MIST 2005

 Mist, nuestro hombre en Ámsterdam

 

 

Rick Treffers sabe lo que se trae entre manos. Desde Ámsterdam, y a través de canales independientes, Rick ha conseguido que sus discos se publiquen en media Europa y parte de América. Son muchos años ya, con el antecedente de Miss Universe y Girlfriend Missery. Mist nació para que fuese fácil encontrar los discos en los cajones al lado de los de su antiguo grupo. Ahora, tras We Should Have Been Stars, llega Bye Bye, “un disco sobre las distintas facetas del adiós”. 

 

Tal y como ellos dejan claro, «mirar adelante a través de un retrovisor es un arte en sí. Y desear algo precioso que ha dejado de existir definitivamente, una pérdida de tiempo. Pero todos sabemos que en lo imposible se encuentra a menudo la grandeza. Y cuando ese momento llega, toda la congoja resulta no ser más que un recuerdo indoloro. Lo que queda es la belleza de un deseo idealizado e indestructible. En estas 14 canciones pop el acelerador del amor se presiona y se levanta, con un fuerte deseo constantemente de fondo: el deseo de que algo se dé por concluido para siempre».

 

¿Cuál dirías que es la evolución en este disco respecto a los anteriores?

         La evolución más grande me parece la producción que se hizo en Mailmen Studio con el productor Martijn Groeneveld. La mezcla esta más en balance que nunca. También se nota que Mist ha tocado mucho en directo los últimos años. Todo suena más orgánico.

 

De todas formas, yo diría que el grupo tiene un sonido reconocible ya. ¿Estás de acuerdo?

         Si, gracias. Eso dicen. A partir del álbum We Should Have Been Stars hemos encontrado una forma más coherente y sincera para expresarnos. Mis canciones pegan bien con un sonido cálido, una forma de cantar suave, cerca del corazón y estómago, y, debajo, muchas capas instrumentales, con un sonido íntimo, profundo, pero agradable para escuchar -y no sólo para el mundo independiente, en mi modesta opinión, je, je-.

 

¿Había algún disco o sonido que tenías en mente al grabar este álbum?

         No, nunca pienso de esta manera. Cuando trabajo en un disco mío, yo soy el centro del universo, y no salgo de lo que tengo entre manos: las canciones y una buena banda. Es una cosa que no tiene que ver con ideas, sino con sensaciones… Seguramente hay mucha música que me habrá influido inconscientemente, pero sería una lista larga, así como también para los otros miembros de Mist.

 

Siempre mencionas a Perry Blake, aunque California es, precisamente, su álbum más luminoso. 

         – Sí, pero California nos gusta tanto precisamente por su combinación perfecta entre melancolía y luminosidad.

 

¿Y Tindersticks que te parecen?

         Los escuché mucho en la época de sus primeros discos, y me gustaban mucho. Les he perdido la pista, pero es un grupo muy interesante y oscuro.

 

¿Cuál ha sido el artista más extraño al que os han comparado?

         Magna Carta.

 

¿Se puede decir que las canciones del grupo son atemporales, que no se adscriben a una época concreta?

         Bueno, pertenecen a una época concreta en mi vida. Pero el tema de las canciones, despedirse en este caso, no es nada nuevo, y mucha gente puede reconocerse en ello, supongo. Las despedidas son de toda la vida. Musicalmente, no seguimos ninguna tendencia en concreto, así que creo que se puede decir que Mist es un grupo de todas las épocas.

 

¿Y una de las mejores cosas que se puede decir del disco es que va ganando con cada escucha?

         ¿Que te voy a decir? ¡Claro! Creo que la música puede parecer agradable a la primera escucha, pero si la escuchas más veces, las melodías y arreglos te enganchan poco a poco… ¡para no dejarte en paz nunca más!

 

El título del disco hace referencia a las despedidas, pero las canciones no suenan tristes. ¿Por qué es así?

