ENRIQUE BUNBURY

El lado femenino de Enrique Bunbury

 

Después de sus años de éxito al frente de Héroes del Silencio, Enrique Bunbury ha decidido cambiar de chip, puede que impulsado por sus numerosos viajes por Nepal, India, México, Guatemala, Belice, Cuba, el Norte de África… Los últimos artilugios de la electrónica musical (o viejos instrumentos analógicos¿ han sido sus aliados en la gestación de Radical Sonora, un disco que, aclara, se acerca más a una forma de ver la música más femenina, huyendo de los estereotipos cerrados que algunos asocian al rock. Sus fans están con él.

 

¿Cuándo empezaste a pensar en la necesidad de hacer un proyecto aparte de Héroes del Silencio?

– Fue al inicio de la gira americana de Avalancha, a principios del 96. Nos reunimos varias veces y las discrepancias personales y musicales nos obligaron a emprender caminos individuales. Empecé a componer canciones, grabándolas en diferentes estudios latinoamericanos, durante la gira, hasta reunir una veintena que fueron las que presenté a la banda y a Phil Manzanera, el productor.

 

¿Qué diferencias has visto entre la forma de trabajar en grupo y tú solo?

– Héroes del Silencio era un grupo democrático. La opinión de cada uno de nosotros era tomada en cuenta, y una negativa era un veto. Tenía sus pros y sus contras. La aportación de cuatro músicos enriquece una canción, aunque todo fuera mucho más lento. Trabajar en solitario te ofrece una capacidad de reacción, una flexibilidad imposible cuando todo movimiento debe ser consensuado.

 

¿Cuándo empezó a gestarse Radical sonora?

– Radical sonora es un proyecto que ofrecí a Héroes del Silencio en su tiempo y que marcó claramente nuestras diferentes visiones musicales.

¿Qué crees que ha aportado la electrónica a tu nuevo disco?

– Pienso que los instrumentos musicales, provengan del Paleolítico o pertenezcan a las nuevas y más avanzadas tendencias, no dejan de ser más que eso mismo: instrumentos, utensilios, herramientas con las que fabricar tu propia obra. Ninguno es más válido que otro, todo depende de lo que tengas que expresar. Por la misma razón pienso que tanto los fundamentalistas del rock, como los del techno, son los que se pierden los milagros de la comunión y el mestizaje.

 

Las mujeres forman parte importante del disco. ¿Qué prototipos aparecen en él?

– Apenas hay un par de ellos. Por un lado, Salomé, que extraigo del mito bíblico, nos muestra las locuras que los hombres somos capaces de hacer por complacer los deseos y caprichos de una mujer. Supongo que ellas se lo merecen. Alicia, en cambio, más que representar a una mujer o un prototipo, retomando el personaje de Lewis Carrol, encarna la imaginación sin límites, la pérdida de los sueños al abandonar la infancia y la adolescencia.

 

El tema social, reivindicativo, está presente en «Big-bang» y «Servidor de nadie». ¿Qué es lo que no dicen las letras?

– La          verdad es que no me gusta mucho explicar el contenido de las letras. Siempre he pensado que todo lo que tenía que decir al respecto está contenido en ellas. Cuando una letra no es comprendida, puede deberse al rebuscamiento formal del que la escribe, pero también a la pereza mental del que las lee. En este álbum creo que aparece un fino hilo conductor que unifica, en cierto modo, las doce canciones del disco. Reconozco una autocomplacencia radical, un individualismo exacerbado y una convencida reivindicación de mi derecho al caos.

 

Lo que sí queda claro es que has vuelto la vista a países del Tercer Mundo, más concretamente árabes. ¿Cuáles son tus impresiones musicales y personales sobre estos países?

– Antes de pisar el Magreb ya conocía bastante música árabe, como Nusrat Fateh Ali Khan, de Pakistán, Oum Koulsoum, de Egipto o Ravi Abu Khalil, del Líbano… Pero fue una vez allí cuando me entusiasmé con unas conexiones que inexplicablemente siento muy cercanas a mi concepto musical. En canciones como «Salomé», en la sección de cuerda, «Contracorriente», flotando en su atmósfera, «Negativo», como contrapunto sonoro, y «Polen», en su instrumentación bereber, he intentado plasmar las influencias arábigas que, en el disco, aparecen a través de suaves pinceladas. Exceptuando alguna conexión sufi, el contenido de las letras apenas es deudor de la filosofía islámica.

 

¿Qué novedades notas en tu forma de escribir las letras?

– Esenciales, ninguna. En cuanto a la forma, creo que es bastante más entendible, supongo que debido al aprendizaje y la experiencia. Para lo que antes necesitaba una estrofa completa, ahora me lo ventilo en un par de versos. ¿Puntería o vagancia?

 

¿Qué músicos colaboran ahora contigo?

