PETER GABRIEL: i/o

PETER GABRIEL: i/o (Realworld/Virgin)

Bien se podría decir que la obra de Peter Gabriel oscila entre “Sledgehammer” y “Panopticom”, entre una oda primigenia a su pene y otros conceptos más complicados, entre lo primario y lo mil veces razonado, entre el instinto y el intelecto. ¿Quién más que Gabriel, después de una década de silencio, basaría el título de su primer tema en un concepto tan oscuro como grandilocuente -Panóptico-? ¿Y quién más revelaría sus canciones una por una en cada luna llena, repartidas a lo largo de un año completo, y no en un trabajo digerible y fácilmente comercializable?

Los conocidos ingredientes del sonido de Gabriel están presentes en su primer disco en más de una década -y puede que el último-: ritmos inventivos, arreglos en capas, efectos de sonido originales y referencias a la ciencia y a otros temas absorbentes. Gabriel no solo es conocido como un artesano lento y cuidadoso, sino también como un eterno escéptico, que aquí astutamente deja al oyente la elección entre las dos caras de la misma moneda, la doble versión de sus doce canciones: una mezcla denominada más brillante del disco, Bright Side, y otra más oscura, Dark Side, cunado la diferencia rara vez es drástica.

“Playing for Time” resulta verdaderamente hermosa, y podría ser una canción de Randy Newman si su rango vocal fuera tan amplio como el de Gabriel. “So Much” y “Love Can Heal” evocan a Kate Bush, la compañera de Gabriel de antaño en “Don’t Give Up” y a quien tanto se asemeja en sus últimos años. En algunos otros cortes se echa en falta algún gancho cautivador, como si Gabriel hubiera estado trabajando en ello durante demasiado tiempo, lo que hace que el golpe inicial quede enterrado bajo otra capa de refinamiento. Sin ir más lejos, “Road to Joy” no suena lo suficientemente eufórico y “And Still” debería haber sido un poco más seductor para durar ocho minutos.

Este álbum contiene algunas canciones hermosas junto a otros momentos más arduos. Las letras de Gabriel tienen peso y se sienten necesarias, pero también intentan convertir al oyente a su causa, dejando en el aire la sensación de tener que disculparse con él si se detiene la grabación antes de tiempo o se salta una canción de vez en cuando. i/o suena imponente y melancólico al mismo tiempo, y esa es una combinación extraña.

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