ELADIO Y LOS SERES QUERIDOS
Eladio y los Seres Queridos, en la batalla de las canciones
Historias de caza, de gente que se reúne alrededor de un fuego para escuchar y contar, para sentir y cantar, para compartir experiencias. Así se titula el cuarto álbum de Eladio y los Seres Queridos (si consideramos su disco en gallego Cantares como un mini-álbum), un disco de canciones pop aptas para todos los públicos y para todas las edades, que presentan este sábado 2 en la Sala Costello de Madrid. Hablamos con su líder, Eladio Santos, sobre este álbum cálido, acogedor y doméstico.
A pesar del título y la idea de historias cantadas por y para la tribu y los seres queridos que se reúnen alrededor del fuego, no parece este un álbum conceptual, sino más bien una muy completa colección de canciones. ¿Era esa la idea?
– Nunca forzamos o planteamos el concepto de un álbum pero muchas veces sale solo, pasó eso en Orden invisible. Pero, es cierto, esta vez no hay concepto más allá de una recopilación de canciones. Son historias de varias personas, están grabadas en momentos diferentes y el sonido es menos uniforme.
¿Se puede entender este álbum como una continuación de los anteriores, una depuración de vuestro sonido, de aquello con lo que os sentís más cómodos y que mejor hacéis?
– No lo sé, podría haber canciones de este disco que no desentonarían en los anteriores supongo. Pero ha cambiado un poco el método y se han ampliado los timbres. La verdad, la sensación que tenemos es como que Cantares fuera el capítulo cero e Historias de caza el capítulo uno de algo nuevo. Pero aun es pronto para saberlo. Quizá sea solo una etapa, quizá no volvamos a grabar en un estudio, quizá sí, quizá construyamos uno propio.
Siendo así, ¿cuáles serían las novedades más reseñables vistas desde dentro?
– El método de grabación es diferente: no preparamos las sesiones, no aislamos, a veces no usamos cascos… Hay una primera maqueta mía con bajo, piano, guitarra y alguna programación, todo muy simple, Los Seres Queridos se la aprenden, aportan sus cosas, trabajamos sobre el tempo y como hacerla caminar, y ese mismo día la grabamos en el ensayo. Hay algo espontáneo y vivo pero no es para nada una grabación en directo; retocamos mucho esa grabación, a veces me quedo con la primera toma de alguna voz o una guitarra pero casi siempre regrabo y la canto mil veces durante meses y meses.
Definís vuestro álbum como acogedor y doméstico, grabado en casa con sonidos que se colaron y que contribuyeron a darle esa forma. ¿Os incomodaba la rigidez del estudio? ¿Pudisteis de esta forma dedicarle todo el tiempo que la grabación requería?
– Necesitábamos hacer un disco muy humano. Hay una cosa muy pragmática que estoy seguro que ha afectado y es que somos tres padres de tres niñas y dos niños pequeños. Irnos tres semanas a un estudio a veces lejos de casa es un jaleo que preferimos reservar para las giras. Los niños pueden estar en el salón mientras ensayamos y grabamos, podemos llevarlos y traerlos al colegio, mantener la rutina, trabajar. Y luego puedo retocar esas grabaciones todas las noches e, inevitablemente, nos identificamos más con el resultado, suena casero, pero tiene mucha vida y mucho amor.
Supongo que una de las novedades se puede considerar el instrumental “Bou vian”, de atmósfera cinematográfica. ¿Se intentó componerle una letra? ¿Tiene alguna historia detrás ese título?
– La hice en vacaciones y fue como unas vacaciones mentales. Me encargué a mí mismo no pensar en ninguna letra y ser melancólico y romántico, muy peliculero, fue muy divertido. Pero es cierto que luego hice un intento de meterle letra, ja, ja. Sí que hay una pista con voz mutada, pero la melodía de la guitarra se lo comía todo desde el principio. Mola el enigma del nombre y todo el mundo me pregunta por él, que si es algo en gallego o alguna brujería… La verdad es que se llama “Bou Vian” porque la compuse entre A Bouça y Viana do Castelo y le dí ese nombre al archivo.