– Alan Bogusfavsky realizó varias giras con Héroes del Silencio y grabó en los dos últimos álbumes de la banda, Avalancha y Para siempre. Cuando le propuse que grabara conmigo el álbum, sabía que, en cierto modo, le estaba pidiendo que utilizara una estrategia diferente a la hora de incorporar su guitarra al sonido del grupo. Su aportación al álbum es básica. Copi había colaborado conmigo en diferentes proyectos paralelos. En el 93, grabó las partes de piano y órgano de El espíritu del vino. A partir de ahí hicimos juntos varios conciertos en salas minúsculas de Madrid y Zaragoza. Desde las navidades del 95-96 venimos realizando los llamados conciertos de Navidad: una cita con Elvis en el Centro Cultural Delicias de Zaragoza, donde nos juntamos hasta catorce músicos de la ciudad con la excusa de homenajear a Elvis Presley. Ramón Gacías viene de una de las mejores bandas zaragozanas de finales de los ochenta: Días de vino y rosas. Tiene su propio estudio y es un ágil programador, aparte de ser, posiblemente, el batería más creativo que conozco. Del Moran es un norteamericano afincado en Zaragoza, que tocó allí con gente como Joe Walsh, y aquí con diversas bandas zaragozanas como Los Especialistas.

 

¿Porqué elegiste a Phil Manzanera como productor?

– Adoro a Phil Manzanera. Es un productor comprensivo con los músicos, a la vez que muy exigente con la experimentación. Pensé que si quería alejarme de ciertos tics de Héroes nadie mejor que él, que ya produjo Senderos de traición y El espíritu del vino, para no dejarme llevar por metodologías ya utilizadas anteriormente. Creo que con este disco ha vuelto a retomar un camino de investigación sonora que, quizás debido a los grupos a los que produjo en los últimos diez años, había abandonado.

 

También se han hecho remezclas de algunas canciones del disco. ¿Porqué has elegido hacerlo y quiénes son los elegidos?

– Las remeclas aportan una visión diferente a la del autor, que enriquece las posibilidades de la canción. También, para mí, supone un reto: la búsqueda de un nuevo significado al concepto habitual, que parece exclusivamente basado en convertir un tema en un éxito de discotecas. Pienso que esa idea no es la única válida a la hora de aportación artística de unas mezclas radicalmente distintas, independientemente de su éxito en las pistas de baile. En esta ocasión, para «Salomé», he contado con Big Toxic y con JLF, viejos conocidos en los que confiaba plenamente.

 

¿Cuáles son tus planes para el directo?

– Todavía estoy trabajando en ello. Después de diez años de continuas giras con Héroes del Silencio, la verdad es que no concibo embarcarme en una gira interminable en la que todo el trabajo artístico quede de lado. Estoy buscando una fórmula en la que sea posible ofrecer al espectador algo más que el típico y tópico espectáculo de rock, aunque sé que no es fácil. Quizás debería comenzar por eliminar esos estereotipos y buscarme unos propios, más personales e interesantes.

 

¿Puedes comentarnos algo de las canciones, empezando por «Big-Bang»?

– Se trata de la necesidad de cambio y la posibilidad de efectuarlo en cada momento. El movimiento, la inquietud y el inconformismo se demuestran andando día a día.

 

– «Negativo»

– Es un homenaje a mi Zaragoza particular, en la que crecí, y que tanto me enseñó. Programas de radio, revistas, clubes,… aparecen en este agradecimiento necesario. Quizás la canción más positiva del disco.

– «Encadenados»

– Una visión irónica de mi admiración hacia las mujeres, en la que utilizo lenguaje bíblico mezclado con pinceladas de erotismo.

 

– «Contracorriente»

– Aquí reivindico mi derecho a caminar por un sendero propio o, al menos, poco transitado. La excitación que me produce la lucha por conseguir mi propia vía de expresión. El placer de la soledad como medio idóneo para escucharse uno mismo.

 

– «Planeta-sur»

– Vuelvo a reincidir de nuevo en mi pasión por los pueblos del hemisferio sur del planeta.

 

– «Alicia (expulsada al país de las maravillas¿»

– Me apropio del personaje de Lewis Carroll para hacer una apología de la imaginación como forma de vida.

 

– «Salomé»

– El mito de la Salomé bíblica acercado hasta nuestros días. Las barbaridades que los hombres somos capaces de hacer por complacer a una mujer. Todo sea por ellas.

 

– «Servidor de nadie»

– Una reivindicación del individualismo más exacerbado. Servidor de nadie, soy.

 

– «Despacio»

– Una de las grandes enseñanzas de los pueblos del planeta-sur: la paciencia, la calma, la contemplación y la fascinación por el ritmo de los latidos de la tierra.

 

– «Polen»

– Evidentemente no me refiero a ninguna alergia primaveral. El hachís es una de las drogas más amables y pacíficas que existen. Recomendable para políticos, obispos y militares de alto rango.

Xavier Valiño

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