GUADALUPE PLATA: Guadalupe Plata

GUADALUPE PLATA: Guadalupe Plata (Folc)

 


Guadalupe Plata no genera nada extraordinario. Hablamos de un género que ya fue exprimido hace casi un siglo por tipos de la talla de Charlie Patton, Skip James o Blind Lemon Jefferson. Además, Perico no posee una voz increíble, ni tampoco compone de maravilla. Jimena golpe raro, como del revés.

 

Y Paco Luis Marto toca el bajo con un palo y un barreño de los de drenar la sangre en las matanzas. No es nada que esté de moda. ¿Cómo se explica entonces el interés generado por el trío andaluz? ¿Cómo excusar que con apenas un EP publicado en limitadísima edición ya se habían paseado por festivales como SXSW, Blues Cazorla, Monkey Week o Primavera Sound?

Puede que sea su capacidad para generar sensaciones, algo que cualquiera que haya asistido a uno de sus conciertos habrá experimentado. Es esa mezcla de tensión, hipnosis, obsesión y sexualidad contenida que se te clava hasta el colon. Un collage sonoro construido con parches arañados de la cara pantanosa del rock & roll: Hound Dog Taylor, Billy Childish, Captain Beefheart, Jeffrey Lee Pierce, Screamin’ Jay Hawkins…

Aunque no les basta con explotar sus cualidades revisionistas, también ponen de su parte explorando guiños propios de la tierra en la que crecieron (sus letras delatan una tradición).
“Su único pecado es la fidelidad a un género que se quiebra entre guiños de chulería rural y espasmos de blues resacoso”, publicaba la revista Ruta 66 hace casi un año a la espera del lanzamiento de su primer disco largo.


Y ahora llega el homónimo Guadalupe Plata, que se pone en circulación como descarga gratuita a través de bandcamp. Pero también en una cuidada edición en vinilo con estampación en pan de plata y pop-up desplegable. El disco físico lo edita Folc Records, el sello de Los Chicos. Una inversión de auténticos inconscientes.
Son trece canciones en total, número cabalístico trabajado durante todo un año en tres espacios diferentes. Por un lado, Paco Loco se encargó de grabar y mezclar buena parte de los cortes en su búnker en El Puerto de Santa María. El resultado abruma por lo rudo: Maxi Ruiz de The Hollers hincó sus manos en las entrañas de dos piezas desde su estudio malagueño y Pablo Sánchez (Producciones Peligrosas) terminó de pulir el resto en un recóndito cuartel de La Alpujarra granadina. Son horas y horas de esfuerzo concretados en algo más de media hora de música registrada y donde la pringosa mano de Mike Mariconda ha estado más que presente (el rauncho se encargó de la masterización).

La lista de referencias que te asaltan con Guadalupe Plata deja claro que el debut de los de Úbeda es un disco que rebosa experiencia física. A estos te los crees, más allá del barrunte de guitarras y lo naíf de sus letras. Porque hay un trabajo de indagación, pero también de carretera y manta. Todo ello, cuentan por ahí, les ha valido una debacle en lo personal que se traduce en la tensión y la mala baba que destilan las composiciones.


“Como una serpiente” es algo más que el título de una de sus nuevas canciones; también es la manera en la que despierta el álbum, perezoso y arrastrado, con un crótalo agitando peligro entre arpegios y feedback, anunciando llamaradas como las que escupen temas del calibre de “Lorena” (con Perico aullando “Disparas tú o disparo yo”), “Serpiente negra” (apertura instrumental), “Gatito” (un canto misógino disfrazado de felino hechizo vudú) o “Estoy roto” (beoda cantinela sobre amaneceres perdedores).


También hay novedades en el ideario sonoro de Guadalupe Plata. Por ejemplo, la letanía de organillo en que se desenvuelve la espectral “El tigre y la yedra”, otra de las instrumentales del álbum: una pequeña pieza que lo mismo te lleva a pensar en Clint Eastwood que en la Holly Golightly de “You Can’t Buy a Gun When You’re Crying”.


Strippers, entierros, trajes de flamenca, baños en gasolina y corrales de vecinas, todo cabe en el imaginario del trío andaluz (en su MySpace están las pruebas). Desde el folk patibulario de 16 Horsepower (el polvoriento espíritu de la banda de Denver asoma en las nerviosas vibraciones de “Rai” y “Satánica”) a la herencia del sello In The Red (“Esqueleto” podría haberla firmado el mismísimo Mick Collins) o la descarga tipo The Cramps a lo Lux Interior (“Pollo podrío”, el único corte en inglés, escupe verdaderos calambrazos).

Imagina por un momento un submundo donde pudieras encajar la guitarra de John Lee Hooker con la Cruz de Guía de la Virgen de Los Dolores, el espasmo etílico de Soledad Brothers, la callejera sensualidad de La Veneno y la peña futbolera de Úbeda. Suena retorcido, pero se acercaría bastante. Una banda de la que debemos estar orgullosos con un disco que no deja indiferente.

 

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