Otra sería la inclusión de “La leyenda del tiempo”, una versión del tema de Camarón que ya habíais hecho hace seis años. Resulta ser el momento más rock del disco y una sorpresa porque no se identificaría en principio con vosotros. ¿Por qué en concreto ese tema? ¿En algún momento la banda ha considerado grabar otros aparentemente lejanos a vuestro sonido habitual?
– Es una canción fascinante. Me encanta recitar esa letra, vivir es soñar que pasa el tiempo. Ya la tocábamos a veces y era un éxito en la furgoneta desde siempre. Sí, tocar ritmos flamencos, chacareras o cumbias mola pero sin caer en la imitación, siempre con nuestro sonido propio, nos encanta, son muy estimulantes en directo.
En el disco encontramos colaboradores como el guitarrista de Luz, Jorge Ojea, que coescribe dos temas, la cantautora Esther Zecco, coescribiendo uno, y Pablo Lesuit componiendo uno y coescribiendo otro. Todas encajan perfectamente en el álbum. ¿Su contribución ayudó a que el disco se parezca a lo que teníais en mente antes de entrar a grabar o, por el contrario, llevaron las canciones a otra dimensión?
– Cuando Jorge me mandó la música de “Algún iluminado” y fui capaz de descifrarla, fue el primer rayo de luz después de una época en la que no me salía nada. Estaba un poco deslumbrado por las canciones de Cantares, quería conseguir esa musicalidad y sencillez de la canción popular, como de un primer disco, y estaba muy atascado creativamente. “Tormenta” (con Esther Zecco) fue el último tema en salir y fue con el que sentí que ya teníamos el disco que queríamos hacer. “Ella” la hacemos en directo siempre con Pablo, lo conocí en Madrid pero somos vecinos, viene por casa, grabamos cosas, tiene tremendas canciones inéditas. Los tres son grandes autores y ampliaron mucho las cosas, crearon los mejores momentos del disco si te fijas.
¿Hay relación entre sus textos y el resto de temas del disco?
– Hay algo de lo que no me di cuenta hasta que se publicó el disco: con todos comparto un léxico y unas figuras que se repiten (lunas, tormentas, ventanas, cruces, cielos…) Los tres letristas las usamos para este disco. Hay una “Tormenta” y una “Tormenta y tú”, y son ideas de autores diferentes y son tormentas diferentes. “Ella” era un desafío y una forma de cantar y frasear totalmente desconocida para mí; la versión original me pareció deslumbrante cuando conocí a Pablo, me puse a tocarla y cantarla instintivamente pero me costaba, y aún me cuesta, y me encanta el desafío.
¿Veis una evolución en esos textos, algo que os haya marcado a la hora de componer, algún elemento distinto?
– Me ha apetecido ser más pop que nunca, me aburre la clásica deformación profesional, la lógica evolución técnica de un letrista. Yo quiero ser cada vez menos yo, máximo musical y mínimo efectista escribiendo. En la música popular he encontrado más poesía y más verdad que en ninguna parte.
Es fácil pensar que vuestro disco en gallego Cantares, de sonido más folk y adaptando temas clásicos en ese idioma, pudo haber influido en este álbum, pero no lo veo tan claro. ¿En dónde estaría, si es que la hay? ¿Surgieron las canciones de este álbum después de grabar aquel disco?
– Se parecen en la formas, el formato físico, en la duración , en los coros de Ari Magritte! Pero en realidad son álbumes muy distintos y se grabaron de forma diferente. Más o menos la mitad de las canciones se compusieron durante la etapa Cantares, pero todas se acabaron bastante después.
¿Qué referencias son las que os gustaría citar como las que más entroncan con el sonido de este cuarto disco? ¿Qué es lo que más habéis escuchado en los últimos meses?
– Oímos muchos clásicos siempre, The Beatles, Bob Dylan, canción latinoamericana y francesa y un montón de cosas de ahora, pero el sonido chusco del CD de la furgoneta nos incita mucho al retro y hasta al disparate. A veces oímos pasodobles y pizarradas, también nos bajamos podcasts con películas para ciegos, clásicos de cine español y comedias. Oímos también muchas maquetas de grupos y amigos.
