CHRIS ISAAK
Chris Isaak, mundo con forma de corazón
Conocimos a Chris Isaak en 1985 con Silverstone. Cinco lustros después llega su décimo disco, Mr. Lucky, que el tipo con la misma joven cara que hace 25 años presentará este jueves 24 en los Jardines del Posío de Ourense. De nuevo, su álbum más reciente se mueve entre el éxtasis de las grandes pasiones y la agonía de los corazones rotos. Como un Sinatra roquero para el siglo 21, Mr. Lucky constituye un ciclo de canciones acerca de la buena suerte que a veces nos llega y la mala suerte que no podemos quitarnos de encima.
“Para bien o para mal, las canciones de este disco reflejan de una forma u otra el momento de mi vida en el que estoy ahora mismo”, confiesa Isaak. “No puedo definir qué es exactamente, pero baste decir que cuando oigo estas canciones, todas tienen sentido para mí. La verdad es que pongo mucho de mí en mi música. Si la gente al escucharla siente que soy yo en esas canciones, eso significa que probablemente esté haciendo bien mi trabajo. Al mismo tiempo, creo que cualquiera que se haya enamorado o que haya perdido ese amor podrá verse reflejado a sí mismo en este álbum”.
El buen amor que se ha torcido o el mal amor que acabó en algo bueno. Todo eso tiene una lección que a Isaak le suena muy cercana. Aun con toda la épica de las relaciones que aprendió de sus héroes Roy Orbison, Elvis Presley o Ricky Nelson, su mayor lección sobre cómo hacer que el amor funcione le viene de sus propios padres, que ahora cumplen sesenta años casados. “Le pregunté a mi madre cuál era el secreto”, recuerda Isaak, “y ella dijo, ‘No abandones’. Hace poco me fijé en la alianza de boda de mi padre y le pregunté por qué compró una tan delgada. Él me contestó, ‘Bueno, no era tan delgada cuando me la puse’. Eso te enseña algo acerca del amor y qué es lo que realmente dura en este mundo”.
Si alguien saca una idea de que el Señor Suerte no la ha tenido en el amor, él mismo lo desmiente. “Honestamente, sí he tenido bastante suerte. He conocido mujeres maravillosas, y me gusta pensar que todavía soy amigo de todas ellas. En el fondo, cuando he tenido el corazón roto es porque yo me lo he buscado. Cuando vives en un bus y viajas de una ciudad a otra haciendo música, no es precisamente una buena forma de echar raíces”.
Isaak, que ha tenido la oportunidad de aparecer en películas como El silencio de los corderos, Casada con todos, Twin Peaks: El fuego camina conmigo, Pequeño buda o That Thing You Do! , siempre se lo ha tomado como una experiencia más. “Tuve suerte y me pagaron por intentar actuar”, admite Isaak. “Digo ‘intentar’ porque todos los que me han visto saben que no soy actor. Aun así, doy las gracias por la oportunidad. Realmente, la primera cosa que consideré fue ser director de cine, pero no podía imaginarme cómo hacer para que me pagaran por ello, así que pensé que si reunía a un grupo podría conseguir que alguien me pagase por un concierto. Y resultó, porque la música es mi verdadera pasión”.
Además de su show televisivo que duró cuatro años y de su reciente programa de entrevistas (“francamente, es la única forma de conseguir que gente como Stevie Nicks, Michael Bublé o Yusuf Islam -Cat Stevens- me hablen y toquen conmigo”), Isaak sigue disfrutando haciendo surf o pintando (él mismo ha hecho toda la parte artística del nuevo disco) haciendo de la ética del trabajo una de su máximas.
“Alguien le preguntó una vez a Buck Owens cómo quería que le recordase la gente, y él dijo, ‘Que fui un gran trabajador’. Aun me gusta más por decir eso, y yo intento seguir esa máxima con cada disco y cada concierto. Cada noche intentamos hacer un gran recital para el público, porque sabemos que puede que hayan pagado a una canguro o que hayan conducido 100 kilómetros para vernos. Nos tomamos esa responsabilidad en serio, incluso aunque no nos tomemos muy en serio a nosotros mismos. Pero aunque nos lo pasemos bien, nos enorgullece intentar estar a la altura del respeto que la gente muestra por nosotros”.
Evidentemente, su último álbum sigue la línea de los anteriores, in cambios bruscos, reafirmando su pasión por la música que hace y la vida que lleva. “No creo mucho en los grandes extremos o en intentar la reinvención. No me metí en este negocio para intentar ser quien otra persona cree que debo ser. La mayor parte de mis artistas favoritos fueron gente que sabían quiénes eran y te lo dejaban saber con su música”.
En esa ya larga carrera, Chris Isaak ha explorado con tiento y talento lo bueno, lo malo y lo feo del amor, así como otros asuntos de poderoso interés humano. Y, a pesar de que se puede sentir la sangre e intuir un corazón roto a veces en estas canciones, Chris Isaak se considera un hombre muy afortunado. “Cuando titulo el disco Mr. Lucky o canto una canción como “Big Wide Wonderful World” (“Un gran amplio mundo maravilloso”) no hay ironía en ello. Cualquiera que pueda hacer lo que yo hago para ganarse la vida debería dar gracias a diario. A pesar de todo el dolor y el placer de la vida, éste es un mundo maravilloso y yo comprendo que soy uno de los tipos más afortunados sobre la tierra”.
Sólo queda saber, entonces, si es eso lo que hace que Chris Isaak sea el Señor Suerte. “Bueno, lo primero es mi gran familia, que siguen con salud y vivos. En las pasadas Navidades estábamos todos, todo el reparto original de aquellos episodios que conozco y amo. Después, está el hecho de que hago música con un increíble grupo de gente y con la mayoría de ellos llevo ya 25 años. Sigo emocionado por tocar cada noche con ellos y por compartir el bus hasta la siguiente ciudad”, añade Isaak. “Además, para que sea aun mejor, cuando tocamos viene gente maravillosa a vernos; es como tener un hogar dondequiera que vayamos. Tengo mi trabajo ideal y todavía estoy trabajando. No puede ser mejor”.
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