CONOR OBERST 2008
Conor Oberst, fiebres y espejos
A los dos años empezó a tocar instrumentos. Con 10 tocaba la guitarra. A los 14 lideraba su propia banda, Commander Venus (con la que editó dos discos), y en la que compartía tiempo con otros proyectos como The Magentas, Park Ave. o Norman Bailer. Más tarde, con Desaparecidos publicó un disco. Pero es con Bright Eyes y sus siete álbumes con los que se dio a conocer internacionalmente. Ahora, cuando aún está en los 28 años, edita el undécimo disco de su trayectoria, esta vez bajo su propio nombre, así que podemos considerar que es el primero en solitario.
¿Por qué grabar un disco bajo tu nombre cuando, para la mayor parte de la gente, tú eres Bright Eyes?
– Bueno, Bright Eyes es realmente un grupo: yo, Mike Mogis y Nate Walcott, y Mike no toca en este disco. Es algo raro, ya que siempre he grabado con él, algo así como no tener a tu madre que te respalde detrás. Con Cassadaga nos pasamos todo el año pasado de gira, y él no estaba preparado para meterse de nuevo en esta noria continua, ya que quería tiempo para estar con su mujer y su hija de 4 años, y para tocar en el nuevo estudio que construimos mientras hacíamos el anterior disco. Nate tampoco tenía pensado aparecer en el disco, pero debido a, digamos, ‘asuntos’ familiares, decidió venirse finalmente a México y participar.
¿Qué fue lo que inspiró “I Don’t Wanna Die (In The Hospital)” (“No quiero morir (en el hospital)”) de este nuevo disco?
– Tengo un amigo que acaba de celebrar su 75 cumpleaños, y es una canción para él. Es muy fuerte y creo que vivirá eternamente, pero hemos hablado de cosas como ésta… No quiere morir en un hospital, de una manera indigna; quiere morir con sus botas puestas, en el desierto, mirando las estrellas, y creo que se lo merece. Es como una canción prisión para mí, una promesa… Si alguna vez me encuentro en un hospital así, por favor venid a sacadme.
Hay una frase en “Moab” que dice: “No hay nada que la carretera no pueda curar”. ¿Fue esa frase el origen de este álbum?
– Sí, hay algo de eso. Seguramente ha sido el disco con el que más he disfrutado grabándolo. La ciudad de México en la que estábamos se encontraba aislada, con lo que pudimos trabajar sin que nada nos distrajera, con nuestro propio ritmo, en el campo. Al mismo tiempo, no estaba lejos de la ciudad de México, así que podíamos salir a romper con todo los fines de semana.
Te gusta viajar, pero supongo que también tendrás un lugar al que puedas llamar tu hogar.
– Tengo un apartamento en Nueva York y una casa en Omaha. Todavía no me he cansado de Nueva York, pero, como con todo, encuentro que no puedo pasar allí más de un mes o dos. Me pasa lo mismo en Omaha, en cualquier lado, de hecho. Me siento inquieto; cuando no estoy de gira, en la ciudad, encuentro cualquier excusa para marchar de viaje, como por ejemplo ir a visitar a algún amigo en otro lugar. La verdad es que no sé qué hacer conmigo.
Has participado en un mitin a favor de Barack Obama antes de las primarias demócratas y también has asegurado que será el próximo presidente norteamericano.
– No creo que fuera el primero en declarar que va a ser el próximo presidente de los Estados Unidos, lo dudo. El mitin se celebró en el gimnasio de un instituto, en el que se dirigió a unas 1.000 personas, y pensé que era algo asombroso. Un mes más tarde hicimos otro mitin en Nebraska, y 10.000 personas asistieron, con otras 4.000 que se quedaron fuera. No ha habido nada como esto en la política norteamericana… Cuando anunció que se iba a presentar como candidato a presidente, sentí una poderosa sensación de que era ‘la persona’, con ese enfoque de la política tan auténtico que hemos estado necesitando durante tanto tiempo. Me emocioné, fue algo realmente poderoso, e inmediatamente me lancé a mi ordenador portátil y doné la mayor cantidad de dinero que pude para su campaña.
En giras anteriores a favor de los demócratas coincidiste con gente como Bruce Springsteen o R.E.M. ¿Han dejado de ser esos entes celestiales para convertirse en tus amigos?
– Alguna gente lo tiene, ¿sabes? Bruce Springsteen, Neil Young, cuando te encuentras con ellos se apartan de su camino para hacerte sentir cómodo. Son gente con clase, que de alguna forma son conscientes del impacto que tienen sobre la gente cuando se encuentran con ellos y, a pesar de ello, tienen una amabilidad que hacen que te sea fácil estar ahí. Sin embargo, cuando conocí a Paul Simon, pasé por la situación más nerviosa que he tenido. Es alguien agradable, pero no tiene la misma actitud de hacértelo fácil; fue muy astuto, preguntándome por poetas de Nebraska…
¿Puedes contar alguna anécdota que no hayas contado nunca antes?
– Me gusta mucho Björk, pero cuando la conocí, creo que la jodí. Los Yeah Yeah Yeahs estaban de gira con ella y yo estaba en los camerinos con su guitarrista Nick Zinder, y acabé emborrachándome tanto que caí dormido un rato después de su concierto. Ella se vino a los camerinos a celebrar una gran fiesta de despedida de la gira, y mis amigos incluso bailaron con ella, pero yo estaba dormido. Ja, ja. Me desperté al final y no pude pensar en nada que decirle, así que acabé diciéndole que la quería. Pero ella me miró como si fuese una mierda.