El Náutico, el refugio de los músicos
El Náutico, el refugio de los músicos
Alberto Baamonde (EsmerArte-Atresmedia)
“Antonio Vega compartió aquí con su gente querida alguno de los mejores y más intensos momentos de su inverosímil andar por este mundo. ¡Lo juro!”. Grabado con algo punzante en una mesa del local con sus propias manos, esta declaración que ha quedado para la posteridad de Antonio Vega, tan poco dado a descubrir sus sentimientos en público, es sintomática de lo que El Náutico despierta en los músicos.
El local de O Grove, con acceso directo a la playa, lleva 25 años montando conciertos pequeños en los veranos pontevedreses, de algunos de los nombres más consagrados de la escena estatal, para un público limitado. Los artistas rebajan sus cachés con gusto y algunos se quedan a veranear allí. El porqué lo aclara esta serie de 5 capítulos de unos 12 minutos, con una duración total en torno a una hora.
Limitado por los medios y sin vocación rupturista, el mérito es haber metido la cámara en medio de los músicos sin importunarlos, y que estos reconozcan sus deudas con la sala y los motivos de ello. No obstante, el verdadero protagonista es Miguel, su dueño, músico primero y gerente después, el alma del local, que sobrevuela todo el documental y protagoniza los dos últimos episodios. Sus dudas sobre recuperar la esencia de lo que fue en un principio, retrocediendo en lo logrado y olvidando su éxito comercial, son verdaderamente ejemplarizantes.