ELVIS PERKINS 2009

Elvis Perkins, martes de Carnaval

 

“Dale mis mejores saludos a Villa Soledad”. Ahí, en el medio de ese tema, se encuentra bien condensado el contenido del segundo álbum de Elvis Perkins, Elvis Perkins in Dearland -nombre, también, de su banda-. Primero, suelta una estrofa que remite a su anterior disco, Ash Wednesday (Miércoles de ceniza), aquel álbum triste marcado por la muerte de su padre Anthony Perkins de SIDA y de su madre Berry Berenson en uno de los aviones del 11-S.

 

En ese verso canta: “Así es como vienen a olvidar su soledad, las semanas pasarán como un partido de tenis antes de que ella se desvista para él”. Justo entonces, la música se corta y entra una banda de metales marchando por la canción. Casi nos podemos imaginar a Elvis Perkins apartándose para dejarles pasar y saludándoles con una inesperada sonrisa, como dándole paso a una celebración por tras el funeral más triste. Él mismo nos confirma ese cambio.    

 

¿Te cogió por sorpresa la reacción de la gente a tu primer álbum, Ash Wednesday?

            – Lo que me sorprendió fue la reacción de la gente en España, sobre todo cuando me encontré de repente con mi cara en la portada de una revista. Nadie me lo había dicho y me sorprendió mucho cuando llegué a Madrid. Nunca había estado antes en España, ni siquiera podía confirmar que mi disco se hubiera editado. La primera vez que toqué ahí fue en Barcelona: había mucha gente y la respuesta fue muy entusiasta. En España y, sobre todo, en Francia, la acogida fue más calurosa que en el resto del mundo, incluso mayor que el Reino Unido.

 

¿Cuáles fueron los mejores y peores momentos de tu vida después de la edición de ese disco?

            – Seguramente lo mejor de estos dos últimos años ha sido poder recorrer el mundo con mi música, poder viajar y tocar en sitios en los que antes no había pensado siquiera que llegaría a estar, como en España, por ejemplo. Evidentemente, eso conlleva unas consecuencias negativas, como el cansancio, pero diría que no ha habido malos momentos, que lo otro lo compensa con creces.

 

No sé cómo recuerdas tu concierto del Festival Primavera Sound de hace un par de años, en el que vuestro concierto, para el que había mucha expectación, no salió como debiera.

            – Volábamos desde Francia y nuestros instrumentos no llegaron a tiempo, así que tuvimos que tocar con el equipo que pudimos encontrar y que nos prestaron allí, por lo que estoy muy agradecido. Pero la verdad es que no nos encontramos cómodos y no sonó muy bien, como a nosotros nos hubiese gustado; aun así fue una buena experiencia.

 

Ash Wednesday tuvo una muy buena acogida por la crítica. ¿Qué tuviste en mente a la hora de entrar a grabar el segundo disco, qué querías mostrar?

            – Bueno, soy una persona que ha ido evolucionando, así que supongo que mis canciones también. Pero lo más importante es que el primer disco era un álbum hecho con las canciones que tenía, y después de grabarlo tuvimos que ir buscando una banda para llevarlo al directo. Este segundo disco fue hecho con la gente que me acompaña en el directo (Brighan Brough, Wyndham Boylan-Garnett y Nick Kinsey), con todos contribuyendo a las canciones. Hubiera sido distinto sin su colaboración, ya que realmente se han implicado.

 

De todas formas, si tú compones los temas, supongo que tendrás la última palabra. ¿Cuál es exactamente su contribución?

            – Sí, yo escribo las canciones, pero ellos ayudan con los arreglos a darle la forma final. Además, pudimos ir probándolas en los directos, experimentando hasta encontrar la forma que debían tener, y para eso su participación fue decisiva antes de entrar en el estudio. Lo que buscábamos era capturar el espíritu de nuestros conciertos, la espontaneidad.

 

Este álbum es más optimista que el anterior. Parece que has ido justo en la dirección contraria a lo habitual, ya que el segundo disco suele ser más reflexivo frente a un primero movido por el ímpetu juvenil.

            – Sí, probablemente es cierto. Pero está claro que todo lo que me había pasado antes de entrar a grabar, como la muerte de mis padres, tuvo una importancia clara en la temática del disco, que además compuse antes de tener un contrato, de viajar, de tener una banda formada… Es como encontrarse bien de repente en compañía de otros después de una etapa larga en solitario. Se podría decir que ahora me interesaba más reflejar otro estado de ánimo y, también, hacerlo de forma diferente, con una instrumentación más variada y algo más de ritmo.

