FESTIVAL SINSAL 2023

Festival Sinsal SON Estrella Galicia 2023, ofreciendo epifanías

En conversaciones con los periodistas a eso del ecuador del festival, sus dos codirectores reconocían que la verdadera razón por la que iniciaron la aventura Sinsal y por la que siguen organizando su certamen emblema a finales de cada mes de julio es vender epifanías: o sea, que si una única persona viviese en el Festival un momento de esos que le cambian su forma de entender la música y, por extensión, la vida, todo habrá merecido la pena.

Bien podría valer como ese instante, en esta edición de 2023, los 12 minutos hipnóticos -o cualquier otro momento de su concierto- en los que la japonesa Hatis Noit conmovió con el tema que compuso en la ciudad de Fukushima cuando la visitó, tras el accidente nuclear motivado por un terremoto y el posterior tsunami. Aquí lo interpretó bajándose del escenario y recorriendo lentamente todo el perímetro del espacio donde actuó, grabando y reproduciendo su voz en directo en diferentes pistas sobre el murmullo del mar. Sucedió, muy apropiadamente, justo allí donde las piedras milenarias del muro exterior de San Simón se funden con otro Océano -el Atlántico-, hermanándolo con aquel del que proviene y al que cantaba -el Pacífico-.

Fue esa tal vez la actuación más sobresaliente de un fin de semana cargado de diversas y estimulantes sorpresas, que además tuvo lugar en uno de los grandes aciertos de esta edición -y toda una novedad-: la recuperación del escenario en la segunda y más pequeña isla de San Simón para conciertos silenciosos, donde el público entendió la propuesta desde el primer momento y asistió a tres actuaciones sin que se escuchase nada más que la música, algo ciertamente inédito en festivales españoles de este tipo. Además, con acierto, en esas tres ocasiones se programaron otros artistas en la isla principal de San Simón, de forma que quien necesitase una alternativa de otro tipo, la tuviese. Fueron los únicos solapamientos del cartel, programados así, a conciencia, en un festival que los evita si no es por una razón.

En ese mismo escenario, otra de las dos propuestas programadas llegó del dúo Dal:um, un dúo de músicas coreanas que extraían de dos instrumentos ciertamente antiguos como el gemomuno y el gayageum una intensidad que muchas veces no consigue ni una guitarra eléctrica. La tercera actuación silenciosa corrió a cargo de la norteamericana asentada en Manchester Jesca Hoop, a guitarra y voz, haciendo gala de ese folk-rock que cautivó a Tom Waits y que puede recordar a Jessica Pratt o Nadia Reid.

Por su parte, en los otros dos escenarios principales, Buxos y San Simón SON Estrella Galicia, hubo provechosos momentos para el recuerdo, empezando por los holandeses Yīn Yīn y su psicodelia funk influida por los sonidos del sudeste asiático, especialmente Tailandia. Algo similar desarrollaron los belgas Tukan, más escorados hacia el house-rock. El mismo día, los norteamericanos Horse Lords recibieron al público que llegaba en barco a ritmo de free jazz, mientras que Puuluup presentaron poco después una reinterpretación del folk estonio con humor y una energía desbordante, algo así como el tratamiento que los finlandeses Steve n`Seagulls hacen del heavy.

Al día siguiente, Al-Qasar, acompañados de Alsarah, dejaron claro por qué su psicodelia del Norte de África ha cautivado tanto a Jello Biafra (Dead Kennedys) como a Lee Ranaldo (Sonic Youth), quienes acabaron colaborando con ellos. No muy distante resultó el hardcore étnico de Avalanche Kaito o el rock progresivo con zanfoña de Brama, cercano en resultados al blues del desierto de bandas como Tamikrest. No obstante, quien más movió al público resultó ser la angoleña Pongo, con su ritmo imparable entre el koduro, el afrobeat y el funk de las favelas.

Otros momentos para el baile llegaron con Faizal Mostrixx (Uganda), Ara Queen of Drums y Ruth Mahogani & The Arb Music (Nigeria), ADG7 y Leenalchi (Corea), Ana Lua Caiano (Portugal), Grove (Reino Unido), Combo Chimbita (Colombia), Clara! o Fillas de Cassandra Galicia, cómo no).

Todos estos nombres responden a la filosofía del festival de descubrir y lanzar talentos emergentes, sin repetir artistas en ninguna de sus ediciones, y tratando de ofrecer la mayor cantidad posible de músicos que actúan por primera vez en un escenario gallego y español. A esa filosofía se le suma la sorpresa del cartel, nunca anunciado, otro elemento diferenciador y al que el público fiel responde favorablemente en cada edición, más actividades paralelas tan interesantes como la grabación in situ en un cilindro fonográfico igual al que se empezó a utilizar en San Francisco allá por 1889. Y, por supuesto, el entorno, una pequeña isla en plena Ría de Vigo -más bien dos, unidas por un puente- que fue en el pasado monasterio, lazareto o campo de concentración.

Evidentemente, como confesaban sus dos responsables en el encuentro mencionado al principio, celebrar un festival en lugar idílico como ese encarece los costes de producción enormemente, lo que implica una mayor tensión y destreza a la hora de elaborar el cartel. Y es así como Sinsal pone todos los recursos a su alcance para favorecer un cóctel tan especial del que solo pueden salir propuestas arriesgadas y únicas. A partir de ahí, las epifanías, como las de Hatis Noit -traducible como Tallo de la Flor de Loto-, llegan por sí solas.

Texto y fotos: Xavier Valiño

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