La grabación se ha hecho en casa de Eladio. ¿Eso ha conllevado alguna limitación o cualquier posible condicionamiento se compensa con la libertad de hacerlo así?
– No podía intentar competir con nuestros anteriores discos de estudio, que creo además que son todos muy buenas producciones de las que aprendimos mucho. Hay un par de cosas fundamentales, que es que no tienes la sala ni la dinámica y escucha de un estudio. Sí se compensa con que puedes trabajar mucho a deshoras. Todos esos hándicaps los dejamos entrar y jugamos con ellos. Todo el desarrollo del disco se hizo con batería midi, porque estábamos en una habitación pequeña en un piso. Luego regrabamos la batería real en un par de horas en un estudio y me llevé las pistas a casa y volví a mezclarlo todo. En realidad, muchos grupos graban así sus discos ahora, pero nosotros quisimos hacerlo más evidente y dejar que se colaran ruidos de los niños, el parque, los ladridos de los perros, las sirenas… Si te pones los cascos es como estar ensayando con nosotros.
De todas formas, el sonido es brillante y se ve reforzado con los vientos, los arreglos, los pianos… Al tener libertad para trabajar, también puede conducir a la indulgencia. ¿Cuándo sabéis que una canción está acabada?
– Hemos aprendido a parar y a asumir las grabaciones. De hecho, no creo que las canciones estén realmente acabadas nunca. Una grabación por pistas implica esa combinación de momentos y una buena media de sentimiento, pero la música se produce finalmente en los oyentes cada vez que la oyen cada uno en donde sea. Cuando grabo y mezclo intento dejarlo en momentos cumbre. Un día después de mil vueltas siento que me está emocionando y ahí paro, no la vuelvo a abrir.
Sorprende que vuestro nuevo disco aparezca autoeditado. ¿Hubo tratos con alguna discográfica, preferisteis directamente hacerlo vosotros?
– La verdad es que ni se nos pasó por la cabeza. Cantares creo un precedente porque era un disco atrevido y personal y tenía que ser así, cualquier mínima interferencia o pretensión lo podía estropear todo… Y funcionó muy bien. Repetimos y ya veremos el siguiente.
A mí siempre me parece que vuestras canciones pop, de melodías y estribillos claros, son perfectamente aptas para todos los públicos. ¿Por qué no es posible una edición en la industria de discos como este?
– Sí , me lo dicen mucho desde hace años. Un día una periodista nos definió como un grupo de canciones de estadios para minorías. No, en serio, yo creo que estamos donde supongo debemos de estar. Cuando un grupo lo tiene que petar, lo peta, pero la verdadera batalla está a la larga, en mantener tu luz propia, esa que nadie puede apagar. Nosotros estamos luchando en la batalla de las canciones y nada más.
¿Se ha complicado vuestro trabajo al tener que dedicaros también a la parte industrial? ¿Condiciona el espacio y el tiempo para la creatividad?
– La parte chunga se la comen Uka y Marcos pero hay más creatividad porque para el desarrollo de las ideas hay menos gente y menos filtros. Se decide todo más rápido, hacemos esto o no lo hacemos, funciona y digamos que es sostenible.
¿Qué tipo de canción es la que más os gusta, el ideal al que aspiráis? ¿Y quiénes serían esos compositores casi inalcanzables que os inspiran?
– Todos somos melómanos y muy abiertos, pero dentro de nada seremos ya unos señores, y ya somos un poco vintage. Yo les doy mucho la brasa con Dylan pero el máximo común divisor son The Beatles, que nos encantan a todos. Yo creo que poco a poco cada vez más nos gusta la música que le gustaba a nuestros padres. A nivel sonido tiramos mucho a grupo crudo pero muy popero, con fondos muy orquestados, muy de los años setenta.
Por último, ¿qué será lo siguiente para Eladio y la banda? ¿Hay otra idea pululando por ahí?
– Ahora tenemos la mente en las nuevas canciones en directo. Es un momento vertiginoso. Al ensayar las canciones tuve que estudiar las letras, de algunas habíamos olvidado totalmente los acordes. Después del 2 de diciembre en Madrid vamos a estar un mes sin tocar. Estas Navidades seguro que se nos ocurre algo.