PERROSKY
Perrosky, el ritmo de la calle
El dúo chileno integrado por los hermanos Alejandro y Álvaro Gómez lleva 10 años funcionando como Perrosky, grupo paralelo a su otra aventura de garage-rock, Guiso. Inspirados tanto por The Velvet Underground como por el folk de su país, han editado hasta ahora la casete Añejo (2001), el EP Otra vez (2004), el álbum El ritmo y la calle (2007), el disco de versiones Doblando al español (2008, con versiones de Johnny Cash, Ramones, Little Richard o Atahualpa Yupanki), el EP Campante y sonante, el mini-álbum Son del montón y el disco Tostado (2010), este último producido y masterizado en Nueva York por Jon Spencer y Matt Verta-Ray.
Hace poco se pasaron por España en su segunda visita, gracias al intercambio que promueve la Sociedad de Artistas Española con su equivalente chileno (la SCD), en el marco del acuerdo que desde hace 6 años mantienen las sociedades de los países latinoamericanos y España para fomentar el intercambio de propuestas musicales. Charlamos con uno de los grupos de garage más interesantes de Latinoamérica aprovechando su visita.
El grupo empezó como un proyecto en solitario tuyo, Alejandro, en una onda más folk, ¿no? Luego pasó a ser más garage con la incorporación de Álvaro.
– Sí, el grupo empezó como una cosa más de solista, más íntimo, con canciones grabadas en una habitación. En directo no me gustó el resultado. Mi hermano me pidió que le mostrase las canciones, y decidió unirse a mí, incorporando su lado más garage, más salvaje. Desde luego, es más fácil funcionar como dúo para llegar a acuerdos a la hora de grabar, componer y hacer giras. Además, nos llevamos bien, y seguramente hay más telepatía entre nosotros. De todas formas, intentamos olvidarnos de la relación familiar al hacer música.
Vuestra discografía se reparte entre EPs, mini-LPs y LPs. ¿Cuándo decidís qué tipo de disco vais a editar y cuántas canciones va a llevar?
– Tenemos nuestro propio sello discográfico, Algorecords, y lo que intentamos es capturar en cada edición la misma energía que sentimos cuando hacemos las canciones, para que no se pierda la frescura, la inmediatez. Preferimos concentrar la energía, aunque sean pocas canciones en el disco, sin preocuparnos por el formato. En El ritmo y la calle, por ejemplo, se quedaron fuera ocho canciones, que más tarde recuperamos en Son del montón.
En Doblando al español hacéis versiones muy interesantes de canciones que, en su mayoría, estaban cantadas en otros idiomas. ¿Fue fácil? ¿Quedaron canciones fuera? ¿Alguna que no pudierais adaptar al español?
– Fue un capricho. Ahí sí que no quisimos dejar fuera ninguna canción. Algunas canciones las veníamos tocando desde hace tiempo, así que nos fue fácil grabarlas. Nos salió bastante bien. Solo algunas como “Dime”, la versión de Rolling Stones, surgieron una semana antes en el estudio. Hay dos versiones de The Velvet Underground que surgieron por un festival de homenaje al grupo en el que participamos.
En España era bastante común en los 60 adaptar canciones foráneas, pero ahora casi nadie lo hace. ¿Es algo que recomendáis? ¿Algún consejo para grupos a los que les apetece hacerlo pero no se atreven?
– En Chile se hacía también bastante en los primeros tiempos del rock’n’roll. La verdad es que estos ejercicios refrescan bastante al grupo, entretienen y recargan de energía. Teníamos la idea de que esas canciones que tanto nos gustan eran simples, pero la verdad es que luego cuesta sacarlas. Me acuerdo, por ejemplo, de la batería de “Peggy Sue” de Buddy Holly. No es tan sencillo como parece, aunque eso también ayuda luego a hacerlas verdaderamente tuyas.
Todo crudo cuenta con la participación de Jon Spencer y Matt Verta-Ray, a quienes seguimos desde siempre en nuestra revista. ¿Qué tal vuestro trabajo con ellos?
– Somos grandes fans de su música, así que no sabíamos cómo iba a ser. Finalmente, fue todo sobre ruedas, y lo tomamos como un aprendizaje intensivo en poco tiempo, con ellos participando en todo momento y aportando ideas. Nos hicimos buenos amigos. Confiábamos en ellos como productores, mezcladores y músicos, así que les dijimos que jugasen con las canciones y que aportasen lo que quisieran.
Me gusta especialmente “Sigo esperando”, que me parece brutal. ¿Qué nos podéis contar de ella? Por cierto, me recuerda a una canción de un grupo español, Los Coyotes, llamada “300 kilos”.
