NICK LOWE: Quality Street
NICK LOWE: Quality Street, A Seasonal Selection for All the Family (Yep Roc)
La prueba es infalible. Pinchamos el disco en el mes de noviembre, cuando la fanfarria y el ruido de la Navidad aún nos dejan ver los abetos sin talar, y funciona. Vaya si funciona. Quality Street, A Seasonal Selection for All the Family se descubre entonces como un álbum que merece el lugar destacado que le damos.
Hay mucho en él de Quality Street (Calle calidad) ese título que el honorable y veterano Nick Lowe le ha dado. La calidad le sale por los poros de la piel tras tantos años en el negocio. Aunque seguramente todos conocemos canciones de finales de los 70 de aquel Lowe que grababa en solitario o como parte de Rockpile, sin olvidar las suya que otros hicieron e incluso las de Brinsley Scharwz, uno diría sin temor a equivocarse que su mejor producción la ha grabado en los últimos años.
Durante la larga travesía de los 80, en la que se dio al consumo de alcohol y estimulantes sin freno, siguió editando discos en solitario, siempre dignos, e incluso dio vida a nuevos proyectos (Little Village, The Chaps, Noise To Go, The Country Ouftif) pero su autoestima no estaba en el mejor momento. Se sentía fuera de lugar entre tanto sintetizador y, además, no lograba asumir su falta de éxito. Al menos tuvo la suerte de que Johnny Cash -su suegro- se fijara en sus canciones, haciendo suyas varias de sus composiciones.
Poco a poco se fue dando cuenta de que la fama no es lo importante, saboteando cualquier intento de redimensionar su carrera. Buscaba un sonido, pero aún no sabía muy bien cuál, con quién grabarlo y de dónde saldría. Poco a poco fue imaginándolo y encontrándolo, con canciones cada vez más sencillas, compuestas a la vieja usanza, grabadas con sus músicos en el estudio todos a la vez y en las que no hubiese ninguna duda sobre qué estaba escribiendo su compositor.
Lo empezó a mostrar en The Impossible Bird en 1994 y lo ha seguido perfeccionando desde entonces en otros cuatro discos. En estos cinco álbumes, más que recomendables, ha encontrado un sonido propio que fusiona sin complejos country, soul y r&b, o sea, las raíces de la música popular norteamericana de las últimas décadas.
Hoy Nick Lowe no tiene reparos en mostrar en sus portadas la edad que tiene, sin esconderse, en reflexionar sin temor de las cosas de la edad adulta, sin por ello dejar de intentar llegar a nuevos públicos, al tiempo que se dedica en cuerpo y alma a grabar canciones de las que no avergonzarse, a pesar de que le salen con cuentagotas. Ya no le agobia la fama ni el éxito. Se ha convertido, finalmente, tras haber estado en mil batallas, en un clásico en vida, de los que mejoran con los años.
Su nuevo álbum, a pesar de un subtítulo (Una selección de temporada para toda la familia) que lo encuadra en un momento determinado del año, debería considerarse uno más de su trayectoria, el sexto de lo que The Impossible Bird empezó. Ahí está, por ejemplo, “I Was Born In Bethelem” que no desentonaría en cualquiera de sus últimos discos, “A Dollar Short of Happy”, compuesta con su amigo Ry Cooder, perfecta para escuchar junto a la chimenea, o una versión melancólica del “Old Toy Trains” de Roger Miller.
Quizás la mayor novedad es que aquí Lowe se suelta más y llega más allá que en los últimos tiempos, incluso hasta mentar sus inicios, entre canciones propias y acertadas versiones de gemas olvidadas en una ‘zona libre de trineos’, como lo define con humor. Hay rockabilly trotón (“Children Go Where I Send”), jazz perfeccionado hasta la saciedad por una banda infalible (“Christmas Can’t Be Far Away”), un be-bop regalado por su amigo Ron Sexsmith (“Hooves on the Roof”), un cántico como de taberna irlandesa (“Rise Up Shepherd”) o una adaptación de Roy Wood a ritmo de ska (“I Wish It Could Be Christmas Every Day”).
Pero también hay lugar para el pop irónico en la joya del álbum, “”Christmas at the Airport”, así como en “Just to Be with You”. “The North Pole Express” podría pasar por una recuperación del Nick Lowe de “I Knew The Bride (When She Used to Rock’n’Roll)”. Y la sorpresa está en “Silent Night” con su tratamiento Nueva Orleáns, poniendo fin a un recital de buen gusto, fina ironía y hasta comprensión por la época del año que se supone invoca. No es que conozca ni atesore muchos discos navideños, pero este se ha convertido ya en mi favorito después del de Phil Spector.
{youtube}oiSf083QM_U{/youtube}