PLACEBO

 Placebo, tres muescas más

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Bien, todos tenemos nuestro grupo favorito y en los últimos meses han aparecido unos cuantos artistas revelación. Mientras tanto, aunque los hayamos olvidado y para muchos ya no tengan la misma relevancia de antaño, Placebo sigue ahí, tras más de diez años, cuatro discos y un recopilatorio, vendiendo millones con sus canciones oscuramente románticas.

 

“El tamaño del éxito ha sido gradual desde el  primer álbum”, declara Stefan Olsdal, uno de los tres componentes del grupo junto a Brian Molko y Steve Hewitt. “Cada álbum ha ido un poco mejor que el anterior, así que no fue una gran sorpresa. Hemos aprendido nuestro oficio a lo largo de los años y la banda ha ido creciendo en directo también. En la última gira había cinco personas sobre el escenario que nos liberaron a mí y a Brian para poder dar un poco más de espectáculo. Fue como meternos un poco en nuestros papeles, y nos sentíamos cómodos en ellos.”

 

Sin embargo, lo que es verdaderamente notable de la ascensión de Placebo, es que siempre ha ido mano a mano con un extraño apetito por no ceder a la inercia -lo hayan logrado o no-, el descubrimiento personal y el espíritu de contar historias. Según han ido despojándose gradualmente del andrógino choque-chic de su génesis en 1994 cambiándolo por disecciones más crudas, directas y maduras del núcleo de azufre de la humanidad -las perversiones que nos escondemos mutuamente, las agonías y humillaciones que nos infligimos, las adiciones con las que cargamos y, en ocasiones, la esperanza que a menudo nos negamos- también han dado pasos osados adentrándose en territorio musical antes no transitado.

 

Black Market Music introdujo elementos de hip-hop y disco en su rock melancólico. En Sleeping With Ghosts experimentaron con electrónica, loops y abundancia de artificios de estudio. Retaron valientemente a su público, ganándose una legión creciente de fans que se acercaban a ellos totalmente identificados con su particular mundo.

 

Y su quinto álbum de estudio, Meds, da un nuevo vuelco a lo que se espera de ellos, con más canciones compuestas y una búsqueda de lo elemental. “Nos encontramos en una situación en la que estábamos haciendo un disco que tenía demasiadas canciones”, declara Brian. “Antes siempre nos faltaba una, así que el baremo de calidad se ha alzado. Hay al menos cinco o seis singles en este álbum”.

 

Dejaron que Dimitri Tikovoi, su productor francés, se deshiciese de su enfoque intencionadamente electrónico, una dirección que la banda perseguía tras haber escrito el duro y electrónico “Twenty Years” para su recopilatorio, hasta quedar en pura guitarra, bajo y baterías para dejar que la composición hablase por sí mismo.

 

“La idea de Dimitri para este disco era dejarnos hacer un primer álbum de nuevo”, explica Brian, “sacarnos de nuestra zona cómoda, retarnos a volver a incluir riesgos en Placebo. Rak es un estudio un poco anclado en el tiempo, no ha cambiado mucho desde los años setenta y ochenta. Allí no en una nave espacial digital; todo se convierte en algo muy basado en cómo tocas. Así que regresamos a un lado muy elemental de Placebo. Por ejemplo, donde normalmente recurriríamos a un teclado antiguo caro, recurrimos en vez de eso al piano. Creo que con el tiempo hemos desarrollado una reputación de ser bastante complicados y creo que disfrutamos de la libertad de volver a lo básico en este disco, dejamos espacio para que la parte compositiva trasluzca más que mostrar lo listos y lo buenos que somos en un estudio. Íbamos más por la simplicidad que por la elaboración.”

 

Sin embargo, en los textos encontramos de nuevo historias, sutilmente reveladas, de pérdida, confusión, venganza, amor, adición y dependencia a pesar de que se podría pensar que Brian Molko ya debería haber superado este tipo de cosas a estas alturas.

 

“Lo sé”, declara entre risas. “Supongo que estando en una banda de rock no se madura tan rápidamente como otra gente, independientemente de lo que ocurra en tu vida, o quizá porque estás tan habituado al conflicto y a las cosas tambaleándose al borde del fracaso que a veces tienes que crear ese algo a tu alrededor para sentirte vivo. Cuando se escucha el álbum, se descubren grandes dosis de confusión y desesperación. Las cosas no son nunca simples en el mundo de Placebo. Creo que lo interesante de la gente que protagoniza las canciones de este álbum es que siempre están atravesando algún tipo de conflicto, consigo mismos, en términos de su lugar en el mundo o en términos de dependencia o adición.”

 

En Meds encontramos cuentos sobre almas frágiles perdiendo el control porque han olvidado tomar su medicación (“Meds”), sobre la vergüenza difuminada del espejo del baño en un amanecer de bajón narcótico (“Cold Light Of Morning”) o sobre amigos que están tomando decisiones tremendamente malas en su estilo de vida (“Song To Say Goodbye”).

 

También hay, de forma algo misteriosa, un tema llamado “Space Monkey”, que nadie de la banda puede explicar pero que ha dejado a Stefan sobrecogido por la emoción. “Lo escucho y no nos escucho a nosotros tocando ni recuerdo estar grabándolo”, declara. “Es como si estuviese escuchando a otra banda y me provoca emociones muy fuertes cuando lo escucho. Es la primera vez que me ocurre eso con nuestra música.”

 

Sinceramente, ya nada puede detener a Placebo. Ésta es, después de todo, la banda que apareció el año pasado en Chile para satisfacer algunas promesas medio olvidadas de unos conciertos por allí, descubriendo que habían pegado el bombazo en Sudamérica sin haberlo notarlo siquiera.

 

“El primer concierto aparecimos en Chile”, recuerda Brian. “Nunca habíamos estado allí y no pensábamos que vendíamos tantos discos, y resulta que actuamos en dos conciertos con entradas agotadas de una capacidad de 9000 localidades; fue, por lo tanto, una forma increíble de empezar. Seguimos hacia Buenos Aries y tocamos ante 7000 personas, y luego hicimos ocho conciertos en Brasil con un recibimiento muy entusiasta”.

 

“Ser tan bien recibidos me sorprendió mucho y fue fantástico”, añade. “¡Y vaya un lugar tan genial para ir y actuar en grandes conciertos! Allí es todo un bombazo, el público es muy apasionado. Supongo que es ese algo latino. Morrissey es muy famoso en México y a Placebo les va muy bien allí, y en Brasil The Cure son enormes, así que el público está muy metido en este oscuro romanticismo y conecta muy bien con ellos.”

 

“Fue bonito ser capaces de recalar en un país que no habíamos visitado nunca y obtener el tipo de acogida que tuvimos”, añade Steve. “La banda actuó de forma brillante, pegamos más fuerte y estábamos mucho más metidos en ello que en las últimas giras que habíamos hecho. Fue ascender otras tres muescas en el nivel de rock.”

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