LA RUTA
La ruta
Borja Soler, Carlos Márque-Marcet, Belén Funes
(Caballo Films-Atresmedia)
“Spook 85”. Así se titula el mejor capítulo de una serie española reciente junto al primero de Antidisturbios. En ese capítulo de La ruta el quinteto protagonista celebra la Nochevieja de 1985 en la discoteca Spook (cada uno de los 8 capítulos lleva el nombre de una discoteca de entonces). En él hay drogas, sexo y rock’n’roll (de cuando en la ruta valenciana sonaban Peter Murphy, B-Movie o The Lords of the New Church), pero también hay unas secuencias de baile deslumbrantes y unos diálogos esculpidos por un guion en gracia, parte de ellos en unos baños que semejan ser confesionarios.
Es el punto álgido de una serie que se ha esmerado en la recreación musical de lo que sucedió en la comarca valenciana entre 1981 y 1993, con la inocencia de sus inicios y una posterior comercialización y masificación de la ruta del bakalao hacia el final, aunque no es una serie estrictamente sobre la ruta, sino sobre unos personajes que viven en esa época. Lo hace, además, en sentido inverso, comenzando con las consecuencias y retrocediendo en cada capítulo hasta las causas, descubriéndose finalmente que lo que parece ser el retrato de un éxito no es más que la crónica de un fracaso. Esa decisión regresiva, aparentemente, arbitraria se torna a su favor, al conocer el desenlace al principio y luego poder ir descubriendo las motivaciones de los personajes.
Por supuesto, aquellas discotecas tienen su protagonismo -algo más de música hubiera redondeado la obra; se supone que habrá sido un problema de derechos-, recreada toda la época con autenticidad, aunque lo que cuenta al final son las relaciones entre sus cinco personajes y su círculo de amistades y familiares, y cómo todo aquello condicionó sus vidas, en un retrato nada nostálgico ni idealizado. Lo mejor que se puede decir de ella es que, al finalizarla, uno quiere visionarla de nuevo inmediatamente, esta vez en orden cronológico.