Little Richard: I Am Everything
Little Richard: I Am Everything
Lisa Cortes
(Bungalow-HBO Max)
La escena es tan inesperada como dolorosa. Little Richard presenta el premio al Mejor Artista Revelación en los Premios Grammy de 1988. Artistas nominados como Paul Simon, Billy Joel, Prince, Steve Winwood o Los Lobos esperan nerviosos. Pero Little Richard todavía tiene mucho trabajo por delante. “El mejor artista nuevo…”, anuncia, mientras sus dedos abren el sobre con el nombre del ganador solo hasta la mitad, “¡Soy yo!”. A continuación señala al público, una sala llena de artistas anestesiados a los que no parece importarles lo que el cantante y pianista dice y que no se van a mojar: “Nunca me disteis nada. Nadie nunca me dio un Grammy. Y llevo años cantando. ¡Sigo siendo el arquitecto del rock’n’roll!».
Su verdad se presenta con una sonrisa en el rostro. La directora Lisa Cortés incluye esas imágenes para reforzar la tesis de esta película, o sea, que Richard nunca tuvo el reconocimiento que merecía y anhelaba. Recuerda que él mismo se denominaba “El Big Bang”, una detonación de alcance nuclear que dio origen al rock’n’roll, así que la realizadora utiliza explosiones de galaxias y estrellas como metáfora para mostrar lo inusual que es que choquen el talento y conflictos internos como los de Richard: los de un homosexual negro en la segregada Norteamérica de los 50, y con una personalidad marcada por los ritmos más salvajes y la educación religiosa.
La cinta no deja de ser un documental al uso, donde fácilmente se podrían haber omitido varios de los bustos parlantes que aparecen, debido a la irrelevancia de lo que cuentan, o los músicos jóvenes, reverenciando al maestro pero que no aportan nada. A cambio, la directora Lisa Cortes muestra con mucha empatía, y el mejor material de archivo posible, lo que el mundo de la música le debe a Richard. Y cuando el reconocimiento llega tarde en su vida, y las lágrimas ruedan por sus mejillas, el espectador no puede evitar sentir un nudo en la garganta. Finalmente.