JOSE GONZALEZ EXTRAORINARIA VIDA
La extraordinaria vida ordinaria de José González
José González puede ser un nombre extraordinario en Suecia. En España es de lo más habitual-ordinario. Y de ambos extremos hay en la vida de José González, el sueco-argentino que desde hace unos años lleva asombrando al mundo del rock con sus tonadas folk susurradas y tocadas con una simple guitarra. Mikel Cee Karlsson y Fredrik Egerstrand, un skater y un actor, han pretendido reflejar esa dicotomía en un documental titulado The Extraordinary Ordinary Life of José González que se ha podido ver en nuestro Estado gracias al Festival Beefeater In-Edit (y que está disponible también en filmin.es durante toda esta semana).
Si queremos ver a una estrella del rock en acción, puede que ésta no sea la cinta más apropiada. Sí, hay varias interpretaciones suyas en directo (enfrente de una audiencia que nunca se muestra), empezando por la versión de “Teardrop” de Massive Attack que pone los pelos de punta. Pero el resto son monótonas esperas en el camerino, leyendo libros, viajes en avión durmiendo, el descanso en habitaciones de hotel que aprovecha para algo tan importante como cortarse las uñas… Cualquier cosa menos sexo, drogas y, claro, tampoco precisamente rock’n’roll eléctrico.
José parece recorrer el mundo solo, aunque a veces aparezca algún acompañante e incluso su novia. Está solo, pero parece más una opción que el resultado de un modo de vida. Escuchándolo, se entiende. Su voz, sus opiniones, marcan el guión que los directores han encontrado para su película, el hilo común que subyace bajo las imágenes de una vida extraordinaria (la que no está al alcance de todo el mundo) vivida de forma ordinaria-rutinaria.
Sus palabras, con un tono muy bajo, casi susurrado, que se mantiene igual durante toda la cinta, divagan sobre el determinismo, Darwin, lo insignificantes que somos, la relevancia del cerebro en nuestras acciones, lo difícil que es comprender las leyes de la física, el secreto de la inspiración, el miedo al vacío… Está claro que sus canciones melancólicas, que él asegura que después de interpretarlas cientos de veces pueden afectarle, son producto de una forma de ser. ¿Qué se puede esperar de alguien que se pregunta a primera hora de la mañana cómo llegan los fotones transmitidos al ojo humano?
Por difícil que parezca a priori, interesa su historia. Sobre todo lo que cuenta la espléndida parte animada, que resume su vida en dos momentos: cuando, empujados por la dictadura en su país, sus padres se exilian en Suecia a mediados de los 70; y, también, cómo a finales de los 90 sus padres se separan. En un filme en el que es la música la que logra los momentos más emocionantes, su reencuentro con su padre en Argentina queda grabado para el recuerdo. Más que interesar, esta historia ES el José González que conocemos por sus canciones
Y al final, después de haber compartido su ordinaria intimidad con él, su forma de componer, lo que le pasa por la cabeza, podemos creerlo cuando asegura que casi no conoce a John Martyn y acabamos comprendiendo mejor su música, su incomodidad en las sesiones de fotos, cómo lucha por no dejarse ir ante las entrevistas insustanciales; incluso sentimos ya como propia su voz cuando inicia la hermosa “Cycling Trivialities” antes de entrar su guitarra y llegar al fin.
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