JOVEN Y BONITA
Joven y bonita (Golem)
Son armas de mujer. Como Catherine Deneueve en Belle de jour de Luis Buñuel, esta joven de 17 años (encarnada por la modelo Marine Vacth) se prostituye. Las semejanzas entre ambas cintas acaban ahí. Por su parte, las primeras escenas veraniegas, cuando descubre el sexo, traen de nuevo a la vida a Eric Rohmer.
Todo lo demás es puro François Ozon, continuando la línea de En la casa, su película de mayor repercusión. Frío y distante, el director no juzga ni da razones, solo deja preguntas en el aire, a excepción de un final que parece querer validar el comportamiento de su protagonista o, cuando menos, hacerle sentir que no todos los adultos la van a censurar por ello.
Ambigua y provocadora, su actriz busca la mirada ajena desde la sexualidad. Una mirada que se hace patente desde el inicio, con su hermano observando su cuerpo en la distancia. Con las cuatro estaciones, el personaje va evolucionando: descubre su sexualidad, la explota, sufre las consecuencias y acaba por aceptarse, pasando de la timidez a la lujuria, de la voluptuosidad al coqueteo. Tiene el poder y se siente frágil. Se muestra lejana y cercana. Es, en definitiva, fascinante en su enigma.
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