– En ese caso en concreto tuvo que ver bastante que aparecieran nuestras novias en Nueva York después de días sin verlas, así que nos volvimos un tanto locos y pensamos que tenían que estar en la canción. Salió todo en el estudio, en directo, con Matt y nosotros soltándonos en el momento. Fue nuestro intento de hacer algo así como afro-beat, aunque lo que salió no tenga mucho que ver.
Campante y sonante era un proyecto para regrabar en varios discos vuestras canciones. ¿Cómo está esa idea ahora?
– Fueron unas canciones que grabamos para una radio online y nos gustó tanto el resultado que decidimos editarlo inmediatamente. En principio, no tendrá continuidad. Ahora mismo estamos con la grabación de nuestro siguiente disco, Vivos, que será un disco en estudio, y del que ya se puede descargar el single “Exilio” de nuestra web.
¿Cómo es la ciudad en la que crecisteis, Copiapó? ¿Ha tenido influencia en vuestra música?
– Alejandro: De alguna manera, sí, aunque probablemente la influencia en nuestras canciones haya sido de una forma inconsciente. A mí personalmente me gusta mucho el desierto, aunque a la hora de componer no pensamos mucho en ello.
¿Hubo algún disco, algún artista, alguna canción, algún hecho que os decidiera a ser músicos?
– De niños escuchábamos mucho a Led Zeppelin o Guns N’ Roses, pero después dirigimos nuestra atención a Robert Johnson y a los pioneros del blues, al folklore de países como Argentina y Chile, con gente como Atahualpa Yupanki, o al rock’n’roll de Elvis Presley o Chuck Berry. Curiosamente, la mayoría de artistas que nos gustan están muertos.
No es esta vuestra primera vez en España, ¿no? Ya habíais estado en el Primavera Sound. ¿Cómo fue vuestra primera visita?
– Sí, también tocamos en Madrid en la Sala Charada, con Fernando Milagros, aunque ese concierto pasó muy desapercibido. Sin embargo, la actuación en el festival Primavera Sound tuvo mucha más repercusión y fue la que más nos gustó a nosotros. El festival es muy profesional y conseguimos ver a bandas que nunca pensamos que podríamos ver en directo. Además, siempre es bueno conocer otros lugares, otra energía, conocer gente nueva. En Chile, aún falta bastante para llegar a este nivel de festivales, estamos a años luz, aún estamos empezando, aunque hay una nueva generación de artistas muy importantes.
¿Qué conocíais de la música que se hace en España? ¿Llega algo a Chile? Veo relación con grupos como Fantasmage.
– Lo cierto es que algunas cosas llegan a Chile, aunque seguramente sean pocas en comparación con la cantidad de artistas que hay. A nosotros nos gustan especialmente grupos como Guadalupe Plata, Wau y los Arrrghs!!! o The Right Ons. No conocemos a Fantasmage, pero investigaremos.
¿Qué otros proyectos tenéis en marcha?
– Tenemos también el bar Loreto en Santiago de Chile, en donde tocan todos los grupos que de verdad merecen la pena.
¿Sigue funcionando Guiso?
– Álvaro: Sí, paramos con Guiso a principios del 2010 para centrarnos en Perrosky, pero lo vamos a retomar ahora para un concierto al menos, ya que estamos celebrando el décimo aniversario de nuestro sello y Guiso fue la banda que lo inició todo.
¿Cómo va el sello Algorecords?
– En un lugar como Chile, donde el tipo de música que edita Algorecords no tiene mucha salida, no nos podemos quejar de cómo nos ha ido. Ya tenemos un nombre, una reputación, y nos hemos mantenido durante 10 años. Durante este tiempo con Internet el negocio ha sufrido un cambio radical. El modelo venía siendo el mismo desde el siglo XIX, grabar y editar los discos. Eso ahora ha cambiado y está claro que hay que buscar nuevas salidas. Por lo de pronto, los músicos han vuelto a los escenarios, que debería ser su elemento natural.
Por último, ¿cuál ha sido la mejor anécdota que os ha sucedido en el mundo de la música hasta ahora?
– Después de una fiesta en Santiago de Chile marchamos a casa de una chica y allí vi que tenía la primera casete de Perrosky, Añejo, la que grabó solo mi hermano. La chica me aseguró varias veces que se trataba de un cantante argentino de los 70 que había sido asesinado durante la dictadura. Por mucho que le aseguré que se trataba de mi hermano y que estaba bien vivo, no hubo forma de convencerla.
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