PRIMAVERA SOUND 2003
Festival Primavera Sound
Tormenta eléctrica y riesgo en el cartel
Belle & Sebastian
Tan sólo tres ediciones y ya está plenamente consolidado. Es más: hoy en día, Primavera Sound es el mejor festival de los que se celebran en España. Artísticamente, la selección viene siendo impecable y la organización se sitúa por encima del resto de los festivales estatales -únicamente alguno europeo se puede situar en las mismas coordenadas-.
Además, ha tocado techo. Su aforo, 12.000 personas, se ha cubierto de nuevo. El increíble recinto que lo acoge, el Poble Espanyol, no da más de sí. Y, contradiciendo al resto de eventos similares, avanzan que su intención no es crecer, sino intentar conseguir un cartel de similar riesgo y acierto en las propuestas musicales, o incluso superior, al tiempo que buscar una mejor distribución de los escenarios. La organización es consciente de que ése es, tal vez, el único punto a mejorar: dos escenarios, en concreto el Nasti y el CD-Drome, se han quedado pequeños este año por la cantidad de gente que no quería perderse ni una sola de las actuaciones.
La diferencia principal con festivales similares, en especial con el de Benicassim, que sigue una línea similar, aunque con mayor atención a grandes reclamos, es que el Primavera Sound se celebra en Barcelona. Y, aunque parezca una perogrullada, tiene su razón: al contrario que otros acontecimientos, en los que los interesados en un estilo se reúnen en un punto determinado del mapa durante varias jornadas, aquí son principalmente los barceloneses ávidos de sonidos distintos a los convencionales los que acuden en masa.
No son necesarias, por lo tanto, infraestructuras de alojamiento para la ocasión -¡esos impresentables campings!- ni tampoco se trata de un público homogéneo: al lado de los realmente interesados en la música alternativa no es extraño encontrar curiosos que buscan descubrir nuevas sensaciones. El dato no se debería escapar: hay una audiencia potencial muy grande que no se encuentra representada en los medios.
Una vez comentado el éxito artístico y de público, queda repasar lo allí visto y oído. La fiesta presentación del jueves se abrió con los experimentales Godspeed You Black Emperor, grupo que se negó a compartir escenario con otros artistas que graban con multinacionales, que montó un improvisado referéndum sobre si esperar al público que aún estaba en las colas de acceso y que invitó a la rebelión contra el sistema de identificación digital.
Anécdotas aparte, su concierto, totalmente a oscuras, se situó en un punto intermedio entre Pink Floyd y Mogwai, lo que puede parecer interesante o no según la valoración que se tenga de los mentados. Una hora más tarde, en la Sala Apolo, el líder de The Streets, Mike Skinner, no supo refrendar en directo uno de los discos más logrados de los últimos años, Original Pirate Material, desfigurando la contundencia y belleza de sus canciones con una actitud propia de un hooligan.
Todos los principales reclamos del festival, emplazados en el escenario Nitsa-Apolo de la plaza principal del Poble Espanyol, estuvieron a la altura de las circunstancias. El viernes se sucedieron grandes conciertos de Arab Strap, entre la melancolía y la desazón, Yo La Tengo, con un pie en el lirismo y otro en la intensidad eléctrica, Teenage Fanclub, con sus melodías infalibles, y Belle & Sebastian, un grupo que, pese a lo que se pudiera pensar a priori por su folk-pop intimista, cuenta ya por éxitos sus tres actuaciones multitudinarias en España. En esta ocasión, su directo se situó por encima del que ofrecieron el año pasado en el Festival Internacional de Benicassim y casi al mismo nivel que el de ese mismo festival en el 2001.
El sábado abrieron la jornada Television presentando un disco clásico de hace 25 años con una única concesión: interpretaron su añorado “Marquee Moon” en una asombrosa versión de 20 minutos. Sonic Youth, veteranos y venerados de la escena alternativa, insobornables donde los haya, provocaron la catarsis sobre el escenario con su enésima lección de intensidad eléctrica, en la que fue la actuación más concurrida y que sirvió de prólogo a la tormenta atmosférica que se desencadenó a continuación.
Mogwai, mientras descargaban los elementos, se empeñaron en divagar por la vertiente más contenida de su repertorio. Al final, con White Stripes, la lluvia arreciante se fundió con los ritmos crudos, simples y viscerales de la banda más laureada de la actualidad. Con tan sólo una guitarra, una batería y una voz a veces distorsionada, lograron más ruido que todos los demás; por si no quedaba claro, para acompañar su planteamiento retro, el sonido fue el más deslucido de las tres jornadas.
En cuanto a los otros escenarios, merece la pena destacar la inmensa presencia escénica de Nacho Vegas, el pop cristalino y atemporal de The Go-Betweens, el encanto en directo de Mary Gauthier, el salvaje y atronador concierto de los veteranos Wire o la completa exhibición del trío del sello Def Jux, compuesto por los raperos El-P y Mr. Lif y el pinchadiscos RJD2.
Si a esto se le suman atractivas actuaciones desde las 12 de la mañana en el Mercat de las Flores, una feria discográfica y un ciclo de cine con películas relacionadas con la temática del festival e inéditas en nuestras pantallas, lo que queda es un maratón agotador pero plenamente gratificante en lo musical. Primavera Sound, el festival definitivo.