PAULINE EN LA PLAYA
Pauline en la playa, el rayo verde
Tras cuatro años sin disco nuevo desde Silabario, y con varios cambios por el medio (de discográfica, de lugar de residencia, con vuelta a las raíces) las hermanas Álvarez, Alicia & Mar, llegan a su quinto disco, Física del equipaje, convertidas ya en un referente de la escena independiente, atemporal y al margen de las modas. Y por muchos años.
A la hora de plantearos este nuevo disco, ¿qué fue lo que hablasteis entre vosotras y qué es lo que finalmente buscabais?
– Cuando componemos siempre es un proceso muy natural. Mientras vamos haciendo los nuevos temas, también vamos componiendo de alguna manera el disco, es decir, lo que será el conjunto final. No es algo que tengamos previsto de antemano, sino más bien un descubrimiento que va teniendo lugar con cada nueva canción. El disco se va construyendo poco a poco, pero siempre respetando cada canción lo más posible, intentando darle el aire que necesiten tanto en instrumentación como en producción. Hasta que no hemos terminado todas, no sabemos realmente cómo va a ser el resultado final.
Además del regreso a Gijón y el cambio de sello, ¿qué más ha sucedido para que salga un disco más luminoso?
– Han sido unos años de muchos cambios, pero no sólo por haber regresado a Asturias, sino porque los diez años que vivimos en Madrid fueron muy intensos, de mucho movimiento, mudanzas y trabajo… Ahora, con el regreso a Gijón tenemos más tiempo para nosotras. Y claro, la estabilidad laboral y personal también se filtra en los textos y melodías a la hora de componer.
Da la impresión de que el título del disco tiene que ver con ello. ¿Es así? ¿Qué buscabais?
– Sí, Física del equipaje resume muy bien nuestra experiencia como formación porque durante los 11 años de vida que ya tiene el proyecto, Pauline no ha dejado de cambiar. No sólo musicalmente (siempre ha sido un grupo muy flexible, lleno de inquietudes y ganas de probar nuevos caminos) sino también porque hemos tenido desde épocas en las que íbamos acompañadas por 10 músicos hasta otras en las que íbamos en formación de tres, así que este título nos parecía que de alguna manera hacia honor a la trayectoria y esencia del grupo.
¿Qué gana un disco así al ser grabado en analógico? ¿Es más difícil el proceso?
– Gana en matices y, sin duda, es un proceso mucho más complicado porque es más artesanal. No tienes tantas herramientas como en las grabaciones digitales y estás obligado a ser más fiel a la realidad, a la esencia del directo. Y ése es precisamente uno de los grandes valores del analógico, que al final escoges no la toma que haya quedado más perfecta, sino la más inspirada. Además la cinta mantiene más los matices y dinámicas de los instrumentos. Al escucharlo, tienes la sensación de que los instrumentos respiran entre ellos.
¿Son los textos de este disco una depuración de lo que habéis intentado en los anteriores, reforzando lo más logrado de lo que habíais hecho y, si acaso, intentado algo nuevo?
– La experiencia siempre actúa de esa manera, también en los textos. Al final, uno va reforzando aciertos y descartando cosas que no le gustaron. Pero en este disco, probablemente los textos son los más poéticos de nuestra carrera. Ya tenemos un imaginario propio, un universo Pauline que en este disco hemos definido un poquito más.
¿Se pueden considerar estas letras un poco una reacción a la melancolía de Silabario o simplemente muestra vuestra situación actual?
– Silabario fue compuesto en una época mucho más introspectiva, no sólo como banda, sino también a nivel personal. Era un disco que miraba hacia dentro, lleno de preguntas y por eso quisimos que sonara más desnudo, más crudo. Física del equipaje es todo lo contrario, pero no como respuesta a Silabario, sino como la expresión de una situación personal más serena y positiva.
A veces parece que utilizáis las palabras de forma especial, rítmica, fundiéndose con la música. Supongo que es consciente, ¿no? ¿De dónde viene o cómo os salen así?
– Para nosotras, el texto es muy importante, pero no sólo como mensaje, sino también como instrumento. Nos gusta utilizar palabras que sean muy sonoras, jugar con ellas, partirlas o incluso cambiar la acentuación para forzar las rimas… La intención es tratar las voces y melodía como un instrumento más.
Después de varios discos con distintos formatos y músicos, ¿cuál sería la novedad en el sonido en este caso? ¿El acercamiento a vuestras raíces geográficas, con la introducción del acordeón diatónico, la zanfona, el ukelele…?
– La novedad, en el fondo, es la esencia del grupo: el gusto por trabajar con nuevas sonoridades sin ningún tipo de prejuicio. En este disco, por ejemplo, hemos introducido el ukelele, algo que teníamos muchas ganas de hacer y hemos vuelto a contar con cuerdas y vientos, aunque esta vez con un tratamiento diferente. La sorpresa fue descubrir, gracias a la colaboración con La Bandina en “Esos besos”, el acordeón diatónico. Cuando lo escuchamos, no nos pudimos resistir a meterlo en más temas.
Me gusta especialmente “Un gran país”. ¿Qué nos podéis contar de ella?
– Es probablemente la canción más grande del disco, uno de esos temas que al terminar de componer tienes la sensación de que ha quedado redondo. Que nos les sobra ni falta nada. Es una canción de conquista, de ahí que a la hora de arreglar el tema contáramos con casi todos los músicos que trabajaron en el disco. ¡Queríamos que sonara enorme!
