MELISSA LAVEAUX 2009
Mélissa Laveaux, Haití para el mundo
Con su debut, Camphor & Copper (No Format!-Universal, 2009), esta joven y brillante cantautora canadiense de origen haitiano está de gira por España en estos días. Además de Barcelona, Madrid y Bilbao, la cantante estará el sábado 3 en el Teatro Jofre de Ferrol, tras sus primeras y exitosas actuaciones del mes de julio en La Mar de Músicas de Cartagena o el Jazzaldia de Donostia.
En su celebrado disco de debut Camphor & Copper, Mélissa Laveaux revelan un equilibrio entre madurez y frescura y una voz de registro inusual, ligeramente áspera, profunda, seductora y atractiva, mientras se pasea con soltura entre el francés, el inglés y el criollo. Como no podía ser de otra forma, Mélissa Laveaux ha revolucionado la escena norteamericana fusionando parte de sus influencias culturales: canción de autor, soul, ritmos criollos, jazz, bossa nova…
El destino de la joven Mélissa se forjó cuando perdió el cheque para pagarse las clases de piano. “Aprendí música de forma autodidacta”, asegura la cantante. “Afortunadamente, mi madre escuchaba canciones de autor y jazz haitiano, y mi padre, músico en su tiempo libre, tuvo la buena idea de ofrecerme una guitarra cuando cumplí los trece años”.
Mélissa Laveaux nació en Montreal en 1985 de padres haitianos recientemente inmigrados. “Crecí en Ottawa, Ontario, en un universo mayoritariamente anglófono”, continúa relatando sus orígenes, “y tuve que integrarme a este nuevo entorno, aunque no me olvidé de mis orígenes criollos y francófonos. En el cruce de estas múltiples identidades, me di cuenta muy pronto del desfase que había entre mí y los demás. Mi creatividad adolescente encontró refugio en la música, y me pasaba el tiempo preparando casetes de canciones grabadas de la radio”.
Muchas fueron sus influencias. “Descubrí así el folk independiente canadiense (Joni Mitchell, Feist), el trip-hop británico (Massive Attack, Portishead, Martina Topley-Bird), la música brasileña alternativa (Adriana Calcanhotto, Os Mutantes), las estrellas del hip-hop y del nu-soul (Erikah Badu, Common, The Roots…), las grandes voces de la tradición afro-americana (Billie Holiday, Nina Simone, Aretha Franklin) y las estrellas lejanas de las músicas de otros continentes (Rokia Traoré, Oumou Sangare…)”
Barajando todas estas influencias en una mezcla de ingenuidad y de instinto, trabajando a diario con su guitarra, Mélissa pronto se inventa un estilo de acompañamiento personal, muy rítmico, y escribe sus primeros textos y compone sus primeras canciones. De allí sale esta forma de componer decididamente contemporánea, que integra todos sus referentes, no de una forma militante, sino escogiendo una vía más intimista y confidencial: la aventura de una palabra libre.
Pero la música no lo fue todo. “Como mis hermanos, quería estudiar, con el objetivo de trabajar en el ámbito social, sintiendo al mismo tiempo una inquietud creciente de expresión artística. Me licencié en Ética y Sociedad por la universidad de Ottawa. Lo uno no va sin lo otro. Necesito música para vivir y necesito vivir para inspirar mi música”, afirma con determinación.
Poco a poco, va encontrando su camino. “Participé en las veladas de micros abiertos, organizadas por el pub del campus. Un joven percusionista, Rob Reid, me vio y me animó a continuar. Durante la semana seguía las clases y los fines de semana recorría Canadá con Rob para tocar en los clubes. A sus 21 años me produje un álbum que difundí en myspace”.
A principios del 2007 el sello discográfico No Format! se encuentra con ella en Montreal y la ficha rápidamente después de verla en directo. El mismo año obtiene la beca Lagardère para Jóvenes Talentos. “Inmediatamente después grabé mi verdadero primer álbum, Camphor & Copper, que es el que ahora presento en gira, construido sobre las bases del álbum auto-producido dos años antes”.
Salvo un par de versiones fantásticas (“Needle In The Hay” de Elliott Smith y “I Wanna Be Evil” de Eartha Kitt), que son más o menos los pilares imaginarios de su universo musical, el repertorio de su debut está totalmente compuesto por obras originales. En él, Mélissa libera de repente toda la energía creadora acumulada a lo largo de estos años de aprendizaje y encuentra la tonalidad precisa desde el principio.
Los arreglos minimalistas realzan todavía más la energía y el impacto poético de sus letras. Su voz se despliega marcada por lo que ha mamado y aprendido. “Es cierto, está trabajada por el trilingüismo que marca mi vida: la fluidez rítmica de la lengua inglesa, la síncopa indolente del criollo y la sofisticación del francés”. Sin ninguna duda, a sus 23 años y con este debut, aquí está una de las cantautoras más prometedoras de nuestra época. No importa de dónde viene, sino todo lo grande que tiene por delante.