Clark, Sonny James… Podía seguir así sin parar.

 

El álbum se llama Lady’s Bridge. ¿Puedes aclararlo?

         – Lady’s Bridge es… Era el punto de paso más estrecho del río Don y fue construido… Esto no se podía inventar, ¡sinceramente! Fue construido por un príncipe normando llamado William de Lovetot. Creo que se construyó originalmente en 1145 y estaba hecho de madera, y al lado de él había una capilla que se llamaba Capilla de Nuestra Señora, y el puente tomó el nombre de Lady’s Bridge de eso. Creo que fue Enrique VIII, que encargó a un albañil llamado William Hill que lo construyese de piedra, y tenía peldaños, por lo que los coches no podían cruzarlo. Tenían que pagar un peaje para trasladar sus cosas por él, pero retrasaba el comercio, supongo, del castillo, donde está el mercado del Castillo en Sheffield ahora. Así que tiraron los peldaños y allanaron el puente para que los coches pudieran cruzarlo, pero también fue una especie de… Era un lugar que separaba la parte pobre de la ciudad, que es donde se desplazó toda la industria en los últimos años, de la, digamos, parte este y oeste, que era como la parte opulenta de la ciudad. El símbolo de un puente es literalmente cruzar de un punto a otro, y yo recientemente llegué a los 40 y había muchas cosas en mi vida que han sucedido en el último año o así, cuando tienes que dejar cosas atrás y avanzar. Es realmente difícil a veces hacer eso. Realmente es el simbolismo de eso, supongo.

 

¿Es el simbolismo del puente algo particularmente personal para ti?

         – Bien, mi padre falleció durante la grabación del disco y él había cruzado virtualmente cada puente por el que yo he pasado alguna vez en mi vida, y sabía que no cruzaría este conmigo. Llegó a medio camino, de hecho, porque escuchó la mitad del álbum, pero nunca escuchó el resto, y eso es una gran parte de ello. Va sobre pérdida y cosas negativas en tu vida que tienes que perder y es importante avanzar… A cosas más brillantes, más alegres, espero.

Hablemos de algunas de las canciones en Lady’s Bridge. El álbum se abre con la preciosa “Valentine”. ¿Puedes contarnos algo de esa canción?

         – Bueno, trata sobre ser duro, aunque… “No necesito ninguna tarjeta de San Valentín. No necesito ninguna rosa”. Trata sobre cuando pierdes a una pareja, de cómo la gente se recupera otras veces, vuelven a estar enteros y a veces no lo hacen bien, porque cuando estás con alguien eres la mitad de un todo y luego, cuando esa persona ya no está, eres solo una mitad. Es una habilidad y una cosa valiente también, volver a ponerte entero y a veces… Me ocurrió en el pasado y te endurece, emocionalmente, de forma que no sientes nada, y trata de eso en realidad.

 

Mucha de la imaginería en este álbum es muy naturalista: lluvia, ríos, viento y horas nocturnas. ¿Es la naturaleza una inspiración para ti?

         – Son sólo elementos; no importa dónde vayas y dónde vivas… Incluso si vives en Tokio o Nueva York o Londres, un sitio real que es muy, muy urbano, la naturaleza te afecta. No puedes evitarlo. Dondequiera que vayas, los elementos naturales te afectarán.

 

“Roll River Roll” (“Rueda río rueda”) se refiere a la Gran Inundación que hubo en Sheffield en 1864. ¿Puedes hablarnos un poco de eso?

         – Siempre me irrita, mucho, de hecho, que en Sheffield, no sé la razón, pero nunca erigieron un monumento a las víctimas de la inundación, y no sé si es un acto arrogante, pero esa canción es, en cierto modo, como una especie de monumento a las víctimas de la inundación. Trata sobre el fantasma que todavía acecha al río y que no estará en paz hasta que alguien lo recuerde. Porque fue hace mucho tiempo, hace unos 140 años. Dice: “Estoy desamparado, perdido y olvidado”.

 

La parte central de “Roll River Roll” es una preciosa melodía de piano. ¿Cómo surgió eso?

         – Lo que más me gusta de esa canción es, de hecho, Jon Trier, mi teclista, bueno, nuestro teclista. Es el que toca el piano ahí. Lo hizo todo en una toma y fue un momento verdaderamente mágico en el estudio, simplemente observándole a él tocar. Fue sencillamente precioso. No tuve que pedirle que tocara en ningún estilo determinado. Él lo hizo todo por instinto, y eso fue genial.

 

El primer single es “Tonight The Streets Are Ours” (“Esta noche las calles son nuestras”). ¿Cuál fue la inspiración para esta canción?