Todos los discos contribuyen a ir creando el sonido y el universo de un grupo. ¿Cómo veis vuestra evolución desde los inicios hasta lo que hoy es Pauline en la Playa?
– Nuestra sensación es que la evolución ha sido muy coherente. Pauline siempre ha sido un proyecto muy flexible. No hemos tenido prejuicios a la hora de introducir instrumentos que son poco habituales en el pop. Muy al revés, los hemos tratado de llevar a nuestro terreno. Y precisamente esa inquietud es la que ha terminado por darle un sonido propio y muy personal al grupo.
¿Ha ido cambiando con el tiempo lo que queréis decir en las canciones o la forma en la que lo decís?
– Siempre hemos hablado sobre nuestra intimidad, sobre las cosas que nos rondan la cabeza, aunque desde una mirada poética. No se trata de canciones autobiográficas estrictamente, pero sí que responden a las inquietudes que tenemos en cada momento, así que el momento es el que marca de qué hablamos en las canciones.
Siempre se menciona a Vainica Doble en relación a vosotras, pero yo lo veo más en las letras y en la forma de entender la música que en el sonido. ¿Cómo lo veis vosotras?
– Pues así también. El parecido sin duda es más textual que musical, pero en las letras sí encontramos grandes coincidencias. No sólo porque ellas también cantaban a lo cotidiano, sino porque lo hacían con mucha ironía, con mucha lectura entre líneas… En ese sentido, si que nos parecemos, y para nosotras es todo un orgullo que nos comparen con ellas.
¿Y os veis haciendo esto dentro de 30 años, con una larga carrera como la de ellas?
– Sin duda. Pauline es un proyecto de largo recorrido. Nuestra intención es que siga siendo nuestra constante, que nos acompañe a lo largo del tiempo.
¿Abre este disco nuevas vías, nuevos caminos para que Pauline en la Playa siga investigando, creciendo y creando?
– Totalmente. Con Física del equipaje Pauline ha ido un paso más allá… Es como un punto y seguido. Uno va componiendo a partir de lo último, así que lo siguiente que hagamos tendrá como punto de partida el sonido de este disco. Adónde nos lleve, de momento es una incógnita.
Yo diría que ahora Pauline en la Playa es ya un grupo al margen de las novedades y las etiquetas, con un sonido atemporal, con una consideración y un aprecio. Supongo que es una de las mejores condiciones en las que estar para crear y trabajar, ¿no?
– Sí, es algo que nosotras cada vez notamos y agradecemos más. Lo que te da una carrera larga es precisamente más libertad. Estar al margen de las modas o las etiquetas te deja mucho espacio para hacer lo que quieres, y ésa siempre ha sido nuestra filosofía como banda.
¿Cómo veis la repercusión del dúo a todos los niveles tras vuestros anteriores discos y los once años de vida?
– Pauline está en una posición privilegiada. Siempre hemos tenido muy buena respuesta entre público y crítica pero, sobre todo, tenemos unos seguidores muy fieles que nos siguen acompañando a lo largo de estos años. Sentimos que el proyecto se respeta y eso, como comentábamos antes, te da mucha libertad, un margen de comodidad en el que trabajar muy a gusto y seguir teniendo ganas de hacerlo.
¿Creéis que estáis en el lugar que os corresponde o pensáis que podríais llegar a más gente?
– Nosotras hacemos música independiente en el sentido más literal de la palabra. Nunca hemos tenido la pretensión de entrar en el circuito comercial, lo que no quita para que te guste llegar al máximo posible de personas. Pero ése no es el objetivo final. Lo importante es que la gente que lo escuche lo aprecie, que le llegue y que se quede con ellos; que no sea sólo algo de consumo rápido, sino para disfrutar.
Hace poco murió Eric Rohmer. Además del nombre del grupo, ¿cómo se relaciona su cine con vuestras canciones?
– Hay muchos puntos en común, aunque cuando elegimos el nombre fue sencillamente porque la imagen a la que remitía nos gustaba, pero lo cierto es que el cine de Rohmer se parece mucho a la música que hacemos. Es un cine de medio tempo, tranquilo, en el que retrata lo cotidiano con delicadeza, con ironía, sin prisas y sobre todo, con mucha poesía.
¿En qué otros directores, escritores o compositores de canciones coincidís las dos?
– Nos encantan los escritores ingleses: Hornby, Kureishi, Ian McEwan o Lodge. En la música, por ejemplo ahora, las dos estamos muy enganchadas a Tunng, M. Ward o The Dodos, y respecto al cine, pues Woody Allen, Wong Kar -Wai o Tim Burton son apuestas seguras.
Por último, ¿cuál ha sido hasta ahora la mejor anécdota como grupo?
– Hombre, hay muchas, pero quizás la más alucinante fue en el 11S. Ese día estábamos en el set de rodaje de la serie de Antena 3, Compañeros. Estábamos de promoción con el disco Tormenta de ranas que acababa de salir. El caso es que cuando nos enteramos del atentado estábamos comiendo con uno de los actores, que era el sobrino de Emilio Aragón y nos enteramos de que las Torres habían caído por Francis Lorenzo. Entre tanta cámara y decorado, parecía algo aun más irreal.
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