JULIO BUSTAMANTE

Julio Bustamante, gracias por la compañía

        Es todo un clásico de la música en España, aunque muy pocos lo conozcan. Lleva más de 20 años haciendo canciones, poemas y pinturas como los que acompañaban su álbum más exitoso, Sinfonía de las horas, un libro-disco editado por El Europeo. Ahora se vuelve a reunir con esa editorial para publicar Con tal de volar. Él mismo nos presenta como se gestó el proyecto.  

        «Todos los músicos y músicas que han colaborado en este disco, a excepción de Alberto Tarín y mi hermano Puchi, aparecieron uno a uno y una a una por su propia cuenta, como por ensalmo, y todos dijeron algo parecido: aquí estoy para lo que haga falta. De estas personas algunas ya habían participado en grabaciones anteriores: es el caso de la magnífica Carol McCloskey y el amigo Carlos Carrasco. Otros, como el Quinteto de Viento Illana, habían llegado pocos meses antes y ya habíamos actuado juntos en algunos locales de Valencia, haciéndome pasar la extraordinaria experiencia de participar en sus recitales acompañando ellos mis canciones en la segunda parte. Cabe resaltar el prodigioso hecho de hacerlo a la manera clásica, sin ningún tipo de microfonía ni amplificación que no fuera la de los mismos instrumentos y la voz. Toda una maravillosa vivencia que recomiendo; se puede  vivir sin electricidad o al menos la música no depende de ella. 

        Otro día me encontré con el gran Pep Laguarda, al cual no había vuelto a ver desde cierto aniversario que celebró la SGAE sobre la aparición de nuestros primeros discos. Todos sabíamos que desde Brossa d’ ahir andaba alejado del mundillo musical. Hablar con Laguarda significa siempre pasar unas horas de lo más divertidas, más aún si de pronto te dice que le encantaría participar en alguna de las canciones nuevas, no importa qué tenga que hacer. Premio. 

        Otro caso sorprendente fue el de Maribel San Segundo. Desde hace una década somos amigos dentro de la misma pandilla que se mueve por Radio City; lo mismo va por Arantxa. Como se ve en la foto, Maribel es una chica hermosa, simpática, discreta y más bien callada, así que me quedé de una pieza cuando puso en mis manos un CD con versiones variopintas que había grabado con su hermano. Por lo visto desde pequeña no ha hecho más que cantar y cuando no lo hace sólo piensa en la música. Ahora sé por qué es tan silenciosa. De Arantxa Gago tampoco conocía su faceta musical. 

        Ella tiene la culpa de que Lluvia de amor se haya colado en este disco. Profesional de la voz y la radio, directamente me propuso que contara con ella para probar algún tema. Enseguida pensé en «La banda sonora de mi vida» y «Una casa para el tiempo». Después de ensayar y grabar las maquetas, yo seguí tocando el piano y preguntó  “¿Y eso?” Le expliqué que era una canción que se había quedado fuera de Entusiastas y, aunque me gustaba mucho por su musicalidad, nunca veía el momento de ponerla en un disco. Me convenció de que era su tema preferido y que veía su propia vida reflejada en él. Así pues, fui yo mismo quien le propuso que lo cantara ella sola. El arreglo de voces es suyo también.

        En fin, como en una especie de confabulación, las “apariciones” continuaban. Me gusta pensar que fue un milagro más de mi madre, Adelina, fallecida pocos meses antes, para que de ninguna manera me sintiera triste y solo. El «Gran Espíritu» se multiplica cuando llega la ocasión… En medio de un año en que todo parecían ser problemas para sacar adelante un disco doble que coincidía con el veinticinco aniversario discográfico, del cual el segundo iba a ser una selección de temas anteriores interpretados por gente como Ariel, Sisa, Aute y otros, la vida dio una lección más de abundancia y espontaneidad. Y también de humildad.

        Txoni Mántaras no se anduvo con rodeos, acaso por su veteranía, y me comunicó que íbamos a juntarnos tal día para producir y cantar juntos alguna de mis canciones, “y si puede ser un reggae, mejor.”

        Y más o menos así, sucesivamente, fueron añadiendo dulce en este pastel Montse Azorín, el profesor Rafa Villalba, Begoña Santelices, y otros tantos amigos que colaboraron de manera igualmente digna del mayor elogio; en los créditos están para el buen entendedor. Sin olvidar al maestro Rivas, que estuvo junto a Tarín y a mí durante las laboriosas semanas que duró la grabación, con el único propósito de colocar de vez en cuando buenas ideas, excelentes ánimos y aquella frase tan suya : “Está bien, pero creo que lo podéis mejorar sin dificultad.”

        La verdad es que la mayor dificultad no es quedarse sin electricidad o sin dinero sino sin aire, sin agua y sin amigos. Mi madre lo sabía perfectamente y a ella va dedicado este disco. “Sé que estás ahí, escuchándome en la oscuridad. Gracias por la compañía.»

Xavier Valiño

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