FATBOY SLIM
Fatboy Slim, regreso a la música químicamente pura
Si la música de baile ha muerto, nadie parece habérselo dicho a Fatboy Slim. Y el millón (o más) de personas que han ido a sus conciertos en los dos últimos años tampoco parece haberse enterado. De hecho, en los casi diez años de su carrera, es ahora cuando Fatboy Slim goza de más éxito que nunca.
En la celebración de su segunda rave Big Beach Boutique en Brighton, su ciudad natal, hace dos veranos, reunió a 250.000 personas: el doble de público que asiste al festival de Glastonbury. Otra de sus fiestas Big Beach se celebró en Río en marzo de este año y consiguió congregar a 360.000 brasileños, el mayor número de personas que jamás haya asistido a un concierto de Fatboy Slim. Su agenda nunca había estado tan completa.
Y, aunque lo más fácil para Norman Cook habría sido acomodarse en su estatus de gran estrella de los platos, la pasión que siente por hacer música sigue tan viva como sus ganas de interpretarla. Han pasado ya cuatro años desde el último disco de Fatboy Slim, Halfway Between The Gutter And The Stars y aquí está Palookaville, un disco que ya se presta a la polémica.
Norman Cook siempre planeó tomarse un descanso antes de publicar su siguiente álbum, pero lo que no sabía es que al volver al estudio el año pasado para comenzar la grabación de Palookaville, el sonido de Fatboy Slim habría sufrido una transformación “En vez de continuar con las canciones basadas en samplers,” asegura, “decidí que quería trabajar con músicos de verdad.”
“Tal vez, lo que más me haya inspirado sea el tiempo que pasé con Blur,” afirma Cook, que el año pasado produjo dos temas para Think Tank, último disco de los londinenses. “Hasta ahora, estaba acostumbrado a trabajar solo en el estudio, enganchado a un ordenador e intentando componer música con cierto toque humano. Estar con Blur me recordó que, a veces, lo que uno necesita son seres humanos. Es mucho más rápido y, sin duda, más divertido: puedes jugar con ideas, reunir muchas más propuestas que cuando estás solo. Supongo que es así como se abrieron las puertas a Palookaville.”
Para Cook, ésta era la primera vez que hacía una distinción real entre Fatboy Slim el pinchadiscos y Fatboy Slim el artista. “A medida que Palookaville iba tomando forma, el plan no era únicamente trabajar con más personas, sino conseguir una colaboración completa, utilizar instrumentos reales en vez de samplers y escribir más canciones siguiendo la estructura tradicional,” continúa. “Las partes bailables seguirían siendo la base, pero esta vez también incluiría estrofas, estribillos, transiciones y puentes. Además, tocaría el bajo, precisamente el instrumento que tocaba en The Housemartins.”
La primera canción completa la grabaron recientemente. Fue “Long Way From Home”, una colaboración con una banda nueva de Brighton: Jonny Quality. “Suenan como si los Stray Cats se acostasen con los Beastie Boys mientras The Jam están mirando,” declara Cook. “Me enviaron una maqueta, fui a verlos en concierto y me encantaron, así que les pasé una de las maquetas que tenía yo y les pedí que me ayudasen a escribir una canción. Aquello terminó siendo la clave para todo el disco. Es una canción en toda regla: con estrofas, estribillos, coros y guitarras. De hecho, era la primera vez que aparecía un instrumento de verdad en una canción de Fatboy Slim.”
Aquella misma semana, Cook invitó a su viejo amigo Justin Robertson al estudio para trabajar en un tema que acabaría convirtiéndose en “Push And Shove”. Los dos tocaron la guitarra, Robertson puso la voz que Cook describe como “una forma de cantar al estilo Manchester, como los Stone Roses o los Happy Mondays.” El resultado es uno de los momentos más destacados del álbum: conmoción rockera con estribillo pegadizo y cantable e incluso ráfagas de armónica. “Hasta ese momento, me limitaba a la misma estructura: estribillo, estribillo, estribillo, descanso, estribillo, estribillo, descanso más largo… pero ya no podía más con eso. “Push And Shove” conserva la esencia de baile, pero suena como un grupo de verdad tocando instrumentos de verdad.”
A partir de entonces, Cook se sintió lo bastante seguro como para ramificar el sonido Fatboy Slim en distintas direcciones. Consiguió que el rapero Lateef (de Latyrx y el Quannum Collective de DJ Shadow) volase desde San Francisco para participar en dos temas: una de las melodías más originales del disco (“Wonderful Night”, que incluye un rap hipnótico de Lateef y una letra que habla de freaks, supermodelos y David Beckham) y “The Journey”, un tema cowboy-rap que cuenta con el que, tal vez, podría ser el primer rap del mundo en 3/4. “No se me ocurría ningún otro rapero que no fuese Lateef para conseguirlo,” comenta Cook.
Aún tendrían lugar dos colaboraciones más. Una versión de “The Joker”, de la Steve Miller Band con el viejo cohorte de Fatboy, Bootsy Collins, y “Put It Back Together”, con Damon Albarn, una canción que surgió en una fiesta plagada de alcohol por la celebración del disco Think Tank en Devon. “La terminamos más tarde en Brighton, cuando Damon voló desde España entre algunas fechas de la gira con Blur. Estaba exhausto, el pobre, y se llegó a quedar dormido en la mesa de mezclas. Lo despertábamos, conseguía cantar otra parte de la canción como podía y volvía a quedarse dormido. ¡A eso le llamo yo ser profesional!”
Aunque es posible que exista un espacio cada vez más grande entre Fatboy Slim el pinchadiscos y Fatboy Slim el músico de estudio, ambos siguen estando muy cerca y, antes de terminar el disco, Cook no quiso dejar de lado algunas tradiciones. Así, en Palookaville, también se podrá encontrar “Jin Go Lo Ba”, un número de baile frenético que Cook podrá incluir en sus sesiones como DJ, y la humeante “North West Three”, una canción para su mujer Zoe, cuya letra se basa en Primrose Hill, zona en la que la pareja solía dar paseos cuando vivía en Londres. Y cómo no, tenemos el primer single “Slash Dot Dash”, tema a medio camino entre el nuevo Fatboy y el de siempre, con guitarras tremendas, voces entrecortadas y mucha pose.
“El título,” apunta Cook, “es solamente un guiño a este nuevo lenguaje que parece tener la gente. Yo no lo entiendo, pero bueno, tampoco entiendo casi nada de ordenadores. Miento: controlo el Atari de mi estudio, pero hasta ahora nadie me ha enviado ni siquiera un correo electrónico.”
Xavier Valiño