NENEH CHERRY

Neneh Cherry, camino de regreso

 

 

Después de años de sonidos hip-hop, rap, house y derivados, empezaban a aflorar los resultados. Sobre todo en aquellos rockeros que, tocados por las manos de la música de baile, intentaban reconvertirse o evolucionar en su sonido.

 

Lo extraño es el proceso inverso, pero ya tenemos ejemplos. El primero es Moby, con su nuevo disco, imparable en el camino hacia los mejores del año. Y el más reciente Neneh Cherry. Quien tuviera oportunidad de verla en el Doctor Music Festival sabrá de qué hablamos. Salvo una pequeña introducción en la que recordó su antigua pasión por los samplers y los sonidos más cercanos al hip-hop, lo que Neneh Cherry hizo allí no fue más que un convencional concierto de rock, con versiones de Jimi Hendrix y ¡Procol Harom! Eso sí, con una voz que acaba con los recelos que uno pudiera tener y poniendo tanta pasión como en sus anteriores actuaciones. Lo que pasa es que muchos no quisieron aceptar esa reconversión o no lo supieron entender. ¡Vaya traición!

 

Neneh Cherry nació en Estocolmo en 1.964 y creció en un internado cuya ciudad más cercana estaba a tres horas en coche. Su conexión con la tradición musical negra le viene de su padrastro, recientemente fallecido: el trompetista Don Cherry era un influyente músico de jazz.

 

Después, vive en Nueva York un buen puñado de años, donde se une a un grupo de punk llamado The Nails. A los 16 años se traslada a Inglaterra y contacta con The Pop Group, un extraño grupo de Bristol, y con The Slits, un grupo británico de chicas que hacen su gira de 1.978 con Neneh Cherry. Durante más de un año se dedica a recorrer Inglaterra con Ari Up, la cantante y líder de The Slits.

Arruinada, trabaja como limpiadora en Nueva York, hasta que sus antiguos amigos de The Pop Group la llaman para dar la cara al frente de su nuevo proyecto Rip Rig And Panic. Su música, con muy distintas influencias –jazz, punk, funk e incluso piezas de música clásica-, resulta bastante incomprendida, pero le sirve para comprender que las reglas sólo están en la mente de cada uno. Después de tres discos, la banda se reconvierte en Float Up CP, de vida bastante corta, en la que Neneh Cherry también es la cantante.

 

Reaparece en 1.989 con la bomba incendiaria bailable “Buffalo Stance”, un primer single que le sirve para adelantar su disco de debut, Raw Like Sushi. “Manchild”, con vídeo de Jean Baptiste Mondino, le permite llegar a otro público, aunque la base es puro hip-hop. Más tarde participa en el proyecto antisida Red, Hot & Blue, con la versión de Cole Porter “I’ve Got You Under My Skin”, a ritmo de rap, en la que muchos ven sus tres minutos más logrados. Aparece también en la banda sonora de la película Hasta el fin del mundo de Win Wenders con una adaptación más corta y lenta del “Move With Me” que incluiría en su segundo álbum.

 

Para su segundo disco, Homebrew, cuenta con la colaboración de Michael Stipe, de R.E.M., el rapper Guru, de Gang Starr, y los Twilight Firm de Bristol, todo con la imagen de Mondino, y grabado en su casa de Suecia y en el internado en el que comenzó su formación. Poco después reaparece colaborando con Youssou N’Dour y, este año, con Tricky.

 

En los últimos tiempos, con tres hijos, y ya establecida en Málaga, se dedica a componer su tercer disco. La mayor sorpresa de Man ya se adelantó en aquel concierto en directo de los Pirineos. Neneh Cherry se dirige, con un disco de rock más convencional, hacia nuevos públicos. En él colabora Cameron McVey, su marido, y cuenta con la producción de Johnny Dollar, habitual desde los primeros tiempos.

“Woman”, el primer single, es una respuesta al famoso “It’s A Man’s Man’s Man’s World” que hiciera James Brown en los 60 en clave de reafirmación femenina, pero recordando que la mujer también necesita al hombre. “Together Now” es la colaboración con Tricky que ya había incluido éste en su proyecto de Nearly God. Y “Trouble Man”, una versión de su admirado Marvin Gaye, ya aparecía en Inner City Blues, un homenaje al soulman que se editó el año pasado.

 

También se recupera el mayor éxito de Neneh Cherry, aquel “Seven Seconds” que compusiera a medias con Youssou N’Dour, y que habla del racismo y las formas de mirar al color de la piel: “Cuando un niño nace, no tiene la más mínima idea de cual es el color de su piel”, cantaba en su estribillo.

 

En el mensaje Neneh va a lo que le afecta directamente: el racismo, el amor, la educación sexual, la muerte, la hipocresía…, alejándose poco a poco de la música de baile que la vio crecer en sus dos primeros discos, y con una colección de tiempos medios más lentos. Puede que consiga su propósito. Sus seguidores de siempre, mientras, esperan que se vuelva a dejar tentar por los ritmos secuenciados.

Xavier Valiño

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