ELLIE GOULDING
Ellie Goulding, ojos estrellados
Ellie Goulding resulta ser una cosa complicada con un envoltorio de sencillez. La primera escucha descubre a una chica de 22 años, una compositora e intérprete con sus dedos sobre la guitarra, sus pies en un club y la cabeza en los cielos. Pero muy pocas cantantes/compositoras, ya sea jóvenes o no, pueden pasar de la euforia del baile hasta el último aliento (“Starry Eyed”) a la nostalgia transportadora de un universo folk (“Guns and Horses”), de letras que hablan con sutileza de dormir por ahí (“Under The Sheets”) a otras que se centran en la relación de amor-odio que todos los que han partido sienten por su ciudad natal (“Wish I Stayed”). Es pop, sí, pero no como lo conocemos habitualmente…
Muy pocas pueden hacer todo eso y dejar a los oyentes sorprendidos por el curioso viaje por el tiempo y el espacio. Las canciones de Ellie están construidas sobre melodías que animan y, a pesar de ello, hay algo que te mantiene centrado. Mezcla emociones sentidas con atmósferas mundanas, sonidos electrónicos de moda con la sensación de ensueño.
Su insistencia de meter su guitarra en todos los temas, ya sea en una versión acústica (ha hecho brillantes versiones del tema de Passion Pit “Sleepyhead”, de la canción “Wolves” de Bon Iver y del tema “Roscoe” de Midlake) o en una canción sobre su nuevo amor, le otorgan a su estilo de lamento folk un acercamiento muy terrenal.
Nos damos perfecta cuenta de que no ha cambiado de nombre, de que no se esconde tras una máscara. Ella es quien es. Y en persona Ellie es directa y honesta hasta la última consecuencia. “Me gusta la sencillez”, dice, “por lo que no me da miedo el pop o la música dance. Busco el gancho, el corazón en las canciones. Y pueden ser las palabras o la melodía, esa cosa con la que todos se puedan sentir identificados. Incluso en la música alternativa, o la clásica, si es buena, tiene algo directo. También me gusta la profundidad en cuanto a las letras. Soy consciente de cómo me siento en cada momento y me resulta imposible escribir textos sin sentido o artificiales”.
El sonido de Ellie tiene la particularidad de su voz, un instrumento de quiebros que recuerda a la cantante de The Cocteau Twins Elizabeth Frazer, “aunque se compare mi voz normalmente con Kate Bush o Bjork”, dice, “sólo porque la gente piensa: “¡Ah, es pop, pero es un poco raro!” No sé a quién suena mi voz porque intenté sonar como mucha gente diferente cuando empezaba. ¡He aprendido sola a cantar, como a tocar la guitarra o a hablar!”
Sí, la voz de Ellie hablando. Su nombre completo es Elena Jane Goulding, nació en Hereford el 30 de diciembre de 1986, creció en Kington, un pequeño pueblo en el límite entre Gales e Inglaterra, y decidió cambiar el modo en que hablaba “porque me sentía diferente”. Ahora sus tonos neutros hacen que se pueda confundir su voz con otra, aunque le costó llegar hasta aquí.
Criada por su madre y su padrastro en varias casas de protección oficial, compartía una pequeña habitación con sus dos hermanas y pasaba la mayor parte del tiempo al aire libre. “Es la típica infancia en el campo, no hay nada que hacer así que te pasas la vida fuera. A los 12 años una amiga y yo que dábamos paseos, probamos a ver hasta dónde llegábamos, yo quería marchame, escapar de todo, pero todos los caminos regresaban de vuelta a donde vivíamos”.
Ellie tuvo muy poco apoyo en casa, todo lo contrario a ser educada para alcanzar el estrellato desde pequeña. “Mi madre odia que diga esto”, se ríe. “Pero me solía decir que me callase cada vez que cantaba. Me decía: ‘Oh Ellie, no sigas, no suenas bien.’ Supongo que tenía razón: mi música no era algo innato en mí, ha sido gradual. Yo casi la escondía de los demás”.
Sin formación convencional, la primera inspiración musical de Ellie fue la música de electrónica de raves que su madre y su tío solían escuchar, después las canciones clásicas de las bandas sonoras de las películas de Disney. Siendo adolescente, Ellie cantó una de sus composiciones a un amigo de la familia y éste la introdujo en la música folk: Alison Krauss, Jim Moray, Seth Lakeman, incluso Fleetwood Mac. Pero la idea de ser una intérprete parecía estar muy lejos de la vida de Ellie: a pesar de que se metió en un grupo a los 16, era tan tímida que ni siquiera pensaba en ponerse al frente como cantante. “Incluso ahora, algunas veces digo: ‘¡Poderío!’”, se ríe, “y en otros momentos soy tan tímida que me cuesta hablar”.
La Universidad de Canterbury donde estudió Artes Escénicas fue el lugar donde Ellie encontró la confianza necesaria para subirse al escenario. Por una apuesta se apuntó al concurso de talentos de la universidad y ganó el primer premio. “Pero eso lo logré con versiones. Me di cuenta de que tenía que componer mis propios temas, me senté con mi guitarra a intentarlo y las canciones empezaron a surgir de dentro”.
En la habitación de un amigo escuchó a Frankmusik (Vincent Frank) y se puso en contacto con él a través de MySpace. Le envió su versión acústica de “Wish I Stayed” y él la convirtió en otra cosa. Poco después, también a través de MySpace, Ellie contactó con Fin Dow-Smith, el alias electro de Fin Dow-Smith (Starsmith) y hubo conexión. “Aunque compongo con la guitarra, escucho la canción entera mentalmente”, dice. “Y Fin es una persona que comprende, que puede realmente hacer realidad ese sonido”. Fin y Ellie tienen unan relación increíble: él le manda unos cuantos sonidos y ella se siente inmediatamente inspirada para componer temas como “Starry Eyed”.
En directo, Ellie ha mejorado desde su primer concierto. Pero no le gusta hablar entre temas. “A lo mejor debería sujetar carteles que dijesen: ‘Muchas gracias por venir’, porque me siento muy agradecida”, se ríe. “Es sólo que quiero que sea la música la que hable. No quiero despegarme de las canciones, no quiero romper el encanto”. Tampoco queremos nosotros que lo rompa.