 

 

Has trabajado de nuevo con Becky Stark de Lavender Diamond en “Hey”. ¿Te encuentras a gusto con su voz?

            – Ella ya estaba en un par de canciones del primer disco, sí. La canción ya estaba bastante formada cuando nos metimos a grabarla. Es una buena amiga desde hace tiempo. La llamé y, conociendo los antecedentes, lo que había hecho en mi debut, ni tuve que decirle cómo hacerlo. Creo que esos juegos entre mi voz y una voz de mujer le dan un especial atractivo al disco.

 

“Send My Fond Regards To Lonelyville” me parece una canción bastante especial. ¿A qué crees que se debe?

            – Quizás sea la canción en la que más clara queda la diferencia entre hacer canciones uno solo y hacerlas con la participación de la banda. Primero entro yo con mi guitarra y, poco a poco, se va sumando el resto del grupo, hasta que al final entra una banda de metales, un poco como si estuviéramos en una marcha de Nueva Orleans. Supongo que es eso lo que la hace especial.

 

Este disco te emparenta más con Van Morrison. Creo que Moondance es uno de tus discos favoritos. ¿Crees que podrás en algún momento acercarte a ese disco o eso no es posible?

            – Me gusta Moondance, aunque todavía me gusta más Astral Weeks. Está claro que es imposible hacer algo similar, pero no voy a dejar de seguir mi propio camino e intentar grabar discos que, al menos para mí, sean honestos y que crea que valen la pena. Aún no he oído la grabación en directo que acaba de editar, pero entiendo que la gente pueda tener cierto miedo a escuchar tantos años después una grabación en directo de un disco así, que piensen que puede desilusionarles y que por eso tarden en escucharlo.

 

No encajas fácilmente en las categorías en las que siempre quieren meter a los músicos. Eres un cantante-compositor, pero no eres estrictamente folk; eres americano, pero no haces Americana…

            – Me alegro que pienses así, gracias. Mi tarea en este mundo es hacer canciones sin pensar demasiado en ello. No voy a pretender ser lo que no soy ni hacer algo con lo que no me siento identificado. Y supongo que todo lo que he escuchado se manifiesta de alguna forma en mis canciones, sin tener que entrar sólo en una categoría.

 

¿Tus padres tocaban en casa? ¿Marcaron ellos tus preferencias o hubo otro hecho que te decidió a ser músico?

– Sí, mis padres tocaban varios instrumentos en casa, como el piano. Lo que hizo que me empezase a interesar por la música eran las guitarras que un amigo tenía en su casa, y que empezamos a tocar sin muchas pretensiones. Después ya tuve un profesor, que fue Prescott Niles, el bajista de The Knack, los de “My Sharona”. Con él aprendí casi todo.

 

Me gusta que tus canciones evoquen sonidos del pasado, pero también suenan como algo único. ¿Cuáles son los artistas a los que vuelves una y otra vez?

            – Sí, los grandes, por supuesto: Bob Marley, Otis Redding, Marvin Gaye, Johnny Cash, John Lennon… Siempre vuelvo a ellos después de un tiempo desconectado o escuchando otras cosas.

 

Es curioso, acabo de ver a The Wailers en directo hace un par de días.

– ¿Sí? ¿Qué tal?

 

Bueno, fue casi más una verbena que un concierto, con todo el mundo cantando las canciones y sólo uno de los Wailers originales.

            – Ya, es lógico.

 

¿Algún descubrimiento musical reciente?

            – Mi padre tenía una gran colección de vinilos que ha estado por ahí un tanto olvidada hasta que hace poco tiempo me he hecho cargo de ella. Me he puesto a ordenarla y he acabado escuchando cosas a las que nunca antes había prestado atención. La que más me ha llamado la atención es la soprano peruana Ymac Súmac, que creo que murió recientemente. No dejo de escuchar un disco doble asombroso que mi padre tenía.

 

¿Qué es lo que buscas cada noche cuando sales al escenario?

            – Simplemente salir airoso del paso, sin efectismos, pero que la gente, y también nosotros, quede contenta.

 

Por último, ¿cuál ha sido la mejor anécdota que te pasado hasta ahora?

            – Creo que vamos a tener que cerrar el círculo y debo decir que lo más sorprendente y extraño que me ha pasado es llegar a España y verme en la portada de una revista. ¡Me compré siete ejemplares para llevar de vuelta a casa y enseñárselas a todo el mundo!

 

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