LOVE EN EL FIB

Love (Benicàssim, 8-8-2004)
En la edición del 2004 del Festival Internacional de Benicàssim del 2004 se pudieron ver grandes conciertos de clásicos como Brian Wilson, Lou Reed o Kraftwerk, pero también de otras bandas que entonces estaban ofreciendo lo mejor de sí, como Einstürzende Neubauten, Spiritualized, Teenage Fanclub o Lambchop… ¡versionando a Sisters of Mercy!

Y, sin embargo, aquella edición dejó dos puntos negros en el aire que seguro se recuerdan más intensamente que sus mejores momentos. El primero, la espantada de Morrissey, aunque eso no es lo que toca hoy comentar.
El segundo, sí. La actuación de Love con Arthur Lee era anhelada por muchos seguidores españoles. Lee acababa de salir de la cárcel después de cumplir condena por dispararle a un hombre (estuvo entre rejas entre 1996 y 2001, cumpliendo cinco de los once años a los que se le había sentenciado) y se le esperaba en España para saldar una deuda pendiente ante un público numeroso, ya que pocos meses antes había actuado con éxito en salas para menos público de Bilbao, Barcelona, Valencia o Madrid.
Con plena predisposición de la audiencia a disfrutar en comunidad de la rendición en vivo de Forever Changes, apareció Arthur Lee perfectamente pertrechado con traje negro, pañuelo, sombrero y gafas oscura, acompañado por los cuatro componentes de Baby Lemonade. Sin embargo, algo extraño se aventuraba desde el inicio, cuando tardó varios minutos en subir las escaleras que le separaban del escenario y tras comprobar como estaba siendo empujado y aguantado -literalmente- por sus músicos, amagando con caerse varias veces.
Su ebriedad quedó clara antes de que sonase la primera nota, y durante todo el concierto solo pudo balbucear algunas palabras, de entre las que solo se entendía con dificultad el nombre de Rick James. Sus compañeros le ayudaban a sentarse, él sacaba su armónica e intentaba soplar algo, pero nada. Antes de acabar la primera canción, «Alone Again Or», la carpa era ya un clamor de silbidos y abucheos. Tomándoselo a pitorreo, parte del público se puso a cantar “Asturias, patria querida…”. Cuando alguien del público le espetó «¡Borracho!», de su boca salieron las dos únicas palabras que se entendieron claramente
durante aquella aciaga hora: “Thank you!”.
Releo hoy la crónica que escribí entonces: “Lo de Arthur Lee sólo tiene una definición: patético o, mejor dicho, la mayor tomadura de pelo en diez años de festival. Dicen que llevaba tres noches sin dormir y que estaba muy afectado por la muerte de su amigo Rick James, pero lo cierto es que su colocón le impedía casi cantar, coger la guitarra o acertar con el micro. Su banda le hizo todo el trabajo y el público lo abucheó a gusto antes de desertar en masa”. Histórico, sí, pero por las razones equivocadas.

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