JOSH ROUSE
Josh Rouse, de Nashville al Mediterráneo
“Princesa en el porche”
A estas alturas, no hace falta presentar a Josh Rouse. Cualquiera de sus discos oficiales –Dressed Up Like Nebraska (1998), Home (2000), Under Cold Blue Stars (2002), 1972 (2003), Nashville (2005) y Subtítulo (2006)- son altamente recomendables, con un sonido que se ha ido depurando a lo largo de casi una década. A ellos hay que sumar su EP a medias con Kurt Wagner de Lambchop –Chester (1999)-, sus dos EPs autoeditados en su propio sello bajo el título de Bedroom Classics y un excelente DVD –The Smooth Sounds Of Josh Rouse (2004)- en el que, además de un concierto y un documental sobre su figura, se incluye un compacto con diez rarezas.
Subtítulo es el disco que motiva esta conversación. Pero Subtítulo tiene para nosotros un significado mayor: es el disco español de Josh Rouse. No porque esté cantando en castellano, sino porque Josh lo compuso durante la temporada que residió en los últimos meses en Altea, lugar al que llegó por cuestiones sentimentales. Así lo indica el título del álbum, los títulos de dos de sus canciones (“La Costa Blanca”, “El otro lado”) y, sobre todo, la letra del single que todo el mundo debería estar escuchando, “Quiet Town”. Sí, la luz y el sol del Mediterráneo han impregnado sus estrías y, por raro que parezca, un álbum optimista y radiante, movido por el amor, se convierte en algo necesario, frente al tópico de que son los discos compuestos en épocas de sufrimiento para sus autores las verdaderas obras maestras.
Pero lo que cuenta, al margen de datos coyunturales, son sus canciones. “Quiet Town” lo abre con esa declaración tajante sobre lo a gusto que se siente en Altea (“I lived in cities where there is no solitude / and made some friends I hope I never loose / but for now I want to stay in this quiet town” -“He vivido en ciudades en las que no hay descanso / y he hecho algunos amigos que espero no perder nunca / pero por ahora quiero vivir en esta tranquila ciudad”-) y una melodía simple y efectiva que eriza los pelos cuando se pone a silbar y entra el falsete. “Summertime” es la primera parada en la bossa nova brasileña, un sonido que ha influido bastante en la atmósfera de este disco, según él mismo reconoce. “It Looks Like Love” es uno de esos singles -o debería serlo, si no lo ha sido aún- en la línea de aquel recordado “Love Vibration”. A continuación aparece el instrumental “La Costa Blanca”, con una guitarra algo más dura, pero que recuerda a cosas de los 70 como Al Stewart, mientras que en “Jersey Clowns”, en plan acústico -nueva vuelta sobre los sonidos brasileños-, parece que su voz esté a punto de quebrarse.
La hipotética cara B se abre con “His Majesty Rides”, una de las canciones más pop y soul del disco. “Givin’ It Up” sería otro de esos perfectos singles pop que Rouse compone -parece- con pasmosa facilidad. Puede que el momento más prescindible llegue con “Wonderful” -otra bossa-, una balada con sección de cuerda, que al final coge carrerilla, y que cuenta con un falso final con sonidos de ambiente en un tono mucho más bajo. En “The Man Who” le acompaña su chica, Paz Suay, quien no lo hace nada mal, en un hermoso dúo que va creciendo a medida que avanza, convirtiéndose en la espina dorsal de un álbum que se cierra con “El otro lado”, a base de guitarras acústicas en un medio tiempo que también consigue emocionar.
Hace ya unos meses que te has asentado en España. ¿Qué es lo que más te llama la atención ahora cuando visitas tu país?
– El nivel de consumismo que hay en los Estados Unidos. Y lo acogedor que es. ¡Incluso en Nueva York!
¿Cómo te sientes viviendo entre dos países y dos culturas?
– Es algo interesante. Cuando me canso de España, me largo a los Estados Unidos durante un mes. ¡Eso es, por lo general, tiempo más que suficiente para gastar todo mi dinero! En ese momento regreso aquí y disfruto de la luz del sol y de la comida.
