PARÁLISIS PERMANENTE
Parálisis Permanente, la senda tenebrosa
Unos días antes de que la muerte nos dejara sin el cantante y factótum de Parálisis Permanente, en mayo de 1983, se hizo esta entrevista a Eduardo Benavente. La elección de Eduardo fue fruto de una discusión a nivel de la redacción del fanzine en el que se publicó que terminó por convertirse en el personaje a entrevistar. Aquella conversación se publicaría póstumamente, pero así es la vida… y la muerte. La recuperamos en honor al recuerdo de aquel grupo inigualable.
Desde luego. Las 12 de la mañana no es una hora muy alter-punk para hacer una entrevista. De todos modos, resignándome por el madrugón, marqué el número de Eduardo Benavente, pensando que, con toda seguridad, iba a enviarme al infierno por despertarle a horas tan intempestivas. Pero, a pesar de lo ronca que sonaba su voz a 600 km. de distancia, estaba (gracias al cielo) despierto.
– Eduardo Benavente: No, no estaba desayunando.
Menos mal, la cosa empezaba con buen pie. Empecé a repasar mentalmente todo mi background acerca del tipo en cuestión y Parálisis Permanente, que poco tiempo atrás había conseguido cortar la electricidad de «Zeleste» cuatro veces nada menos.
A ver, Eduardo Benavente entra de batería en los tiempos gloriosos de Alaska y los Pegamoides, cuando hablar de Pegamoides era sinónimo de originalísimo pop subversivo con más talento e ingenio que estudios de solfeo, pero vaya, bien. A finales del 81, cuando se separan los Pegamoides, crea Parálisis Permanente. Al volverse a unir el grupo matriz, Eduardo sigue en las dos formaciones pero tocando la guitarra.
A propósito, ¿cómo fue lo del cambio de instrumento?
– Es que con la guitarra puedo componer mis propias canciones. De todos modos, yo nunca puedo llegar a tocar bien un instrumento, soy demasiado nervioso.
En octubre del 81 graba un EP, compartido con Gabinete Galigari, con «Autosuficiencia», una especie de himno, y «Tengo un pasajero». Empieza la carrera al estrellato. El EP se vende como rosquillas y poco tiempo después graba otro EP, esta vez completamente suyo para, en julio del 82, grabar el primer LP: El Acto.
Referente a «Autosuficiencia», ¿qué piensas de las declaraciones de Ignacio Canut sobre la canción y sobre ti? (La letra de la canción es de Nacho Canut y en declaración a Rock Especial nº 19 habla de diferentes puntos de vista sobre la canción: el bueno, el suyo, y el equivocado, el de Eduardo Benavente).
– Bueno, Nacho Canut es muy aficionado a hacer declaraciones de este tipo. Para despistar, más que nada. Le conozco y sé que le encanta, de modo que lo que dice no me afecta para nada.
¿Pero tú te crees «Autosuficiencia»?
– Si no me la creyera un poquito, ¿cómo la iba a cantar?
¿Qué te parece el video de “Autosuficiencia” aparecido en Pista libre?
– Está bien, pero vaya.
¿Y eso qué quiere decir?
– Pues que está bien, pero vaya.
Ah.
– …
De todos modos, hay una par de cosas en el video que no veo muy claras. Una portada de Rolling Stone, con Keith Richards…
– Ah, es que me encanta Keith Richards.
¿Ah, sí? Y luego, eso del suicidio en la bañera…
– Bueno, no sé, yo nunca me he suicidado antes ni nada, pero quedaba bien.
A todo esto Oriol Llopis se entera de que después de tu actuación en Zeleste y de tomar una frugal cena en un bar de la zona alta de la ciudad bajasteis al Bagdad, el porno club más porno club de la parte baja. Oye, que por aquí apuntan que eso de ir al Bagdad es pose…
– Pose no sé si será. Yo es que me quería follar a un travestí. De todos modos, cuando llegamos ya lo habían cerrado.
¿Te parece acertado el que os incluya en un especial alter-punk?
– Desde luego, más acertado que incluirnos en uno de heavy metal o uno de pop, seguro.
¿Pero os conformáis con la etiqueta?
– Es la que más se ajusta a lo que hacemos, sí.
¿Qué es lo que escuchas de lo que se hace fuera?
– Killing Joke me fascinan, Bauhaus, Psychedelic Furs, los Clash todavía. Me gustaba mucho el cantante de Chelsea, que creo que ya no existen.
Yo creo que hacen psicodelia.
– También oigo cosas de los Exploited.
¿Y de aquí, qué? A propósito, hay gente que cree que en este país las cosas llegan siempre con un retraso de aproximadamente dos años. ¿Estás de acuerdo?
– Sí, sí. Esto es cosa de multinacionales, que…
No, yo me refería a que los grupos nacionales hacen música muy parecida a la que hacían los británicos dos años antes…
– Sí, también.
También hay quien cree que antes se copiaba mal y que ahora…
– Sí, sí, ahora se copia mucho mejor. Antes se intentaba hacer las canciones parecidas a determinada gente y salía todo al revés.
Pero, ¿no se aspira a más?
– Sí, claro, pero es lógico que hagan cosas parecidas a los grupos de antes, porque con los de ahora… Si vamos a hacer las cosas que se hacen ahora… Lo que hacen falta son grupos que arrastren a las masas, como antes Joy Division y grupos así. Ahora no sale ningún grupo con carisma para la gente.
¿Pero esto no se contradice con lo del «No more heroes» del principio del punk? ¿Crees que los Pistols, Stranglers y compañía se equivocaron con lo del «no más héroes»?
– Estaba bien que lo dijeran en su tiempo.
¿Qué te parece Ian Curtis?
– Estaba colgado. Me dijeron que se suicidó porque lo había dejado su mujer…
Es verdad.
– Pues estaba colgado.
Es justo decir que la explosión de los grupos ‘siniestros’ en Madrid…
– Pero nosotros no somos siniestros.
No, si yo no… ¿Que te parecen Gabinete Galigari?
– Están bien, pero no son siniestros. Tienen más swing, sus letras no son tan siniestras como pueden ser las de Joy Division.
Pues, ¿qué es siniestro?
– Décima Víctima. Eso sí que es depresivo. A mí me dan miedo.
Para finalizar, ¿que es esto de que de joven doblabas a Buggs Bunny?
– Es mentira, pero me hubiera encantado hacerlo. Cosas de los fanzines, que están escritos por músicos frustrados que solo aspiran a escribir en la columna musical de El País, ya ves. Pero no todos son así. Me gusta Estricnina y algún otro. Y yo creía que los fanzines no los leía nadie, pero los lee cantidad de gente.
Al colgar, me doy cuenta de que no le he preguntado ni si se folló al travestí ni el numero de Ana Curra, pero supongo que nadie es perfecto.
Manuel Diumenjo