PAUL WELLER 2008
Paul Weller, madera añeja
¿Qué puede hacer Paul Weller para que, de nuevo, caigamos rendidos a sus pies? Con The Jam vivimos su mejor etapa, de The Style Council se puede recuperar una buena parte y de su trayectoria en solitario, que abarca ya once discos, hay unos cuantos momentos para el recuerdo, aunque ninguno de esos álbumes en su totalidad sea tan defendible como el recién publicado, 22 Dreams. A sus 50 años lo ha conseguido. Y es que en la variedad está ese as que escondía. Este fin de semana está presentado su disco en Barcelona y Madrid.
¿Es éste tu Disco Blanco?
– Sí, creo que sí. Es ciertamente ecléctico, cuando menos. No hay un sólo corte que suene como otro. La sensación global es que quería ir más allá en esta ocasión, ir jodidamente a por ello. No buscábamos satisfacer a nadie, simplemente lo hacíamos para nosotros. Dicho esto, me gusta el hecho de que haya tan buenas canciones propiamente dichas ahí. Es algo gratificante.
Siempre has mantenido que nunca has co-escrito nada en el pasado, pero gran parte de este álbum lo has compuesto con amigos. ¿Qué es lo que ha cambiado?
– Sí, es cierto. Siempre he hablado con Bobby Gillespie o Noel Gallagher sobre componer juntos, pero siempre he rehuido la vieja historia de dos tipos en un local de ensayo tocando guitarras acústicas. Pero la colaboración que hice con Graham Coxon cambió mi forma de pensar. Fue algo más de larga distancia, enviándonos maquetas en discos compactos por correo. Uno de nosotros hacía cambios y enviaba de vuelta otro disco, así que los dos trabajábamos en la música en nuestro espacio. Me siento mucho más cómodo trabajando así.
¿Fue eso como un aperitivo para componer con otra gente?
– Sí, totalmente. Algo similar pasó con Noel Gallagher, que vino al estudio con un boceto con el que nunca había logrado hacer nada. Tocó el bajo y el piano y, después, Gem Archer (de Oasis) tocó la guitarra y yo fui sacando un texto por encima. Y así, como pasa con todas las canciones, aquello empezó a cobrar vida propia, completándolo con la sección de cuerda.
Simon Dine aparece acreditado como productor y también co-escribe varias canciones. ¿Ha sido él la principal diferencia con tus otros discos en solitario?
– Por supuesto. Es un viejo amigo, nos conocemos de hace tiempo y hemos hecho cosas juntos en el pasado, pero nunca había compuesto a medias con él. En este disco hemos hecho seis o siete canciones juntos. En la mayor parte de las cosas que hicimos, él empleó una base a partir de un loop de batería o un sample, y yo escribí melodías y letras por encima. Después, él se encargó de arreglarlo y ajustarlo, consiguiendo al final otra cosa. Creo que ese proceso incorporó nuevos elementos. También hicimos otros temas en los que casi todo fue improvisado. Pero nunca fue un proceso de dos tipos en una habitación con guitarras acústicas intentando componer algo.
¿Has vuelto a escuchar folk últimamente?
– Sí, claramente. Se trata de algo que empecé a escuchar aún al principio de mi carrera en solitario. Te das cuenta de que hay un mundo completamente distinto ahí fuera del que no sabes nada en absoluto. Y en los últimos años se han editado recopilaciones folk extraordinarias. Ha sido una influencia decisiva. Me traje a un guitarrista estupendo, John McCusker, para que tocase la guitarra de 12 cuerdas en un par de canciones, y también hay algunos cortes en los que estoy tratando de escribir un clásico del folk. “Where’er You Go” es mi intento de componer un moderno “Danny Boy”, la canción irlandesa que ha grabado tanta gente, o algo así.
Además del material folk, hay una sensación bastante pastoral por todo el disco.
– Sí, y hay un montón de referencias a los elementos. Como estuvimos trabajando en el disco casi un año, parece como si cubriera el ciclo completo de las estaciones. Siempre dejábamos la puerta abierta del lugar en el que lo grabamos en Surrey. Y creo que al estar en el campo eres mucho más consciente del cambio de estaciones que en la ciudad. Incluso acabamos grabando la tormenta, los pavos reales y los pájaros cantando.
Te atreves, por primera vez, con la música latinoamericana en “One Bright Star”…
– Recientemente he empezado a sentir algo por el tango. Me encanta esa música. Es realmente emocional y pasional. Y en las pruebas de sonido a menudo jugamos con ritmos de bolero y de tango. También en esta ocasión Simon tenía una base y en mi cabeza tenía una melodía, así que empezamos a improvisar con ello. La melodía está influenciada por la cantante argelina Souad Massi, quien ha sido de una gran inspiración para mí recientemente.
Hay una canción con recitado hablado, “God”. ¿De quién es la voz?
– Es de Aziz Ibrahim, que tocó con Ian Brown y los Stone Roses durante un tiempo. El hecho de que sea un musulmán le da otra dimensión a la canción.
Muchas de las canciones parecen fundirse en la siguiente, e incluso la última parece acabar donde empieza la primera, más o menos como el libro Finnegans Wake de James Joyce…
– Ja, ja, alguien dijo que este disco era como meterse en una buena novela. Creo que es una buena analogía. Quería que el álbum fluyese, que cada canción se diluyese en la siguiente. También, en estos días en los que la gente se descarga una o dos canciones de un disco, me gustaba la idea de que la gente quisiese escuchar todo el disco como una pieza completa.