Desde fuera siempre se ve más fácilmente. ¿Qué es lo que más y menos te gusta de la vida en España?
– Me gusta mucho el ritmo de vida más tranquilo que en los EEUU. Tengo más tiempo para disfrutar de la vida. Al mismo tiempo, se puede volver un tanto aburrido. Me gusta también el hecho de que se trata de un país pequeño. Los Estados Unidos son tan grandes que parecen 3 países. Aquí no parece haber diferencias extremas entre las clases sociales. En los Estados Unidos tenemos gente realmente rica y un buen montón de gente pobre. Hay un problema muy grande de gente sin techo, y al gobierno no le preocupa lo más mínimo.
Tus discos siempre han sido bastante personales, como 1972 o Nashville. También lo es Subtítulo, con un título español y una primera canción de letra tan clara como “Quiet Town”. ¿No te importa sincerarte?
– Aunque puede que parezca que mis discos son bastante personales, la mayor parte de lo que contienen no lo es. Se trata de pasárselo bien con los textos.
¿Te inspira lo que te rodea? ¿Cómo ha afectado, por ejemplo, el lugar en el que vives al nuevo disco?
– Sí. Mi fuente principal a la hora de inspirarme es la gente, los lugares, las situaciones… Viví en Altea durante un tiempo, donde compuse el disco, y era, también, el lugar en el que iba a la playa todos los días. Así que creo que este disco y sus canciones tienen un aire de playa, que están impregnadas por la luz del sol.
¿Puede que por ello haya más influencia de música brasileña en este disco? ¿La has seguido desde hace tiempo?
– Bueno, soy un gran seguidor de la música brasileña, y mientras escribí este disco escuché mucha música brasileña, claro.
¿Algún descubrimiento reciente?
– ¡Diría que el funk y el jazz que se hizo en Etiopía entre 1965 y 1970!
Da la impresión de que realmente has pensado el orden de las canciones en el disco. ¿Ha sido así?
– Siempre me tiro un buen montón de tiempo para hacerlo. Creo que es muy importante que un disco se mueva en una cierta dirección.
Parece que Subtítulo completa una trilogía en cuanto al sonido, al haber trabajado con Brad Jones. ¿Es quien mejor te entiende o quien saca lo mejor de ti? ¿Habrá cambios próximamente o tienes ya un sonido propio con el que estás cómodo?
– Brad Jones y yo trabajamos muy bien juntos. Es un gran arreglista y un doctor que trata a las canciones con una especial atención. Respecto a qué haré en un futuro próximo, puedo decir que estoy cocinando algo distinto ahora.
Parece que tus canciones se han ido transformando en algo más reposado frente al sonido más americana de tus inicios y el punk que te gustaba como adolescente. ¿Es una evolución natural?
– Simplemente se trata de que me he convertido en un mejor arreglista y que he mejorado como compositor y, también, que he contado con más dinero a la hora de contratar una sección de cuerda y músicos que pudieran poner en cinta las ideas que tenía en mi cabeza.
Tus discos siempre han sido bien recibidos por la crítica. ¿Te da aliento, sientes la presión o no te preocupa?
– Ya no me preocupo en absoluto si a la crítica le gustan o no mis discos. Me preocupaba cuando empecé a hacer música, pero luego te das cuenta de que los críticos no compran discos y que, generalmente, no tienen demasiados amigos.
Siempre se comenta tu influencia de los 70, pero a ti te gustaban grupos como The Cure o The Smiths (de hecho, “Winter In The Hamptons” tiene un riff como “The Queen Is Dead”). Creo que escribes canciones pop perfectas y que la gente debería olvidarse de las influencias y disfrutarlas.
– Pues pienso exactamente lo mismo que tú. No puedo explicarlo mejor.
También parecen gustarte las bandas sonoras. ¿Te gustaría componer una? ¿Qué película iría bien con Subtítulo?
– Si se me presentase la oportunidad, me encantaría hacerlo. Por lo que respecta a Subtítulo, la película que pudiera ir con el disco no se ha hecho todavía.