DAYNA KURTZ
Dayna Kurtz, renovando el hogar
“¿Me reconocerías después de haber estado tan lejos?” Éste es el comienzo de una de las canciones, “Invocation”, de su nuevo disco, American Standard. El estribillo de la canción es un ruego: “Mamá, déjame volver a casa”. Dayna aclara: “Pedí la ayuda de los dioses al comienzo de una maratónica sesión de composición que dio a luz a la mitad de este disco. Podría ser atea, pero soy escritora primero y, como tal, somos muy supersticiosos. Pienso que las escrituras sagradas y las diosas son mucho más sexys que las deidades corrientes y molientes”.
American Standard está co-producido por el reconocido batería Randy Crafton. Él y Dayna Kurtz grabaron la mitad del disco en el estudio Kaleidoscope Sound en Nueva Jersey. Después se lanzaron a la carretera para el resto: primero fueron a los estudios Ardent, en Memphis, para grabar también en Sun Records con el legendario Sonny Burgues y su banda, The Legendary Pacers.
Dayna recuerda a carcajadas aquella grabación de una banda que permanece unida desde 1961: “¡Fue genial! Y desde allí nos fuimos a Nueva Orleáns para registrar “Election Day” con la banda The Nightcrawlers (con la ayuda del pianista John Gros y el guitarrista Paul Cebar). Realmente quise capturar el alivio y la alegría que todos nosotros sentíamos en las calles en el día de las elecciones. Y una banda de música es una fiesta al instante en la calle. Es difícil no bailar cuando una gran banda de música está tocando”.
Todo esto quiere decir que Dayna Kurtz no es una recién llegada. Es más, lleva más de veinte años dando conciertos y siguiendo la estela de los músicos desde antes de que apareciera el registro sonoro: dar a conocer sus canciones y exponerlas al público. La edición de discos había sido, hasta hace unos años, algo secundario, ni tan siquiera una meta. Ya en 1997, sus compañeros, alertados por lo que se avecinaba, la eligieron mejor compositora del año y la compañía Bug Music (Johnny Cash, Ryan Adams, Buddy Guy, Los Lobos, Wilco) se hizo con los derechos de edición de sus canciones, aunque
ella prefirió seguir con sus recitales o retirada en el molino en el que vivía y encontraba inspiración, en una ciudad al norte del Estado de Jersey.
Ahora han pasado más de tres años desde su última grabación completa (Another Black Feather). Dayna explica el porqué de tanto tiempo: “Nunca he pasado más de un mes sin necesidad de encerrarme en un estudio. Así que compré una casa en las montañas y un pequeño equipo de grabación, aunque no lo saqué de la caja hasta después de seis meses”.
“Más tarde solicité el ingreso y fui aceptada en algunas clases de poesía en la Nueva Escuela de Nueva York, algo que siempre había querido hacer. Por muy raro que suene, y a pesar de haber vivido siempre enamorada del rock and roll y el rockabilly, por primera vez en mi vida tomé lecciones de guitarra para aprender a tocar como mis nuevos héroes. Además, en esos años llegué a conocer un poco mejor al gran tipo con el que me casé, cociné y cultivé un huerto”.
No obstante, en estos años Dayna Kurtz se ha mantenido también ocupada grabando discos para otros artistas como el que hizo con Randy Krafton titulado Mmm… Gumbo para la Dutch Universal Recording. También grabó y produjo un vinilo tributo a Hazel Dickens con Brooklynite y Mamie Minch, así como otros cuantos vinilos con Keren Ann y My Brightest Diamond.
Todos estos proyectos contribuyen a darle nuevos bríos a su trayectoria y a explorar nuevas posibilidades sonoras. “Fue una temporada brillante. Me siento bastante afortunada por tener esta clase de libertad al saber que tengo la posibilidad de abandonar viejos convencionalismos, aprender a hacer nuevas cosas, tener alguna diversión y recargar”.
Dayna, que se define a sí misma como un ‘animal de carretera’ ha pasado los 20 últimos años recorriendo las pequeñas salas de conciertos de su país y sus ciudades, en coches de segunda mano y enfrentándose a audiencias ruidosas que no sabían quién era, pero a las que conseguía acallar desde la primera canción. Ha hecho giras sola y abriendo para otros artistas como Chris Whitley, Richie Havens, B.B. King o Ladysmith Black Mambazo.
Si representa tan bien la música del último siglo, es porque su voz tiene el calor y el compás de las viejas divas del jazz, como Billie Holiday, Betty Carter o Nina Simone, del blues, como Bessie Smith, o del soul, como Aretha Franklin. A ello se le debe añadir el efecto dramático que sólo Tom Waits o Marianne Faithfull poseen, la belleza de los textos de Suzanne Vega, el ingenio poético de Leonard Cohen, la intensidad de Jeff Buckley y Van Morrison y ecos de Patti Smith, Laura Nyro, Joni Mitchell. Pero, por mucho que evoque a otros, Dayna Kurtz no suena a nadie más.
American Standard muestra una Dayna más directa, la más fuerte y enérgica que hemos escuchado hasta ahora. Y, de una manera extraña, la palabra que mejor describe sus carátulas, a menudo alarmantes, es original. Dayna llegará a España dentro de poco. No la pierdas de vista, no sea que decida tomarse algún tiempo libre para aprender nuevos trucos.