         – Vi en un programa de televisión una ciudad en Inglaterra donde había como unos concejales, la policía y las autoridades que se estaban auto-felicitando ellos mismos porque habían resuelto una amenaza social, que eran chicos prendiendo fuego a los coches y eso y lo otro. La forma en la que lo resolvieron fue utilizando una nueva arma del gobierno contra ellos, que es la ley ASBOs (siglas de Anti-Social Behaviour Order, ley especial creada en Irlanda y Reino Unido para combatir comportamientos antisociales). Me puso, muy, muy, muy enfadado, porque bien podrían también en ese Ayuntamiento, que estaba fuera de la ciudad, poner algo que fuese como el muro de Berlín para sencillamente… Eso lo resuelve. Bueno, no lo hace, ¿verdad? Se les fuerza incluso a estar en sus propias casas, por ley, y eso no cambia lo que está pasando por sus mentes. No es una solución, no a largo plazo, y la mayoría de esos chicos están probablemente faltos de cariño, quizá. No creo que la gente haga cosas como ésa, comportamiento antisocial, sin ninguna razón. No digo que sea bueno, porque no es bueno y necesita resolverse, estoy de acuerdo con eso, pero no estoy de acuerdo con sus métodos.

 

¿Trata también sobre estar seguro en las calles?

         – Ya sabes, es como verlo desde ambos lados de la barrera. Pequeñas señoras mayores no pudiendo ir a la tienda sin que les dé alguna patada algún bruto, pero también viendo el punto de vista del bruto. En realidad es algo un poco más humano, más que: “¿Por qué tiene alguien que robar y matar y violar?” Existe una razón, ¿sabes a lo que me refiero? Nuestros grandes líderes parecen pensar que la solución es un trozo de papel que dice: “No hagas esto, ni esto, ni esto”. Funciona porque lo para, pero en realidad no elimina las razones por las que ocurre, y esta gente está ahí elegida democráticamente. La última vez que miré era, al menos, un país democrático, elegido democráticamente para solucionar las cosas, y no lo hacen. Ésa no es una solución, porque está en el interior de la mente y los corazones de las personas lo que tienes que solucionar.

 

Una de las canciones más rítmicas y rockabilly del álbum es “Serious” (“Serio”). ¿Cómo surgió?

         – Ocurrió por accidente. De hecho, empezó como un vals [risas], lo creas o no. Yo estaba por aquella época trabajando en una banda sonora para una película. Querían como música con influencias de los 50, y yo lo cambié a un estilo barroco, convirtiéndolo en algo ágil, y ése fue el final del asunto. Me dije: “Espera un minuto. Ésta no va para la película. Ésta va a ir para el disco”. Estaba con el batería Dean Beresford y el contrabajista Johnny Word, y la sacamos en un día. No llevó mucho tiempo para nada. Pasamos un buen rato escribiéndola. Fue muy divertido tocar ese tema, pero era realmente muy rápido.

 

“Our Darkness” (“Nuestra oscuridad”) es un título extraño, en cierto modo, porque parece que no trata sobre oscuridad para nada.

         – Son divagaciones de almohada. “Ella tiene la fuerza para decir las palabras que yo no puedo decir”. Trata sobre cuando la puerta se cierra, las luces están apagadas, y eres sólo tú y tu pareja. Ahí puedes discutir las cosas que no podrías hacer con nadie más, en primera instancia, pero seguramente no pudiste discutirlo en cualquier otro momento del día; y ahí hay una cercanía, si tienes suerte, que no puedes compartir con nadie más. Va un poco sobre eso, supongo. Es bastante íntima, en realidad.

 

“Our Darkness” incluye una sección de metal. ¿Cómo surgió eso?

         – Sí, sí. Siempre me gustaron los metales de Yorkshire, el sonido que tienen. Me gusta mucho, mucho. Fue de hecho una idea de Colin, del coproductor, no fue idea mía. Es una persona con mucho talento y un buen amigo; pensó que en vez de hacer cosas con cuerdas, que hacemos mucho, por qué no intentar con un grupo de metales. Yo estuve de acuerdo. Parecía ir bien con el resto porque tiene un sonido hogareño.

 

¿Cómo describirías “Lady Solitude” (“Señora Soledad”). ¿Como una canción triste?

         – Sí, no la describiría como la canción más feliz y alegre que he escrito, pero la última línea, en el último párrafo, creo que es: “Esta mañana nos verá darnos los últimos adioses”. Va de nuevo sobre dejar las cosas atrás y avanzar. Es también optimista en muchos aspectos, porque creo que es una cosa positiva dar un paso para intentar al menos decir: “Ése es el final de eso y el principio de esto, tengo un futuro por el que mirar adelante y ahora”.

 

“Long Dark Road” (“Larga carretera oscura”) es una canción pop muy alegre. ¿Cuál es el telón de fondo?

         – Sí, trata de mi comportamiento, porque a veces soy una criatura bastante asilvestrada. Me siento cómodo durante un rato en el hogar, ya sabes, calentándome al lado de la chimenea, y hay otras veces en las que literalmente tengo que ponerme en marcha e irme, y trata sobre eso. Con suerte te aclaras lo suficiente, que serás bienvenido de vuelta en casa [risas].