         – Porque hay mucho amor verdadero en la música. Según mi opinión, el disco es un proceso de aceptación y da fuerza para el futuro. Ha sido casi terapéutico hacer este disco. Una cura para melancólicos….

 

También se descubre que cantas con una sensibilidad nada común hoy en día, que exige al oyente prestar atención. ¿Son ésas las canciones que más te llegan?

         Depende. David Sylvian me llega, pero Thom Yorke, Antonio Molina y Nick Cave me llegan también. Es una combinación entre ambiente, sensibilidad melódica, ritmo, colores. Es muy personal y misterioso como la música… Estoy muy a gusto cantando de esa manera contenida, pero sensible. Es consolador, creo.

 

¿El sonido intimista es el que más ayuda a lograrlo?

         En nuestro caso sí, por el momento.

 

¿Dónde pones el límite a las confesiones en tus canciones?

         No voy a contaros confesiones sexuales o la dirección o nombre exacto de mis ex-novias o sus actuales novios. Todo lo demás es posible, aunque sea en una versión semi-ficticia de vez en cuando. Los artistas tienen permiso de cambiar la realidad para transmitir mejor su mensaje.

 

¿Cómo crees que se refleja el paso del tiempo en tus composiciones?

         Buena pregunta. El paso del tiempo es uno de los grandes temas en mi obra. Las canciones son observaciones sobre la vida que pasa, sobre la pena y la esperanza que uno puede tener, siempre con el reloj y la prisa de vivir detrás.

 

¿Cómo te ha sentado la semejanza del riff de “Speed Of Sound” de Coldplay con “Relapse In Time”?

         – Ah. ¿El riff de guitarra? Tengo que escucharlo. Estoy un poco harto de Coldplay: todo suena igual para mí. Si el riff se parece mucho, nos merecemos vender la misma cantidad de discos que ellos, je, je.

 

¿Grabar en casa no conduce a obsesionarse demasiado por el trabajo?

         – Mucho, pero no demasiado. Da una libertad enorme para elegir el mejor momento para grabar. La única presión que hay es la presión de los plazos de la discográfica, y eso es bueno. En una canción se podía oír a mi gato maullando. Perfeccionistas como somos, lo hemos quitado en la mezcla, que se hizo en un estudio más profesional. El gato no lo ha notado.

 

¿Sigues haciendo actuaciones acústicas?

         – Sí, acabo de hacer una gira por casas de la gente de Holanda, un proyecto que se llama Live in the Living -http://www.liveintheliving.nl. Tocar en solitario es bueno para aprender, para probar nuevas canciones. También es verdad que soy más libre y hay otra dinámica musical. Ambas cosas, solo y con el grupo, me gustan. 

 

¿Es diferente la respuesta en España a vuestra música?

         Un poco. El público español suele ser más cálido en general y habla menos en voz alta durante los conciertos. Los periodistas en España profundizan más que los holandeses también. Será la diferencia de culturas. Por otro lado, la acogida de Bye Bye en Holanda ha sido maravillosa, eso sí.

 

¿Cuáles son los planes del grupo a corto plazo?

         Girar, girar, girar por México, Alemania y España en noviembre.

 

¿Cómo se reciben las propuestas del sello Astro desde los Países Bajos y el resto de Europa a través de vuestra oficina en Ámsterdam?

         Está en auge. Astro se ve aquí como un sello muy interesante, con varias propuestas de calidad. Ya estamos promocionando y distribuyendo el sello aquí desde hace 3 años, y necesitamos otros 2 años más para establecer una base aun más firme. También los grupos giran cada vez más por aquí. Hemos tenido a Schwarz y Ya Te Digo, y pronto tendremos a Holywater y Camping.

 

¿Qué grupos holandeses recientes nos recomiendas?

          At the Close of Everyday, Brown Feather Sparrow, Daryll-Ann y De Kift.

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