ICONOGRAFÍA FEMENINA EN EL VINILO ESPANOL 1954-1990
JUAN JOSÉ ANDANÍ: Hay tantas chicas en el mundo. Iconografía femenina en el vinilo español de 1954-1990 (Libro, Milenio)
Que los coleccionistas son unos seres extraños es una verdad sabida. Los hay de todo tipo y condición, tantos como posibles temas de colección, pero todos ellos disfrutan buscando, localizando y obteniendo la pieza. Después viene ordenar, clasificar, agrupar… Y, después, mostrarlos a los curiosos, en forma de exposición o en forma de libro.
Juan José Andaní es así. Y suya es la original idea de comentar esta espléndida y nutrida selección de imágenes de portadas de antiguos discos a 45 r.p.m., bajo el subtítulo de Iconografía femenina en el vinilo español de 1954-1990, en los que multitud de chicas nos dedican su impronta vinílica a lo largo de más de tres décadas. Los capítulos que lo componen nos aproximan -a veces desde la impresión de que el autor ni siquiera se lo propone- a un mejor entendimiento de esos años, mostrándonos su particular visión del mundo con reflexiones unas veces formales -las menos-, junto a otras del todo jocosas -las más-.
Y es que el fino humor del autor planea por todo el texto, dejándonos algunos soberbios momentos de genuino disparate marxista (de los Hermanos Marx). Se trata, en definitiva, de aprovechar la maravillosa iconografía que nos desvelan aquellas entrañables carátulas musicales para, de una manera alternativa pero siempre divertida, entender, de paso, la idiosincrasia masculina al referirnos a ellas -las chicas- en cualquier situación.
En este caso, el libro presenta una colección de portadas de los microsurcos en los que aparece una figura femenina, bien sea una cantante individual, bien una vocalista de un grupo, bien una modelo contratada para ilustrar el tema orquestal. Se expone por agrupación de tipologías, según la imaginación del fotógrafo y del diseñador de portadas.
Así, tenemos a muchachas de cuerpo entero. En primer plano. Con objetos en la mano. Con el mar detrás. Subidas a motos. Montadas en coches. Con los ojos cerrados. Con los ojos abiertos. Gesticulando con las manos. Apoyándolas en el mentón. Columpiándose. Comiendo una manzana. Maquilladas. Con peluches. Con animales de verdad. Con gatos. Perros. Loros. Disfrazadas de toreras. Con pendientazos. Con flores en el pelo. Con moños crepados. Con melenas lacias. Yeyés o románticas. Echadas sobre pieles. Trepando una montaña. Con velas encendidas… La imaginación de los fotógrafos parecía portentosa, pero al hojear el libro se descubre que transcurría por unos cauces que llevaban a la repetición de posturas, composiciones, poses, objetos, colores o muecas. Una búsqueda común de un lenguaje gráfico moderno.
Los lectores añosos tendrán un colocón de naftalina al recuperar a una joven Lola Flores o una púber Marisol. También un estremecimiento neuronal cuando reconozcan a algunas que andaban perdidas por algún pliegue de su memoria: Luisita Tenor o Gelu. O grupos como las Hermanas Allegue o Los Modernaires.
Los jóvenes, a su vez, tendrán una lección de estética retro que les permitirá ver qué se entendía por modernidad en los 40, 50 ó 60. Y también los elementos que el diseño actual ha recuperado o reelaborado. Afinando un poco, con una buena lectura de este libro pueden elaborar reflexiones de mayor enjundia: las débiles líneas que separan el buen gusto de lo cutre, lo sofisticado de lo hortera y lo sublime de lo ridículo.
Eso sí: a todos, mayores y jóvenes, se les escapará la risa ante la visión de algunas portadas en las que el fotógrafo creía ser único… ¡y estaba siendo idéntico al de la portada del vecino! Las copias o las afinidades electivas dejaron compuesto un friso de época.