JOAN BAEZ LIVE
Parece que no haya pasado el tiempo, como si nos hubiéramos quedado en alguna fecha indeterminada del calendario anterior al 25 de julio de 1965. En aquel momento, cuando alguien que ella conoce bien se decide a pasarse definitivamente a la electricidad, Joan Baez se queda, sin pretenderlo, como el estandarte del folk de toda la vida. Desde 1965 y hasta ahora.
Por eso, obviando la imagen de una Joan Baez de 69 años -a pesar de su pelo canoso, parece tener unos 15 años menos-, podríamos estar tranquilamente ante un recital de 1964. No hay ninguna actualización de su sonido, ninguna salida de tono. Tal vez no lo necesite, porque cumple a la perfección el papel que le ha quedado desde aquella fecha y que es el que todos los presentes quieren ver.
Como guiño, intenta una atropellada versión en gallego del “Adiós ríos, adiós fontes”, poema de Rosalía de Castro, que, a pesar de frustrarse un par de veces, arranca la mayor ovación. También recuerda, acompañada por un cuarteto entre los que están su propio hijo Gabriel Harris a la percusión y el gran multi-instrumentista John Doyle, “La llorona” -con la sombra de Chavela Vargas y hasta María Dolores Pradera, sí, sobrevolando el escenario y recordando que ellas lo sienten como más propio-, “El preso número nueve”, la aún vigente “No nos moverán” -por un momento parecía que todos se iban a levantar de sus butacas con el puño en alto, pero, no, estamos en otra época- y la reclamada “Gracias a la vida”.
De todas formas, son las canciones folk de las montañas las que suenan más convincentes, que para eso ella es la reserva espiritual del folk-rock. O, también, los recuerdos a Steve Earle en “God Is God”, Leonard Cohen en “Suzanne” y a Bob Dylan por partida triple en “Don’t Think Twice It’s All Right”, “Forever Young” y “Blowin’ In The Wind”. Casi seguro que todos preferimos las versiones eléctricas de su autor, pero también es cierto que así podemos recordarlas como un día fueron. Sí, Joan Baez no tiene ya que ver con el esquivo Dylan que se reinventa cada noche ni, siquiera, con el estupendo estado de forma que muestra Cohen en su actual gira.
Pero le queda la voz, la que marca la diferencia: mantiene los registros de antaño y, además, se ve modulada con la emoción que aporta la experiencia. La mayor parte de las veces suena segura, dulce, serena, hasta que se suelta a capella con el espiritual “Swing Low, Sweet Chariot” (igual que hacía en los 60) para dejar el momento más intenso de la noche. Y entonces sólo queda recordar lo que canta en “Diamonds and Rust”: “Me dices que no eres nostálgico. Entonces dame otra palabra para definirlo”.
(Centro Cultural Caixanova, Vigo. Fecha: 5-3-10. Público: lleno -1000 personas-. Promotor: Sweet Nocturna)