 

¿Qué hay de “The Sea Calls” (“El mar llama”)?

         – Mi pasión por un escritor llamado Patrick O’Brien, que es sin duda uno de los mejores escritores de todos los tiempos, en mi humilde opinión, y es una especie de canción de carretera, transpuesta a un barco. Vas a buscar tu fortuna, te roban los piratas por el camino, pero todo como que acaba bien al final, porque regresa a casa y le compra a su amor un vestido nuevo con todo su oro robado.

 

“Looking for Someone to Find Me” (“Buscando a alguien que me encuentre”) es un título contradictorio en muchos sentidos. ¿Es simbólico también?

         – Es como que tienes que hacer el esfuerzo para conectar con las cosas y la gente, y supongo que es un poco de lloriqueo en realidad. Va sobre timidez, de hecho. Es no tener los medios y la habilidad de conectar con la gente en el sentido en que te gustaría. Es un poco como una conversación fantasiosa que has tenido con alguien, una chica, cuando la conoces y no sé, avanzas hacia ella y, al final, simplemente dices: “Erm… ¿tienes cambio de una libra?”. Ese tipo de cosa, en vez de lo que realmente quieres decir, y estás en cierto modo queriendo que alguien más haga todo el esfuerzo, ya me entiendes.

 

El álbum se cierra con “The Sun Refused To Shine” (“El sol no quiso brillar”). ¿Puedes contarnos algo de este tema?

         – Sí, trata sobre una amiga mía que se casó con la persona totalmente equivocada y fue realmente una decisión errónea. Trata sobre no precipitarse con las cosas. Creo que ella pensaba que casarse le haría asentarse y estar tranquila. Era una persona bastante creativa y, cuando se casó, hubo una ola de calor; en medio de la ola de calor, y en el día que se casaba, hubo una enorme tormenta eléctrica. De ahí el título y, sí, fue realmente un día espantoso.

 

¿Puedes hablarnos de los músicos que tocaron en el álbum?

         – No puedo subestimar la contribución que los chicos de la banda aportaron al disco. Está Colin Elliot al bajo, quien lo coproduce conmigo y es un multiinstrumentista. Está Shez Sheridan, el guitarrista, que es alucinante. Me deja anonadado lo bueno que es. También están Jon Trier a los teclados y el batería Dean Beresford. Son todos músicos de clase mundial. Yo quería que este disco fuese más una cosa de banda en cierto modo, porque todos mis álbumes como que los hice yo con alguna ayuda de otra gente. Hemos estado en la carretera durante unos 18 meses, y yo quería utilizar esa cercanía, porque como banda, musicalmente, hemos intimado mucho, y también como compañeros y amigos. Quería que eso se reflejase en la música y dejar que todo el mundo contribuyese y tuviese su momento en el disco, cosa que es importante para mí.

 

Recientemente debutaste como actor en la película Flick. ¿Te imaginaste alguna vez el día en que estarías haciendo una película con Faye Dunaway?

         – No. No. Eso fue… Cuando era un chaval, si me hubiera imaginado eso, ya sabes. Probablemente estaría muy contento con tocar sólo en bares y clubes, mientras que pudiese hacer música. Nunca había actuado antes y, recién salido de la jaula, ese tipo de situación: la primera cosa que hice fue actuar con Faye Dunaway. Pero ella estuvo genial: es una profesional consumada.

 

¿Cómo te involucraste en la interpretación? Pareces ser tímido en muchos aspectos.

         – Lo sé. Existe una contradicción ahí y he pensado bastante sobre eso. No sé, es mejor no pensar en las cosas demasiado, creo. Estoy con Yoda de La Guerra de las Galaxias: “Hazlo o no lo hagas”. No pienses. Ya sabes, son luces rojas y verdes. Ésa es la mejor manera de vivir la vida para mí, sin duda, porque todo lo que me ha pasado ha ocurrido puramente por accidente. No es por un plan diseñado en absoluto o no habría salido bien. Es sencillamente: “¡Es agradable estar aquí arriba! Agradable allí abajo”.

 

Después de Coles Corner, Lady’s Bridge es otro disco romántico. ¿Te describirías a ti mismo como un romántico?

         – En realidad estoy pensando en ello. Tienes que tener el tiempo y el espacio mental para pensar en las cosas simplemente de una forma diferente, ya sabes, distintas a cosas que de hecho ves. Sencillamente yo no lo veo como probablemente la mayoría de la gente, que piensan que una señal de tráfico o un lugar es sólo un lugar. Yo voy de acá para allá. ¿Qué hay de romántico en eso? Pero supongo que es porque he sido un vago toda mi vida.

 

¿Entonces estás satisfecho con el nuevo disco?

         – ¿Satisfecho con él? Creo que está bien, sí [se ríe a carcajadas]. Sí, está bien, eso.

Xavier Valiño

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