NEIL YOUNG
Imagínate que el 12 de noviembre del año que viene cumples 50 años. Que detrás de ti tienes una parte de los mejores momentos de la historia del rock. Que en la última década casi todos los nuevos grupos te cuentan entre sus influencias. Y que el cabecilla de una generación, Kurt Cobain, se pega un tiro dejando una de las frases de una de tus canciones emblemáticas como testamento: It’s better to burn out than to fade away -«Es mejor arder de una vez que consumirse lentamente»-.
Ése es el caso de Neil Young, y lo que resulta a continuación se llama Sleeps With Angels –Duerme con ángeles– y, como siempre, no tiene mucho que ver con estos antecedentes. Neil Young es imprevisible y, una vez más, asalta tu corazón con doce canciones rabiosas.
El canadiense ha pasado por todas las experiencias, como para tener suficientes recursos. En su juventud sobrevivió a la diabetes, la polio, la epilepsia y al divorcio de sus padres. Su padre, un periodista deportivo de Toronto, publicó varios libros, entre ellos Neil & Me –Neil y yo-, sobre su relación con su hijo.
A través de los años, Neil Young ha sido parte esencial de diversos grupos: The Jades, The Esquires, The Classics, The Mynah Birds, Buffalo Springfield, The Ducks, The International Harvesters y Crosby, Stills, Nash & Young. Por si fuera poco, sus acompañantes han sido varios: The Rockets, The Stray Gators, Crazy Horse, The Shocking Pinks, The Restless, The Blue Notes o Booker T. & The M.Gs. También ha tenido tiempo para hacer breves papeles en algunas películas como 68, Journey Through The Past, Human Highway, Hecho en el cielo o Amor perseguido.
Sin embargo, lo que quedará para la posteridad son sus discos en solitario, de los que ya hay más de una treintena e incluso alguno no editado desde 1973, como Homegrown. Durante los 70, Young dejó una buena cantidad de clásicos como After The Gold Rush, Harvest, Tonight’s The Night, Decade, Zuma o Rust Never Sleeps. En los 80, en contra de todo el sistema y de su propia compañía, que llegó a demandarlo por la baja calidad de sus discos, se dedicó a experimentar con distintos estilos: country, techno, rockabilly, funk y blues.
Desde entonces, a finales de los 80, uno tras otro los discos de Neil Young marcan nuevas cimas difíciles de superar, comenzando con Freedom, Rockin’ In The Free World y Ragged Glory. En ese momento, grupos como Sonic Youth, Social Distortion o Dinosaur Jr. acompañaron a Neil Young en la gira “Spook The Horse” y la nueva generación comenzó a llamarlo ‘el padrino del grunge’.
Algunos de los mejores momentos de aquella intensa gira quedaron recogidos en el doble compacto Weld. Un tercer compacto, Arc Weld, se presentaba como una ‘escultura sonora’ de guitarra eléctrica compuesto de partes instrumentales de ruido y distorsión del final de sus canciones. Con Harvest Moon volvieron los temas acústicos y su Unplugged fue el único capaz de dignificar una idea bastante limitada.
Sleeps With Angels viene precedido por la polémica con su banda, Crazy Horse, quienes fueron despedidos en medio de la grabación después de que vendieran maquetas de lo que se estaba registrando. El nuevo disco se abre y cierra con dos cortes dominados por el órgano. «Blue Eden» y «Change Your Mind», un largo tema de quince minutos, son sus piezas centrales, sobre las que gravita el peso del álbum. «Piece Of Crap», el single, es el único tema netamente rockero. El resto está dominado por la melancolía. Y, curiosamente, «Sleeps With Angels» es el único momento en que Neil Young intenta, aunque reconoce que no sabe cómo, expresar los sentimientos que le produjo el suicidio de Kurt Cobain y la apropiación de aquella frase suya en la nota de suicidio.
Tal vez el huracán Neil Young esté haciendo sonar sus encendidas guitarras en su rancho en medio de la pradera, como acostumbra a hacer para calmar su ansiedad, asustando a sus vecinos. Tal vez el próximo disco vaya en esa línea o tal vez no. A estas alturas da igual: el ciclo que comenzó con Freedom no tiene equivalencia en el mundo del rock.