FAMILIA CAAMAGNO
Familia Caamagno, nostalgia, ironía y política
Llevan más de una década en activo, encadenando distintos lanzamientos en los que hacen gala del mejor garage y power-pop de nuestro Estado, cantando en gallego. Editan ahora su segundo álbum, O mundo está derrotado, una coedición entre Folc Records y Tremendo Audiovisual. Desde Sigüeiro, población cercana de Santiago de Compostela, el quinteto ha trazado una carrera intachable, de poderosos conciertos. Hablamos con Manuele Caamagno, su cantante.
Segundo disco de larga duración de la banda ya. ¿Cómo estáis viviendo estos momentos en los que dais por fin a conocer vuestras nuevas canciones? ¿Satisfechos con el resultado?
– La verdad es que tanto crítica como público están alabando mucho el disco. Estamos encantados porque nosotros realmente así lo pensamos. Por primera vez tengo la sensación de sacar un disco donde las canciones tienen una narrativa común que las relaciona. La producción musical que corre a cargo de Carlos Hernández es tremenda y nos ha llevado por caminos que a priori no nos atreveríamos si no llega a ser por él.
Son solo ocho canciones, 25 minutos. Se queda a medio camino entre los dos EPs, que andaban por los 16 minutos, y el álbum anterior, de 31. En cualquier caso parece que os gusta lo conciso, ir al grano, ¿no? ¿No hay discos dobles o de mucha duración que os gusten? ¿Nunca haréis algo así?
– Nosotros apostamos por formatos más pequeños por varias razones. Por una parte, somos de darle bastantes vueltas a los temas antes de grabarlos; es decir, los procesos de composición son bastante largos, ya que componemos todos juntos en el local de ensayo y la canción no para de modificarse hasta que se registra. Por otra, grabamos en estudios que están bastante lejos de nuestras casas. A nivel económico, grabar un disco largo es muy complicado por la cantidad de días que hay que estar fuera y los múltiples viajes. Por poner un ejemplo, O mundo está derrotado se grabó en tres viajes diferentes a El Molar, un pueblo de la sierra norte madrileña.
¿Qué discos o artistas fueron los referentes a la hora de plantearte este trabajo?
– Hacemos una versión de Juan Pardo y nos inspiramos en Hefner, pero también se puede encontrar a Paul Collins e incluso a The Libertines.
Empezáis con una versión de Juan Pardo, “Xuntos”, que también fue single. Si lo pensase de antemano, diría que os iba más una canción de Juan y Junior. ¿Por qué esta versión en concreto? Creo que, con cierto humor, lo proclamáis el Himno de la República Socialista de Sigüeiro, lugar de donde venís.
– Teníamos muchas ganas de reivindicar la figura de Juan Pardo, más allá de las galas homenaje que le pueden hacer en la Televisión de Galicia. Es cierto que pudimos escoger cualquier otra canción, que las tiene muchas y muy buenas, pero nos parecía muy divertido resignificar “Xuntos”. Todo esto ha sido posible gracias a Deleite, que nos ha invitado a participar en un recopilatorio que están haciendo de clásicos de la canción gallega revisitados.
Os vi este verano en la despedida de Desconcierto Cultural. Creo recordar que alguna de estas canciones ya sonaron ahí. ¿Os gusta rodar las canciones antes de grabarlas? ¿Es el directo el lugar en el que más cómodos os encontráis?
– Nos gusta rodar las canciones antes de tocarlas en la gira presentación del disco. Vamos anticipándolas para ver cómo reacciona la gente. Ya nos queda claro qué canciones gustan más y cuáles son más bailables.
El título del álbum, O mundo está derrotado, parece querer dejar constancia de la cara negativa del mundo. ¿Tan mal lo veis?
– Efectivamente, jugamos a dos bandas. Hablamos de problemas de la década de los 90 que claramente resuenan ahora, como las crisis económicas o medioambientales. Nos gusta afrontar los temas desde la ironía, o la retranca. No somos nadie para ponernos a dar sermones, pero vaya, la cosa está fea, ¿no?
¿Se podría entender también como una crítica a los conformistas, a aquellos que miran para otro lado con la que está cayendo y que se dedican a lo suyo egoístamente?
– Así es. Efectivamente, en la canción “O mundo está derrotado” se habla de ese hedonismo popular del “mientras yo esté bien…”. El individualismo nos puede llevar a sitios verdaderamente jodidos y surrealistas, ya se vio en los primeros meses de la pandemia y tenemos cientos de ejemplos.
Por otra parte, ante la adversidad, vosotros abogáis por el que “Y que me importa a mí si en esta vida solo quiero bailar”. ¿Es el hedonismo una forma de enfrentarse a ello?
– Ya te digo que no. Es la opción más cómoda, rápida y descerebrada que se puede tener, por eso, supongo, que también la más tentadora.
El espíritu de la letra recuerda a “1999” de Prince, que decía que ante la posibilidad del fin del mundo, él prefería pasar el tiempo que le quedaba bailando.
– Efectivamente, no soy un gran conocedor de la discografía de Prince, pero por lo que estoy viendo el mensaje es el mismo: Ante la inminencia del fin del mundo, bailemos como si no fuese con nosotros y celebremos el final.
