LORENA ÁLVAREZ: El poder sobre uno misma
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LORENA ÁLVAREZ: El poder sobre uno misma (Cooperativa Montgri-Warner)

Nacido del silencio y de la pausa que precede a la calma, El poder sobre una misma brota desde la remota geografía natal de Lorena Álvarez, ese rincón asturiano que le devolvió el sosiego y le ayudó a recomponerse. Es la crónica íntima de una mujer que se quiebra, se refugia en la meditación, en la naturaleza, y desde ahí reconstruye su centro, su voz, su alma. Bajo ese paraguas emocional, su nuevo álbum despliega nueve canciones que respiran con calma, con espacios donde la guitarra, la flauta, el sintetizador y la percusión configuran atmósferas de introspección, deseo y renacimiento.
Desde la melancólica “Cuando el amor crece”, balada tenuemente bolerista, hasta la resignificación festiva de “Increíble”, una rumba orgullosa, cada corte parece tallado con paciencia: no hay prisa, hay tacto. “Guíame” se alarga como plegaria, con su flauta y su guitarra española abriendo grietas en el silencio. En “Los pensamientos”, la cadencia sutil crece con punteos eléctricos de raíz africana, llevando al oyente hacia un espacio donde la mente se despeja y el cielo -ese que llamamos libertad- deja de estar vedado.
Y hay secretos más oscuros: “Una mirada oscura” hunde su voz en la incertidumbre, ampliada por coros y ambientes graves. “Se me daba cuidao” trae un flirteo entre lo sintético y lo flamenco. “Rezo en secreto” une tradición y horizonte, con voces en árabe que parecen plegarias antiguas recicladas en deseo contemporáneo. El cierre, la canción titular, llega con un ritmo ranchero-lúdico, casi juguetón, como el primer paso tras una larga noche, la convicción de una mujer que recupera su ser.
En ese trayecto, la música de Lorena deja atrás manierismos: no estamos ante folklore revivido ni pop domesticado. Aquí hay honestidad. Una voz familiar que exige detenerse, escuchar sin prisa, dejar que cada verso cale suave, pero hondo. El poder sobre una misma suena a renacer, a abrazo propio, a susurro firme. Es un álbum que reconcilia lo espiritual con lo terrenal, la vulnerabilidad con la fortaleza, la introspección con la celebración. Un diamante tallado en calma, para tiempos convulsos.