LA HABITACIÓN ROJA
La Habitación Roja
La constancia hace autosuficientes a los que se emperran en seguir, contra todos los elementos. La Habitación Roja lleva ya suficientes años en esto como para haberse ganado el derecho a grabar, girar y seguir durante mucho tiempo más y comenzar a ser reivindicados. Ahora publican Cuando ya no quede nada, su octavo disco, que presentan este fin de semana en Galicia en la Sala Capitol de Santiago de Compostela.
Aunque repetís con Steve Albini en la producción respecto a vuestro anterior disco, por el medio hubo un mini-LP -de larga duración, eso sí- producido por vosotros. ¿Sirvió de contrapeso y puente entre ambos?
– Sobre todo sirvió para grabar algunas canciones que, a pesar de que nos gustaran, no las veíamos adecuadas para grabarlas en directo como se hace con Albini. El resultado nos gustó, dado que era la primera vez que nos grabábamos solos y podría haber pasado de todo.
¿Cómo se recibió aquel disco? ¿Os parecía que alguna gente os tomaba por fin en serio?
– Puede que cierto tipo de gente sí. El sonido desde Nuevos tiempos se asemeja más al del grupo en directo, y mucha gente nos lo había dicho, que le gustaba mucho más como sonaba La Habitación Roja en directo que en disco. Nosotros pensamos igual, aunque nos gusten cosas de todos nuestros discos anteriores.
¿Qué pretendíais en relación con el anterior disco en Cuando ya no quede nada?
– Un paso más en la dirección emprendida. En ese sentido, no nos planteamos un disco rupturista, con un marcado cambio de rumbo, sino más bien un paso más en el camino que abrimos con Nuevos Tiempos. Era un disco muy, muy básico, y este último tiene más arreglos, aunque no demasiados, la verdad.
¿Es “Tened piedad del expresidente” vuestra canción más política?
– Desde luego, la más obvia. Es una especie de anomalía en nuestra carrera. Surgió muy espontáneamente y la dejamos así. Hoy mismo haciendo una entrevista con un medio mexicano me han dicho que allí está sonando mucho y que la letra les encaja perfectamente con su ex-presidente, Fox. Me pareció
una buena señal.
¿Os han comentado que recuerda a “Malaventuranzas” de Surfin’ Bichos?
– El estribillo a dos voces, una muy grave y otra casi chillada, nos recordaba un poco a Surfin´ Bichos, y sin la grave incluso a Obús… Lo pensamos cuando la hicimos, y alguien nos lo ha comentado. Eran un gran grupo de todas formas
(los Surfin´ Bichos).
¿Tendrías algún reparo en reconocer dónde os inspirasteis para alguna de vuestras canciones?
– No, aunque la gente suele compararlo todo siempre a Los Planetas, y no es así; nos encanta ser descubiertos en nuestras ‘inspiraciones’.
Me gustan mucho canciones que definen cómo están las cosas ahora para una generación, como “La vida moderna”. No hay muchos grupos ahora que hagan cosas así, tan directas y tan verdaderas. ¿Salen fácilmente estas canciones?
– Normalmente lo que vale sale muy rápido, aunque luego se ensaye y se vuelva a ensayar. Lo que es la canción y los arreglos suelen salir fácilmente, cuando hay que forzar algo mucho suele ser peor. Es una letra abierta pero con referencias que, desde luego, ciertas generaciones podemos hacer nuestras.
¿Cómo ha sido acogido?
– De momento estamos muy contentos, tanto a nivel de crítica como de la gente que se está acercando a nuestros conciertos. ¡Incluso nos sigue gustando a nosotros!
En mi primera entrevista con vosotros en el 98 me decíais que os gustaba desde Slayer y Sepultura hasta Los Fresones Rebeldes y La Buena Vida, pasando por las nuevas tendencias. ¿Sigue siendo así?
– A mi Sepultura nunca me gustaron demasiado, Slayer son unos amos, de Los Fresones Rebeldes me gustan algunas canciones y de La Buena Vida, muchas. Seguimos siendo fans de la música ante todo, muy fieles con los clásicos y atentos a lo nuevo que sale.
A estas alturas lo que os gusta está claro, ¿no? Supongo que no vamos a encontrar nunca rupturas radicales.
– No haremos un disco de reggae de repente, no, pero siempre intentamos hacer algo distinto, dentro de nuestro mundo para no aburrirnos.
¿Algún descubrimiento musical reciente?
– De este año te destacaría a The Maps y The National, por ejemplo, o The Good, The Bad And The Queen.
En el 2003 me contabais que cada vez estabais menos interesados en lo extra-musical y más centrados en lo musical. ¿Seguís así o se ha extremado esta posición?
– Sí. Además, como nos va relativamente bien, tenemos a gente muy competente a nuestro alrededor que nos permite centrarnos en lo nuestro: hacer y tocar canciones y no perder demasiado tiempo con lo que rodea a este negocio.
¿Cómo veis que los medios estén tomados por artistas a los que las discográficas paguen por estar ahí mientras se ignoran a grupos como vosotros, que podíais tener un seguimiento mucho mayor?
– Eso es una batalla perdida. Nosotros nos centramos en hacerlo lo mejor posible con los medios de los que disponemos, que no están mal. Tenemos un estatus que nos da libertad de acción, y eso está muy bien. De hecho, esas grandes discográficas están pagando sus años de mala planificación.
Varios años funcionando como grupo, varios discos, varias giras… ¿Qué destacáis de todo lo aprendido, tanto positivo como negativo?
– Tenemos la profesión que elegimos y, como realmente nos llevamos muy bien, disfrutamos de todo lo que conlleva esta vida: ensayos, viajes, conciertos, cenas, pruebas de sonido… Destacaría todas las vivencias de las que te hace disfrutar la música, tanto ella misma como el hecho de viajar y conocer lugares y gentes diferentes. Por decir algo malo, diría que es un poco inestable económicamente, pero como casi todas las profesiones hoy en día.
¿Cuál ha sido el momento más crítico en la existencia del grupo?
– Entre Radio y 4 hubo una época en la que el grupo exigía mucho tiempo y energía y daba muy poco dinero, y se nos hizo realmente difícil sobrevivir.
¿Y aquel en el que pensasteis que todo había valido realmente la pena?
– Cuando recibes un disco recién hecho de fábrica (si es vinilo, mejor) o casi el 100% de los conciertos.
¿Me podéis contar la mejor anécdota que os haya pasado?
– Hay muchas, demasiadas; ten en cuenta de que hemos tocado en fallas, encima de billares, en cuevas, encima de carros y en pueblos de todo el mundo. Cuando nos ponemos a contar anécdotas no paramos. Ahora que este fin de semana nos vamos a Galicia, me acuerdo del día en que nos intoxicamos de ostras y fuimos cayendo durante el concierto de A Coruña uno a uno (con fiebre, vómitos, etc.). Jorge y yo nos quedamos solos un rato hasta que cayó él y paramos. Presentábamos el primer disco y fue un concierto muy poco ‘pop’, sobre todo cuando nuestro anterior bajista Joan vomitó a pie de escenario.