El espíritu de nostalgia parece asomar en varias canciones, que parece miran hacia los 90 y vuestra juventud. ¿Fue intencionado o es algo de los que os disteis cuenta después.
– El disco empieza con “Xuntos”, una canción que da inicio a la década de los 90 y acaba con una versión de Hefner del año 2000. Por el medio hay canciones que hablan de la juventud y tienen un toque nostálgico. No es nuestra historia, pero podría serla. Podríamos decir que sí que entraba en nuestros planes incluir la nostalgia en la ecuación.
Me gusta especialmente la canción “O día que Fraga finou” inspirada en el “The Day that Tatcher Dies” de Hefner (2000). Sin embargo, por aquí eso no es nada habitual. ¿Por qué creéis que hay ese miedo a aludir a los políticos en las canciones?
– Da para mucho el tema. Supongo que, por autocensura, o por miedo a que te dejen de programar o historias así. Sabemos de artistas castigados a modo de ejemplo para los demás. Realmente no vende mucho ser incómodo. Más en este país en donde el dinero público juega un papel central en el presupuesto de la mayoría de los festivales.
Todo lo comentado encaja perfectamente con la definición de disco nostálgico, cómico y político a partes iguales. ¿Alguna otra parte que falte en esta ecuación?
– Así ya llega. Esa era la idea. Hablar de la década de los 90 a nuestra manera, meter las pullitas oportunas siempre con elegancia y con una sonrisa en la boca.
¿Hay algo más en lo que os hayáis fijado a la hora de escribir las letras? ¿Tuvo que ver algo la pandemia?
– Bueno, hay frases que se pueden relacionar con ciertos momentos de la pandemia, pero tampoco quisimos hacerlos explícitos ni evidentes.
Lo digo porque la foto de la portada parece haber sido hecha durante la pandemia. Se ven mascarillas. Por cierto, ¿es Amador Arias, el protagonista de O que arde, quien sale en la portada? Parece también Celso Bugallo. Lo que sí está claro es que la foto está tomada en el Mercado de Santiago. ¿Cuál era la idea y quién la llevó a cabo?
– Efectivamente es Amador Arias. Conocemos a Amador desde hace mucho tiempo y es un buen amigo. Estábamos buscando un actor que encajase en ese papel de profeta del apocalipsis y creemos que Amador es perfecto. La idea del diseño se creó entre Simón Cuba y nosotros mismos a lo largo de varias reuniones. La fotografía es de Aigi Boga. El diseño del vinilo es lo que vehicula el significado total, ya que portada y contraportada se complementan como das caras de una moneda, ofreciéndonos una plaza de abastos llena de comida y por el otro lado una plaza vacía o casi “vandalizada”. La idea surgió durante la huelga del transporte, cuando se hablaba de problemas de suministro en grandes superficies. Supongo que el verdadero problema llegaría con los productos de cercanías. Cuando deje de haber pescado en la lonja, o productos de la huerta, igual sí que es el final.
¿Cuál creéis, desde vuestro punto de vista, que es la principal evolución de este disco respecto al que le precedió y respecto a lo que habéis venido haciendo anteriormente? ¿Puede ser este el disco del que más satisfechos estéis con el sonido?
– Sacando nuestro primer EP homónimo, todo lo anterior lo habíamos grabado con Jorge Explosión en Circo Perroti. Estamos hablando de una manera muy específica de grabar, con un sonido analógico y vintage. Con Carlos la idea desde un principio era “actualizar” unas décadas el sonido de la banda, avanzar por lo menos hasta finales de los 90 o los 00… Creo que lo hemos conseguido y creo que se puede ver que hay una propuesta específica en cuanto a la producción musical. Probablemente habrá gente a la que le guste más un resultado que otro, pero desde luego nadie de Familia Caamagno tenía gana de repetir las mismas fórmulas que los anteriores trabajos. No sé si esto es evolucionar o qué es….
Hace poco recibisteis el Premio Martín Códax. ¿Tocaba ahora? ¿Es como un reconocimiento a vuestra trayectoria?
– Supongo que algo de reconocimiento a todos estos años hay. Conste que yo prefiero verlo como un premio a los cuatro sencillos que hemos estrenado antes a modo de avances del disco y a todo el curro brutal que nos metidos de videoclips y promoción.
Son ya 11 años dando el callo desde Galicia por un rock gallego en el que predomina el garage y el power-pop. ¿Cómo habéis vivido este proceso? ¿Compensa lo que os da todo el trabajo que hay detrás?
– Y tanto si compensa. Familia Caamagno nos permite divertirnos y expresarnos a la vez. Creo que los cinco Caamagnos lo tenemos de excusa para muchas cosas. Personalmente para mí, la vida sería muy aburrida sin el grupo.
Por último, ¿cuál ha sido la mejor anécdota de vuestra experiencia en el mundo de la música en estos 11 años?
– Sinceramente la presentación de este disco en la Sala Capitol de Santiago de Compostela el 29 de octubre. Hemos hecho una fiesta y hemos colaborado con diferentes artistas a los que admirados, véase Berto, Terbutalina, Malandrómeda, The Homens o Guadi Galego. Hubo momentos verdaderamente mágicos y emotivos. La sala estuvo a reventar y el público ha cantado y bailado todas y cada una de las canciones. ¡Qué más se puede pedir!