NICK CAVE
Nick Cave, bajo la tutela del Mesías
Siguiendo su régimen de un disco al año, trabajo duro, nada de remolonear y esfuerzo al máximo iniciado por Nick Cave And The Bad Seeds con el lanzamiento de Nocturama en 2003, tenemos algo que pocos podían esperar: dos discos editados conjuntamente.
Son dos álbumes demoledores, preciosos, tempestuosos, potentes, implacables, sensuales y sutiles; líricamente, pasan de lo cínico a lo confiado, de la derrota al desafío, con temas como el amor, la guerra, la belleza, la infancia, el amor, el rechazo, la anestesia, la poesía, los panties, Dios, Auden, Johnny Cash, las patatas frías, demasiado dinero, poco dinero, el bloqueo mental del escritor, las flores, los animales y más flores. Pero quizás estemos yendo demasiado lejos.
Los integrantes de The Bad Seeds en 2004 son distintos de los que grabaron Nocturama, al haber abandonado la formación Blixa Bargeld y haberse unido el ex líder de Gallon Drunk James Johnston. “Ha tenido una gran influencia,” explica Cave. “Blixa, a quien adoro, era completamente esencial en The Bad Seeds. El extraer algo positivo de su salida fue una decisión de hundirse o salir a flote; también podíamos haber optado por ir de luto durante los próximos diez años. El cambio en la formación ha dado más espacio a Mick Harvey para tocar la guitarra, y Warren Ellis ha podido tocar más ritmo. James se ha unido con muchas ganas de trabajar, y ha aportado un sonido tremendo con el órgano.”
Mientras que Nocturama se compuso de forma deliberadamente rápida y frenética, ahora ha sido distinto. “Hemos pasado mucho tiempo encerrados componiendo los temas de Abattoir Blues/The Lyre Of Orpheus. La banda ha trabajado también codo con codo en los ensayos, logrando trabajar así el sonido de Bad Seeds.”
En este sentido, han contado con la ayuda del productor Nick Launay, quien les sugirió que grabaran en primavera en París, con el equipo analógico maravillosamente venido a menos de Ferber Studios. A Nick Cave le gustó. ‘Era fantástico. Era antiguo y está muy gastado, como nosotros. Allí creamos este sonido azotador,” explica, “pero con espacio suficiente para que nada pareciera fijo ni contenido. La pista rítmica está clara, pero lo demás suena improvisado.”
Para ello fue necesario realizar ensayos, un concepto extraño para un grupo formado por músicos amantes de la improvisación como The Bad Seeds. “Es muy difícil poner a ensayar a The Bad Seeds,” explica Cave, “pero con los días de ensayo con los intérpretes de gospel logramos incorporarlos en el desarrollo de los temas. Gran parte de la música se preparó en torno al elemento gospel, lo que elevó los temas a distintas cotas. Queríamos crear una música natural y cargada de emotividad usando a los intérpretes de gospel para añadir cierta ligereza a todo ello.”
“Teníamos cierto recelo a hacer un álbum doble,” añade Cave. “Los dobles suelen ser demasiado abrumadores, demasiada información. Pero parecíamos tener demasiados temas buenos y no tenía fuerzas para descartar ninguno, así que los dividimos en dos discos, cada uno de ellos con su propia personalidad, su propio título. Jim Sclavunos, que es un batería muy potente, se encarga de la percusión de Abattoir Blues, y en The Lyre Of Orpheus está Thomas Wydler, más silencioso y ligero. En las sesiones de composición de París recabamos un amplio espectro de material, rock progresivo, heavy metal, blues, country, todo tipo de cosas. Lo hicimos con picardía y humor y una indiferencia deliberada hacia el tipo de música asociado cómodamente al sonido conocido de The Bad Seeds. Aquello abrió las puertas para dar paso a todo lo demás, para que nada pareciera imposible.”
Un buen ejemplo de esta nueva situación es el primer single, “Nature Boy”, un tema pop feliz y vibrante acerca de cómo la belleza salvará al mundo. “Nos recuerda a “Come Up And See Me” de Cockney Rebel,” explica Cave, “del que todos somos fans, por supuesto. Es un tema pop pegadizo y sexy sin dobleces y nos pareció bien hacer algo así.”
Está claro que nos encontramos ante el mejor Nick Cave de los últimos años, con un disco a la altura de sus mejores momentos. “No escucho voces en mi mente diciéndome: ‘Lo podías haber hecho mejor’,” reconoce Cave. “He escuchado muchas veces este disco y no he oído ni una sola de esas voces. A lo largo de los años mi intuición interna acerca de cada uno de nuestros discos ha resultado ser cierta,” concluye, “y creo que éste es nuestro mejor disco.”
Xavier Valiño