LOS FABELMAN
Steven Spielberg (Amblin-Universal)
Recurrente en los últimos tiempos, Spielberg se suma a la moda de revisar la etapa de infancia/adolescencia/primera juventud por parte de directores consagrados: Roma (Alfonso Cuarón), Belfast (Kenneth Branagh), Lady Bird (Saoirse Ronan), Fue la mano de Dios (Paolo Sorrentino), Licorice Pizza (Paul Thomas Anderson), Apolo 10 ½: Una infancia espacial (Richard Linklater)…
La principal diferencia es que Spielberg es mayor que el resto y bien se puede entender este film como su testamento cinematográfico, incluso aunque ruede otro después, una vez alcanzada la edad y experiencia necesarias para volver la vista atrás. Salvo el cambio de nombre del protagonista principal, aquí Sammy Fabelman, todo lo que se puede ver en su autobiografía cinematográfica sucede tal cual aconteció y él lo recuerda.
Su canto de amor al cine queda claro desde el inicio, cuando empezó a filmar de niño, respaldado en todo momento por su madre, y que aquí llega hasta el momento en que un estudio decide contratarlo para dirigir sus primeros episodios televisivos. También expone su amor por su familia, revelando el secreto familiar que estalló en su seno y que le llevó a su posterior mudanza a California desde Arizona, plagada de traumas.
Siempre con su innato don para la narración y para atrapar a cualquier espectador desde el inicio, dejando claro que entendió los trucos de mago del cine desde su adolescencia, cuenta con una espléndida Michelle Williams interpretando a su madre y relata con convicción la necesidad de algunas personas de dedicarse al arte, cueste lo que cueste. Y la intervención de David Lynch como John Ford poniendo el colofón con sus consejos, no hace más que ratificarlo.