MARISA MONTE

Marisa Monte, la vitalidad carioca

 

«(Todos los músicos del mundo aman la música de Brasil!» Así de tajante se muestra la carioca Marisa Monte, la mayor revelación de la música brasileña en esta década. Cuando surgió, hace poco más de ocho años, en el densamente poblado panorama de voces femeninas de la Música Popular Brasileña, exhibía ya una deslumbrante seguridad en la versatilidad de sus portentosas cualidades vocales. Ahora, con tan sólo cuatro discos en el mercado, ocupa ya un espacio propio en ese olimpo donde se acomodan genios universalmente reconocidos como Gal Costa, María Betania, Caetano Veloso, Gilberto Gil o Milton Nascimento.

 

«Soy de Río de Janeiro. La música más expresiva de Río es el samba», explica Marisa Monte cuando se le pregunta por la mezcla de raíces ancestrales y las influencias foráneas en su música. «Escuché un montón de samba cuando era una niña. Mi padre amaba el samba. El estaba siempre escuchando a Paulinho da Viola, Clara Nunes, Nelson Cavaqhinho…. En casa de mis padres escuchaban muy buena música, no sólo samba, sino también Chico Buarque, Caetano Veloso o Gilberto Gil. A partir de los doce o trece años, cuando empiezas a comprar discos buscando tu propia identidad, empecé a escuchar a los Beatles, Janis Joplin, Bob Marley…»

 

«A los catorce años di clases de ópera y descubrí a Maria Callas, Teresa Berganza, el repertorio clásico. A los dieciocho fui a Italia en viaje de estudios y empecé a escuchar música africana y cubana. Cuando volví a Brasil, un año después, me puse a la tarea de escuchar toda la música brasileña: de los años 30, 40, 50… Empecé a conocer realmente la historia de la música brasileña. Tenía que conocer lo que se había hecho antes para saber lo que podía hacer ahora mismo. También he escuchado mucho soul: Marvin Gaye, Marvelettes, Aretha Franklin, Al Green, Curtis Mayfield, Stevie Wonder… En definitiva, mucha música, buena música: Sade, Lenny Kravitz, Eric Clapton, Camarón, Paco de Lucía…»

Arto Lindsay, destacado miembro de la vanguardia neoyorquina, es su productor habitual. «Yo buscaba a alguien que me hiciera sentir segura en el estudio y pudiera prestarme una ayuda tecnológica que sabía iba a necesitar. Y que al mismo tiempo conociera muy bien la música, la poesía y la historia brasileñas, los valores de la cultura brasileña. He aprendido mucho con Arto y he encontrado en él una insustituible referencia estética, alguien con el que es bueno comparar impresiones. Y también una gran referencia ética, porque él tiene un fuerte compromiso con el arte, con la música. Pienso que es muy bueno para un artista alcanzar tal grado de afinidad con un productor, compartir de tal manera las mismas intenciones artísticas. Es una suerte tenerle al lado en el estudio».

 

A Marisa Monte le interesa resaltar que todas las colaboraciones en sus discos no han sido fruto ni del capricho ni de la casualidad. «(Todos los músicos del mundo aman la música brasileña! Todos estos músicos que han grabado conmigo han estado antes conociéndome en Brasil. Han estado allí, saben lo que se cuece y están muy interesados en la música y en la cultura brasileñas. Philip Glass vivió en la selva de Amazonas. En un local muy chiquitito, durante un Festival de Arte en Alemania, acompañé a Laurie Anderson tocando el violín, con John Zorn a la guitarra. Con David Byrne estoy en contacto y acabaremos por trabajar juntos. De hecho, cuando grabó Rey Momo, él estuvo en Brasil buscando una cantante que le acompañara en la gira mundial que tenía prevista. Me invitó a ir con él, pero yo en ese tiempo acababa de editar mi primer disco y necesitaba consolidar mi carrera en Brasil. Así que no pude ir y la invitada fue Margareth Menezes».

 

Hace poco tuvimos ocasión de disfrutar de nuevo con su presencia para presentar su último disco, A Great Noise. «Ésta es la tercera vez que vengo a España. La primera vez, en el 91, estuve sólo en Madrid, con Gilberto Gil. Fue un concierto muy bello en un sitio muy bonito, en un espacio que te inspira -el viejo cuartel del Conde Duque-. Además era verano, con las últimas luces del día, el tránsito del día la noche… La última vez , en el 94, estuve en Madrid y Barcelona. En Barcelona fue muy bien, con una audiencia muy cálida. En Madrid, en cambio, tuvimos problemas con la producción. Un concierto que había antes terminó a la hora en que debía comenzar el nuestro. Montamos con toda la gente esperando fuera. Ni el sonido ni el ambiente fueron buenos. Creo que han sido las peores condiciones de escenario que he tenido en toda mi vida».

«Esta vez -Barcelona, Valencia, Granada, Madrid- traigo el mismo espectáculo que hago en Brasil, con la misma escenografía, luces y proyecciones relativas a los aspectos más representativos de la cultura brasileña, a nuestros fotógrafos, pintores, artistas plásticos, al fútbol, los carnavales… Todo ello es el complemento del concepto musical del espectáculo que es muy artesanal, muy hecho a mano, muy acústico, con una idea central que sería la justa valoración de la presencia humana en Brasil, que también era el concepto del álbum Rose And Charcoal.

 

¿Y que hay del nuevo disco, con parte en directo y parte en estudio? «De este espectáculo, tras más de 200 actuaciones en Brasil, ha salido la parte en directo de mi último disco. Mi primer disco también fue en directo, pero hace ya nueve años. Quería y necesitaba hacer otro, tener la fotografía de nuevo de la estructura de mi carrera en el escenario. Yo soy muy conocida en Brasil por mi trabajo en escena, que ocupa la mayor parte de mi tiempo: del productor al consumidor, sin intermediarios, sin compañías discográficas, radios ni periodistas. En Brasil he creado ese tipo de relación con mi audiencia. Pero me encanta también el trabajo en estudio, ir allí con un montón de canciones y construir todo un proyecto de la nada. Para A Great Noise pensamos sólo en dos o tres canciones de estudio. Pero vino Carlinhos Brown y lo pasábamos tan bien, era tan bueno estar juntos, que al final son siete las canciones de la parte en estudio».

 

Parece que la colaboración de éste se ha convertido en decisiva. «Carlinhos Brown es un genio. Es el talento más maravillosos que he visto jamás. Es un compañero y un hermano para mí, alguien que es muy importante tener al lado porque es una referencia absoluta. Estamos siempre en contacto e intercambiamos continuamente información, intentando ayudarnos el uno al otro, porque la unidad hace el poder y somos de la misma generación, empezamos juntos. Para mí es una suerte ser contemporánea de Carlinhos».

Queda para el final una reflexión en alto sobre su forma de vida. «Para mí la música es una manera de conectar con un montón de gente y de conectarles entre ellos. Una manera de compartir sentimientos y pensamientos. Y también una vía para dar un buen final a todos mis sentimientos, incluso los malos sentimientos. Si me ocurre algo malo, no importa, está bien, ya volverá en forma de música. Cuando escuchas una canción que tiene informaciones con las que te identificas es algo muy bueno para nosotros, poder explicarnos a nosotros mismos cómo somos. Es una forma excelente de pasar información de una generación a otra, de hacer historia. Si alguien escucha mi trabajo dentro de cien años no sólo recibirá información sobre mí, sino sobre mi generación, por eso intento registrar las cosas que suceden a mi alrededor».

Xavier Valiño

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